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15 de noviembre de 2012

¿Por qué nos emborrachamos? La Química responde


¿Qué es el alcohol ?

Es una sustancia química, cuyo nombre científico es etanol o alcohol etílico, que está presente en todas las bebidas alcohólicas que existen. Hay que decir que siempre existe un nivel mínimo de alcohol en sangre, incluso aunque no hayamos bebido alcohol. Este etanol de la sangre procede de la fermentacion de las bacterias de nuestra flora intestinal.

Cuando consumimos alcohol, toda una maquinaria de reacciones bioquímicas comenzarán a producirse en nuestro organismo. En primer lugar, el alcohol (etanol) se convierte en acetaldehido por acción de una enzima llamada Alcohol deshidrogenasa. Posteriormente, el acetaldehido se transformará en ácido acético, por acción de otra enzima llamada Aldehido deshidrogenasa. En todas estas reacciones se genera poder reductor (que equivale a unas moléculas llamadas NADH).

La tolerancia al alcohol depende en gran medida de los niveles de enzima aldehido deshidrogenasa mitocondrial (existe otra enzima del mismo tipo pero citosólica) que presente el individuo. En los paises asiáticos, los individuos presentan niveles bajos de esta enzima y por eso, las personas asiáticas alcanzan un estado de ebriedad con una cantidad de alcohol que para un europeo no supone demasiado efecto.

En definitiva, una vez que hay alcohol en el organismo habrá cinco sustancias químicas que van a actuar: el etanol que no haya reaccionado, acetaldehido, ácido acético (o acetato), los aditivos que acompañan al etanol en las bebidas alcohólicas (generalmente aportando sabores) y el poder reductor (NADH).

1. Etanol que no ha reaccionado. Va a afectar a la fluidez de las membranas biológicas (por ejemplo, las membranas de las neuronas). Bloquea los canales de sodio dependientes de voltaje en la sinapsis, con lo que influirá en la transmisión del impulso nervioso. Esto explica que ebrios, razonar o pensar nos sea más complicado de lo habitual.

2. Acetaldehido (o etanal). Disminuye los niveles de neurotrasmisores ya que reacciona con la dopamina endógena formando salsolinol. Esto explica que, cuando hemos bebido, nuestros movimientos sean mucho menos coordinados y nos volvamos bastante más torpes. Los niveles de algunas vitaminas (como la vitamina B1) también se verán reducidos.

Vitamina B1 (Tiamina). Fuente: Wikimedia


3. Ácido acético (o acetato). Provoca la retroinhibición de la “beta”-oxidación de los ácidos grasos de modo que se acumulan las grasas en el hígado (hígado graso).

4. Poder reductor (NADH). El poder reductor es usado por las células del organismo para transformar la testosterona en estradiol (un estrógeno) mediante una serie de reacciones químicas de hidrólisis y aromatización entre otras. Al aumentar los niveles de estrógenos, aumenta el apetito sexual con el estado de ebriedad. Sin embargo, como los niveles de testosterona disminuyen, también lo hace la potencia sexual. De ahí el “quiero y no puedo” del que todos hemos oido hablar.



5. Aditivos de algunas bebidas alcohólicas (aldehidos y polifenoles que dan sabores u olores agradables para el consumo). Son inhibidores, en muchos casos, de la aldehido deshidrogenasa que, como ya hemos comentado, es la enzima implicada en la tolerancia al alcohol. Si esta enzima se bloquea por consumo elevado de alcohol, llegará un momento que nuestro cuerpo tenga que eliminar el exceso de etanol por una vía alternativa a la vía química. Son los vómitos tan propios de situaciones en las que el consumo de alcohol ha sido excesivo.

En definitiva, el alcohol no deja de ser una sustancia química y nuestro organismo, un gran laboratorio. Los efectos del alcohol, por tanto, no son más que consecuencias de las reacciones químicas que se producen cuando esas moléculas del vodka, whisky o la cerveza viajan por nuestra sangre hasta nuestras células.

 


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