Todos hemos visto las señales de prohibición del uso de teléfonos
móviles en las estaciones de servicio. Incluso hemos recibido correos
electrónicos con videos e imágenes de incendios o explosiones provocados
por el supuesto uso del teléfono al repostar.
Pero, ¿hay un riesgo real?
Si hablamos de explosiones o incendios, la respuesta es que no.
Las explosiones a las que se refiere este mito son explosiones
químicas producidas a partir de una reacción de combustión de carácter
exotérmico. Se trata de una combustión rápida que genera gases calientes
que se expansionan, dando lugar a una onda de presión (onda aérea) y a
un frente de llama que se propaga rápidamente.
Realmente cuando empleamos el término explosión para el caso que nos ocupa, nos estamos refiriendo a una deflagración,
ya que la velocidad lineal de avance de la reacción (frente de llama)
es inferior a la velocidad del sonido, y la onda de presión generada
avanza por delante del frente de llama o zona de reacción.
Para que se produzca una deflagración es necesaria la presencia de un
producto combustible mezclado con un comburente -dentro de unos límites de explosividad-, y de una fuente de ignición. Es el clásico triángulo del fuego que todos conocemos (realmente es un tetraedro, pero hoy lo simplificamos en aras de una mejor comprensión)
Para que ocurra un fuego o una deflagración, necesitamos completar
los tres elementos del triángulo. En las gasolineras tenemos el
combustible (los vapores de los carburantes), un comburente (el oxígeno
del aire) y faltaría la fuente de ignición como parámetro que pueda
ocasionar la deflagración para cerrar el triángulo del fuego.
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