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22 de mayo de 2013

¿Por qué cocinamos los alimentos?

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Una considerable cantidad de potenciales alimentos son esencialmente indigestibles por el ser humano, entre otros los que contienen celulosa y almidón.

Las proteínas de las carnes de animales terrestres y acuáticos pueden ser digeridas, pero con alguna dificultad: los miembros de la tribu Masai suelen comer carne cruda de vacuno, y una vez ingerida tardan días en realizar este proceso fisiológico. El hecho es que nuestro sistema digestivo, al menos hoy, tras milenios de cocina, no digiere bien las cadenas largas de hidrocarbonos, proteínas y grasas. Por otro lado digiere de maravilla las cadenas cortas, glucosa y sacarosa, entre las más comunes.

Para explicar por qué necesitamos cocinar los alimentos para comerlos, el profesor Antonio Ruiz de Elvira visita en esta ocasión la cocina de la cafetería de Cosmocaixa, el museo de la ciencia de la Obra Social La Caixa en Alcobendas.

La idea de la cocina es romper las cadenas largas de mas de 12 carbonos en cadenas cortas que son fácilmente digeribles. Para esto usamos el calor que al elevar la temperatura de las substancias, al suministrar energía, rompe las moléculas grandes y las convierte en moléculas digeribles.

La temperatura es la medida de la energía media de las moléculas en un conjunto de ellas. Alta temperatura significa movimientos intensos de las moléculas, que acaban rompiéndolas. Si además mezclamos sabores entre sí, conseguimos convertir los alimentos en substancias digeribles y con sabores agradables, y recordemos que el sabor es una señal de que algo es nutritivo y digerible al mismo tiempo.

Fuente:

El Mundo Ciencia

20 de marzo de 2013

¿Cómo explotan las palomitas de maíz?

Palomitas, pipocas, pororó o pochoclo.

Palomitas, pipocas, pororó o pochoclo.

Las explosiones se producen cuando hay una expansión súbita de gas: eso es lo que sucede cuando las palomitas de maíz estallan. Una palomita de maíz consiste en un centro de almidón húmedo encerrado en una capa exterior dura.

Esta capa impide que los gases se escapen, por lo tanto cuando se lo pone al fuego, el agua interior no se evapora, sino que se se sobrecalienta por encima de su punto de ebullición normal. Cuando el recubrimiento finalmente se rompe por la presión, el agua se evapora.

La mezcla de almidón se expande porque de repente está llena de pequeños agujeros de vapor. Llamamos palomitas de maíz –o pochoclo, pipocas, pororó o popcorn- a esta espuma cocida de almidón. Para experimentar en casa, trate de perforar la capa de algunos granos de maíz. Esto detendrá la explosión.

Fuente:

BBC Ciencia

11 de noviembre de 2012

Experimento: Reconocimiento de almidón con Yodo


Hay una larga tradición que usa sustancias que cambian de color para reconocer la presencia de otras, la acidez (pH), etc.
Hoy vamos a ver cómo podemos identificar la presencia de almidón usando yodo.
El almidón es un polisacárido, digamos, una manera interesante de almacenar azúcares (léase energía) que usamos los bichos. Es la base de la alimentación humana (wikipedia dixit) y está presente en las plantas, fundamentalmente.
Si nos ponemos guays, hay que comprar o preparar una disolución de almidón de un porcentaje determinado, etc., pero como nos mola ser más cutres, ¡pilla el Betadine y listo! Para los compañeros de otros países, el compuesto yodado “naranja” con el que os curáis las heridas o desinfectáis.
Ya estamos listos.
Si pones un poco de harina, pan o maizena en un platito, le añades unas gotas de agua, mezclas un pelín y echas Betadine… ta da! el color pasará de naraja a  AZUL/NEGRO.




Si pruebas con un trozo de patata, o bien metes una patata en agua, la dejas un rato, la sacas y analizas el líquido blanquecino que ha quedado, de nuevo cambia el color, porque la patata ha liberado almidón.
Aquí podéis ver cómo en una manzana no hay almidón y en una patata sí.





Si tratas de hacer lo mismo con un trozo de lacón de buena calidad, verás que no hay cambio de color.

Y ahora…

Si usas embutido, mortadela o chopped (por ejemplo) de baja calidad, verás que sí hay cambio de color. ¿Qué ha pasado aquí?




No es difícil averiguarlo. Lee los ingredientes. Encontrarás que hay fécula… léase patata… léase… almidón. Está usted pagando patata al precio de embutido.

No podemos decir que hay mala voluntad, ya que está indicado en la etiqueta, y posiblemente esto sea la explicación del bajo precio del alimento procesado.

Experimento facilito, heredero de una larga tradición, y con pretensiones de CSI que podéis disfrutar con los peques de vuestro entorno.

IMPORTANTE: No os olvidéis de que el Betadine no debe ser ingerido, ni tocar los ojos, etc., como seguro dice en el prospecto.

Aquí tenéis cómo lo cuentan los compañeros del Victoria Kent.

Aquí una explicación wikipédica sobre cómo interaccionan el almidón y el yodo

Aquí una de una fuente más fiable, en pitinglis.

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