Investigadores de EEUU calculan que cuatro millones de aerogeneradores cubrirían más de la mitad de las necesidades energéticas planetarias.
Vista aérea de una instalación de generadores eólicos / Arenamontanus
El viento que sopla en la Tierra es suficiente para cubrir las
necesidades energéticas de todo el mundo. Es la conclusión de dos
estudios publicados esta semana que utilizan complejos modelos
informáticos para calcular cuánta energía pueden producir las turbinas
eólicas llevada a su límite teórico. El primero de estos estudios, publicado ayer en Nature Climate Change
y liderado por Kate Marvel del Laboratorio Nacional de Lawrence
Livermore, calculó que sería posible extraer hasta 400 Teravatios (TW)
de potencia del viento que sopla a pocos metros del suelo y más de 1.800
de turbinas suspendidas en el aire que aprovechasen las corrientes
fuertes y continuas a grandes altitudes.
En un segundo estudio,
elaborado por dos científicos de las universidades de Delaware y
Standford (EEUU), los autores utilizan otro modelo para llegar a cifras
algo distintas pero igualmente elevadas si se tiene en cuenta que la
demanda mundial de energía ronda, según el primero de los estudios, los
18 TW. Según el artículo, publicado hoy en la revista PNAS, si
se cubriese toda la superficie terrestre y marina con molinos eólicos de
100 metros de alto, se contaría con una capacidad de 250 TW. Si además
se instalasen turbinas a diez kilómetros de altura para cosechar las
corrientes atmosféricas, se obtendrían 380 TW más.
Ambos artículos se ocupan también de una preocupación surgida de
otros modelos planteados por investigadores como Alex Kleidon, del
Instituto Max Planck para Biogeoquímica de Jena (Alemania). Según el investigador,
aunque sería posible extraer hasta 70 TW de la energía eólica, hacerlo
tendría graves consecuencias sobre el planeta comparables a doblar las
emisiones de dióxido de carbono. Los nuevos estudios aseguran que es
posible instalar un número de turbinas suficiente para cubrir al menos
la mitad de las necesidades energéticas mundiales sin afectar al clima
ni agotar la energía eólica.
Consecuencias para el clima
El grupo de Lawrence Livermore estima que las instalaciones eólicas
suficientes para cubrir las necesidades energéticas globales solo
afectarían la temperatura terrestre en 0,1 grados, y las
precipitaciones, en un 1%. Por su parte, el equipo formado por Mark Jacobson y Cristina Archer hace
una propuesta algo menos ambiciosa y calcula el número de generadores
necesarios para cubrir algo más de la mitad de la demanda energética
mundial. Con cuatro millones de turbinas de 5 MW sería posible, según
ellos, proporcionar 7,5 TW de potencia (este grupo estima la demanda
energética mundial en poco más de 10 TW) sin efectos negativos sobre el
clima.
Para realizar sus cálculos, el equipo que hoy publica su artículo en PNAS introdujo un modelo de tierra, mar y aire (GATOR-GCMOM)
en el que se extrajo la energía a los 100 metros de altura a los que
estarían situadas en realidad las turbinas. Según este modelo, esa
extracción de energía a esa altura determinada no agotaría la energía
del aire de la atmósfera por encima y por debajo de ese nivel y no
provocaría los efectos sobre el clima calculados por Kleidon en un
análisis que tomaba como referencia la extracción de aire a ras de
suelo.
“No decimos que haya que poner turbinas por todos los lados, pero
hemos mostrado que no existe ningún obstáculo fundamental para obtener
la mitad o, incluso, varias veces la demanda energética mundial del
viento hacia 2030″, dice Jacobson. El espacio cubierto por los molinos,
no obstante, sería descomunal. Si su propuesta se llevase a cabo, se
instalarían dos millones de turbinas en el mar y las restantes sobre
tierra.
Solo estas últimas ocuparían un territorio similar al de España y
Alemania juntas. La distribución de los generadores debería ser, se
puntualiza en los dos estudios, lo menos concentrada posible para
minimizar el impacto sobre el clima y que las turbinas no se roben
viento entre sí.
Los resultados de estos dos estudios contradicen las estimaciones
presentadas en otros no tan optimistas respecto al potencial de la
energía eólica. Es el caso de un artículo
publicado por investigadores de la Universidad de Valladolid, con el
investigador Carlos de Castro a la cabeza. Este estudio se afirma que
muchos de los estudios que obtenían unos resultados de energía potencial
eólica tan optimistas estaban mal planteados. Medían la velocidad del
viento en distintos puntos del planeta y después evaluaban dónde se
podían colocar molinos y cuánta energía se podía sacar de ellos. Este
planteamiento olvidaría, según el equipo español, la
extracción de la energía cinética del viento que suponen los molinos
eólicos, violando el principio de conservación de la energía. Aplicando
esta y otras limitaciones, los autores de este análisis consideran que
no sería posible obtener más de 1 TW de la energía eólica de todo el
planeta. De este modo, la energía eólica no superaría nunca el 10% del
consumo actual de energía fósil.
Algunos autores creen que la energía eólica no proporcionará más del 10% de las energías fósiles actuales
Tras ver el nuevo estudio, De Castro considera que, pese a la mejora
de los modelos empleados por los autores, la aplicación práctica de
estos cálculos sigue siendo poco realista. “Yo podría llegar a estar de
acuerdo con los límites geofísicos que ellos dan para la energía eólica,
pero otra cosa es cómo llevas esto a la realidad”, explica. “Alcanzar
la concentración de molinos que ellos proponen sería imposible sin
reducir la eficiencia mínima que suelen exigir las compañías para
instalar”, añade. “Al final, se trataría de obligar a las empresas a que
instalasen sus turbinas en determinados lugares sin pensar en la
rentabilidad, o llenar de molinos un desierto como el Sáhara, sin tener
en cuenta las grandes dificultades tecnológicas de llevarlo a cabo”,
señala el investigador de la Universidad de Valladolid.
La discusión entre estos grupos, forma parte del debate sobre cómo
hacer la transición energética. Aunque De Castro está completamente de
acuerdo en la necesidad de abandonar los combustibles fósiles por las
renovables, cree que esa metamorfosis no puede ser tan rápida como creen
Jacobson y Archer. “Por un lado, creo que las renovables no nos
permitirán continuar con los niveles de consumo energético actuales y
por otro, creo que la transición requerirá muchos años”, dice De Castro.
Archer, por su parte, considera que la celeridad del cambio depende
solo de voluntad política: “El mundo produjo unos 800.000 aviones en 5 o
6 años durante la Segunda Guerra Mundial, así que producir cuatro
millones de turbinas eólicas no es técnicamente difícil 70 años
después”.
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