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20 de marzo de 2012

El año más caluroso de la historia fue 2010, no 1998

Playa

El año más caluroso de la historia fue 2010, según los nuevos cálculos.

Los investigadores del clima acaban de actualizar el HadCRUT, uno de los principales archivos globales del clima, que se remonta a 1850.

Uno de los cambios más importantes es la inclusión de más datos de la región del Ártico, que ha sufrido uno de los mayores niveles de calentamiento del mundo.

Las modificaciones no cambian la tendencia a largo plazo, pero ahora los datos señalan que fue 2010, en lugar de 1998, el año más caluroso de la historia.

La actualización fue publicada en la revista Journal of Geophysical Research.

El registro HadCRUT es recopilado por el Centro Hadley y la Unidad de Investigación del Clima de la Oficina Meteorológica del Reino Unido (Met Office), y es uno de los tres registros mundiales más utilizados por los climatólogos.

Los otros dos son realizados en Estados Unidos por la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).

El director de la Unidad de Investigación del Clima, Phil Jones, explicó por qué es necesario revisar el registro.

"El HadCRUT se basa en observaciones y teníamos claro que podía no estar midiendo con precisión los cambios en el Ártico porque hemos tenido muy pocos datos sobre esa zona", dijo.

"Para la última versión, se han incluido las observaciones de más de 400 estaciones (de observación) en el Ártico, Rusia y Canadá", explica.

"Esto nos permite una mejor representación de lo que está pasando en esa gran región geográfica”, agrega.

A pesar de las revisiones, la constante del calentamiento global no ha cambiado. Los científicos dicen que se ha mantenido en alrededor de 0,75ºC desde 1900.

Recipientes

Otro de los cambios introducidos al conjunto de datos HadCRUT es la forma en la que se registra la temperatura superficial del mar (TSM), lo que les permitió a los científicos a revisar y volver a calibrar los cálculos anteriores.

Con los avances tecnológicos de los últimos años, los barcos ahora tienen sensores electrónicos que pueden registrar con precisión la TSM.

"Hemos cuantificado los efectos y los corregimos, lo que da una visión más clara de la evolución de las temperaturas globales"

Peter Stott, Met Office

Este desarrollo ha puesto de manifiesto una anomalía sistemática en los métodos tradicionales de cotejo de los datos en el pasado.

Esto provocó que se cambien los recipientes utilizados para recolectar el agua de mar para la medición y los lugares donde se hacen las mediciones.

Las mejoras en la forma que se mide la TSM les han permitido a los científicos recalcular los datos y hacer modificaciones en los datos recogidos en años anteriores.

"Un ejemplo de ello es el rápido cambio en los tipos de mediciones que vemos en los archivos digitales de la época de la Segunda Guerra Mundial", explica Peter Stott, jefe de vigilancia del clima de la Met Office, el servicio meteorológico británico.

"Las investigaciones han demostrado que las mediciones en esos recipientes eran en general más frías, por lo cual cuando vemos cambios de una fuente a otra, hay saltos artificiales en la temperatura.

"Hemos cuantificado los efectos y los corregimos, lo que da una visión más clara de la evolución de las temperaturas globales", concluye el experto.

Fuente:

BBC Ciencia

12 de julio de 2008

Más 40.000 generaciones de bacterias

Más 40.000 generaciones de bacterias

Profundizando en el estudio de la evolución: Un experimento de dos décadas ha analizado si las especies cambian al azar o por determinismo.

Colonias de la bacteria ‘Escherichia coli’ creciendo en una placa de cultivo. CDC

JAVIER YANES - Madrid - 09/06/2008 19:10

Si pudieramos pulsar el botón de stop en la película de la evolución de las especies, rebobinar el proceso y reproducirlo de nuevo, ¿volvería a surgir el Homo Sapiens? Esta pregunta ha servido de insumo durante décadas para alimentar una animada discusión entre los científicos partidarios del azar como principio que gobierna la evolución, y aquellos que defienden una secuencia casi determinista, donde la selección natural elige el mejor camino en cada encrucijada evolutiva.

Un experimento sin precedentes, que ha vigilado estrechamente la evolución de una dinastía de bacterias durante 20 años, descubre datos reveladores que tal vez no cierren la discusión, pero sí aportan al debate un caso real sin parangón hasta hoy.

En 1988, el microbiólogo de la Universidad de Michigan (EEUU) Richard Lenski aisló una sola bacteria de Escherichia coli, un microbio de la flora intestinal que se emplea como herramienta biotecnológica en todos los laboratorios del mundo. El científico clonó 12 colonias a partir de esa única célula y las mantuvo reproduciéndose durante dos décadas, congelando muestras a intervalos regulares como fotos fijas del proceso. En total, las 44.000 generaciones de bacterias que se han sucedido desde entonces equivaldrían, en términos humanos, a más de 10.000 años de evolución de la especie.

Devoradores de citrato

El estudio, que se publica hoy en PNAS, menciona que la larga dinastía bacteriana sufrió miles de millones de mutaciones –cambios en los genes– durante su historia, pero se centra en la aparición de un único rasgo, la capacidad de las bacterias para alimentarse de un nutriente que, en las condiciones del laboratorio, la especie original es incapaz de aprovechar: el citrato, un compuesto similar al ácido del limón.

Después de unas 31.500 generaciones, una de las 12 colonias comenzó a alimentarse de citrato. Una vez que la evolución había hecho su trabajo, el objetivo de Lenski era saber cómo y cuándo se había producido ese cambio, y qué posibilidades había de que se repitiera del mismo modo en otras colonias, lo que inclinaría la balanza hacia el azar o el determinismo.

Rastreando su registro fósil y descongelando algunas muestras para devolverlas a la vida, Lenski descubrió que la aparición de comedores de citrato era mucho más frecuente después de las primeras 20.000 generaciones. El patrón indicaba que esta habilidad surgía en dos pasos, que reflejaban dos mutaciones sucesivas pero, probablemente, independientes una de otra.

La interpretación de Lenski es que ninguno de los dos cambios por separado convertía a las bacterias en devoradoras de citrato, pero la primera mutación era un paso previo necesario para que una segunda dotara a los microbios de esta capacidad. El científico resume así su conclusión: “Es una demostración directa y empírica de la contingencia en la evolución”.

Para que, como defiende Lenski, se pueda razonar que la evolución es una deriva azarosa, deberá antes demostrar que la primera mutación no confiere ninguna ventaja para el éxito de la bacteria ni propensión al segundo cambio; de este modo, dice Lenski, probaría que éste es independiente y aleatorio.

De Darwin a los organismos digitales

Charles Darwin tuvo la lucidez de ‘pasar a limpio’ varias ideas que ya circulaban en su época para construir el paradigma de la evolución. Sin embargo, la importancia de la selección natural ha sido cuestionada por científicos que creen en un proceso donde prima el azar.

El estadounidense Stephen Jay Gould, uno de los más prominentes evolucionistas del siglo XX, defendía que la evolución de las especies es impredecible, ya que trabaja sobre contingencias aleatorias, ‘accidentes’ en la historia de los organismos. Fue él quien ideó la imagen de la evolución como una película. Si se rebobinase para reproducirla de nuevo, decía Gould, el resultado sería diferente.

Experimentos como el de las bacterias de Lenski son de enorme valor para desentrañar los mecanismos evolutivos. En los últimos años, este científico ha trabajado además en la simulación virtual de ‘organismos digitales’; programas que, como los seres vivos, se reproducen, evolucionan y se enfrentan al medio para vivir o morir.


Fuente:

Público.es - Ciencias
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