Arqueólogos peruanos consideran que en Checta (valle del Chillón, Canta), un bosque prehistórico de piedras, se encuentran indicios de escritura que datan de cinco mil años. La hipótesis se basa en los signos descubiertos en varios petroglifos hallados en Lima.
El arqueólogo Gori Tumi Echevarría, presidente de la Asociación
Peruana de Arte Rupestre (APAR), desde 2009 está examinando el bosque de
piedras Checta, descubierto en 1925. Según su hipótesis, la escritura
andina apareció antes de lo que se creía, en concreto, hace cinco mil
años, informa el diario 'El Comercio'.
El
arqueólogo considera que el logro más importante de la investigación
consiste en la definición de la cronología de las figuras representadas
en los petroglifos. El científico ha revelado las cuatro etapas del
desarrollo de la escritura encontrada.
En la primera etapa (2.500
- 2.000 a.C.) aparecen pequeños hoyos en las piedras. La segunda fase
del desarrollo de la escritura pertenece al intervalo desde 2.200
hasta 1.000 a.C. y está representada por formas geométricas: círculos,
puntos, cruces, espirales, líneas rectas y otras.En la
tercera fase (1.200 a 600 a.C.) aparecen motivos seminaturalistas.
Finalmente, la cuarta fase (800 a 200 a.C.) estaba representada por
imágenes de serpientes.
Lo que impactó al arqueólogo es que signos
parecidos han sido encontrados en otros lugares de Perú. Si la
hipótesis de Echevarría resulta cierta, eso significaría que la
escritura andina en realidad es mucho más antigua.
Fuente: RT Actualidad
Y, para variar, los petroglifos de Checta se encuentran en un total abandono por parte de las autoridades, ver la nota en Andina
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21 de enero de 2020
2 de febrero de 2015
Hallan en Checta (provincia de Canta) indicios de escritura de hace cinco mil años
Arqueólogos descubren signos que se repiten en varios petroglifos en la sierra de Lima.
Cada vez hay más indicios de que la escritura existió hace más de 5.000 años en el antiguo Perú y que las sociedades que poblaban esta parte del mundo ya comenzaban a desarrollar una forma de comunicarse a través del signo escrito, así como sucedió con los sumerios y egipcios también hace cinco milenios.
Los primeros indicios de este fenómeno se encuentran en un sitio llamado Checta, descubierto en 1925 por monseñor Pedro Villar Córdova. La zona arqueológica se ubica en el valle del río Chillón, en el distrito de Santa Rosa de Quives, en la provincia de Canta. Desde Lima, son tres horas de viaje.
En la margen derecha de la quebrada Alcaparrosa, se descubrieron al menos 500 quilcas o petroglifos. Hoy, con las recientes investigaciones, se sabe que los gráficos en las rocas corresponden a cuatro períodos culturales diferentes. La fase dos de Checta es una de las que más preguntas han planteado.
El arqueólogo Gori Tumi Echevarría, presidente de la Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR), está abocado desde el 2009 a probar que las figuras plasmadas en Checta tienen un mensaje oculto.
UNA PRIMERA HIPÓTESIS
¿Qué le hace estar tan seguro a Gori Tumi Echevarría de estar frente a la evidencia más temprana de escritura andina? Sostiene que su hallazgo más importante es haber definido la cronología y secuencia del sitio, en otras palabras, el orden temporal en que los quilcacamayoc hicieron las figuras sobre las piedras. Eso, según cuenta, le permitió entender que en Checta hay cuatro fases.
La primera (2.500-2.000 a.C.) consistía en hacer pequeños hoyos en las piedras. La segunda fase (2.200 a 1.000 a.C.) tenía formas abstracto-geométricas como círculos, círculos con puntos, cruces, espirales, líneas rectas y sinuosas, etc. Es justo la que considera escritura.
La tercera fase (1.200 a 600 a.C.) está compuesta por motivos seminaturalistas. Finalmente, la fase cuatro (800 a 200 a.C.) representaba amarus (serpientes).
Con ese paso, Tumi Echevarría logró individualizar cada motivo de la fase dos y ver si existía un patrón en las demás rocas. Luego de los análisis de observación en las quilcas, se descubrió que los círculos con puntos, las líneas rectas y sinuosas, los espirales y otras se repiten.
Mayor fue su sorpresa cuando determinó que esas mismas figuras se repiten en las quilcas halladas desde Supe hasta Lurín. “Este fenómeno cognitivo, escritura, duró 2.000 años, tiempo suficiente para el desarrollo y consolidación de un sistema de escritura ideográfica compleja”, asegura Tumi Echevarría.
Según su hipótesis, este sistema de escritura tendría vínculos con tradiciones ancestrales en la Amazonía. Para descifrar estos códigos, la clave estaría en el conocimiento milenario de los pueblos amazónicos, ya que hay testimonios de comunidades como los yaneshas que aseguran haber hecho viajes de peregrinación a la costa central.
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