El hallazgo de un cráneo permite adelantar en 20.000 años la llegada del hombre moderno al sudeste asiático desde África
El hombre moderno —nuestro antepasado directo— era un impenitente
viajero. Y, para los medios de la época —a pie—, bastante rápido. Tanto,
que llegó, desde el origen común africano de hace más de 140.000 años
al sudeste asiático, hace unos 60.000, según publican en PNAS, la revista de la Academia Americana de Ciencias, investigadores de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.
La datación ha sido posible gracias al hallazgo de fragmentos de un cráneo muy bien conservados en una cueva de los montes Anamitas, al norte de Laos. Y el resultado hace retroceder en 20.000 años la fecha estimada de la llegada de nuestra especie al sudeste asiático.
El hecho de que el hallazgo haya sido de una calavera es especialmente importante. Cuestiones como la capacidad cerebral, la composición de la dentadura, o incluso la forma de caminar, se pueden determinar con estos restos. Por eso los investigadores, que admiten que hay otros restos en la zona que podrían ser de la misma época, consideran que es este el hallazgo determinante, por su grado de conservación y la información obtenida.
Los antropólogos destacan, además, el hecho de que la calavera haya sido encontrada en el interior, y no en la costa. Se supone que la ruta inicial de las migraciones desde África a Asia fue siguiendo el litoral, pero este descubrimiento indica que ya en aquellos años la expansión del ser humano y sus capacidades le permitían adentrarse y buscar otros hábitats en los que explotar los recursos.
En la cueva no se han encontrado más restos, ni utensilios, lo que permite a los descubridores descartar que se tratara de un enterramiento o de un lugar permanentemente habitado. La teoría que manejan los estudiosos es que el individuo murió cerca, y que sus restos acabaron en ella tiempo después.
“Es un fósil del ser humano moderno especialmente antiguo y lo es, especialmente, para esta región”, ha dicho la antropóloga de la Universidad de Illinois Laura Shackelford, que dirigió el trabajo junto a Fabrice Demeter, del Museo Nacional de Historia Natural de París. “Hay otros fósiles de humanos modernos en China o en islas del sudeste asiático que podrían ser de la misma época, pero o no están bien datadas o no presentan rasgos humanos definitivos. Este cráneo está muy bien datado y muestra rasgos concluyentes del ser humano moderno”, ha dicho.
El hecho de que el hombre haya llegado a esa zona de Asia tan temprano permite asegurar la idea de que todos los actuales habitantes del mundo tienen el mismo origen. En el apretado calendario antropológico había un problema con la población de Australia y Oceanía. Lo lógico es que esta descienda de los mismos antepasados que el resto, cuyo origen actual se sitúa ahora en el Sur de África. Y el camino natural para llegar hasta ahí era que el ser humano hubiera llegado desde Asia cruzando por Indonesia. Mas había un pequeño problema para cuadrar las fechas, ya que las dataciones anteriores, que situaban el paso de los humanos por Indochina hace solo 40.000 años, no dejaban casi margen para que los aborígenes llegaran y se asentaran en Oceanía. Esto abría la puerta —o no permitía cerrarla del todo— a una teoría casi descartada, que es la de que hubiera habido varios orígenes de los seres actuales.
Fuente:
El País Ciencia
La datación ha sido posible gracias al hallazgo de fragmentos de un cráneo muy bien conservados en una cueva de los montes Anamitas, al norte de Laos. Y el resultado hace retroceder en 20.000 años la fecha estimada de la llegada de nuestra especie al sudeste asiático.
El hecho de que el hallazgo haya sido de una calavera es especialmente importante. Cuestiones como la capacidad cerebral, la composición de la dentadura, o incluso la forma de caminar, se pueden determinar con estos restos. Por eso los investigadores, que admiten que hay otros restos en la zona que podrían ser de la misma época, consideran que es este el hallazgo determinante, por su grado de conservación y la información obtenida.
Los antropólogos destacan, además, el hecho de que la calavera haya sido encontrada en el interior, y no en la costa. Se supone que la ruta inicial de las migraciones desde África a Asia fue siguiendo el litoral, pero este descubrimiento indica que ya en aquellos años la expansión del ser humano y sus capacidades le permitían adentrarse y buscar otros hábitats en los que explotar los recursos.
En la cueva no se han encontrado más restos, ni utensilios, lo que permite a los descubridores descartar que se tratara de un enterramiento o de un lugar permanentemente habitado. La teoría que manejan los estudiosos es que el individuo murió cerca, y que sus restos acabaron en ella tiempo después.
“Es un fósil del ser humano moderno especialmente antiguo y lo es, especialmente, para esta región”, ha dicho la antropóloga de la Universidad de Illinois Laura Shackelford, que dirigió el trabajo junto a Fabrice Demeter, del Museo Nacional de Historia Natural de París. “Hay otros fósiles de humanos modernos en China o en islas del sudeste asiático que podrían ser de la misma época, pero o no están bien datadas o no presentan rasgos humanos definitivos. Este cráneo está muy bien datado y muestra rasgos concluyentes del ser humano moderno”, ha dicho.
El hecho de que el hombre haya llegado a esa zona de Asia tan temprano permite asegurar la idea de que todos los actuales habitantes del mundo tienen el mismo origen. En el apretado calendario antropológico había un problema con la población de Australia y Oceanía. Lo lógico es que esta descienda de los mismos antepasados que el resto, cuyo origen actual se sitúa ahora en el Sur de África. Y el camino natural para llegar hasta ahí era que el ser humano hubiera llegado desde Asia cruzando por Indonesia. Mas había un pequeño problema para cuadrar las fechas, ya que las dataciones anteriores, que situaban el paso de los humanos por Indochina hace solo 40.000 años, no dejaban casi margen para que los aborígenes llegaran y se asentaran en Oceanía. Esto abría la puerta —o no permitía cerrarla del todo— a una teoría casi descartada, que es la de que hubiera habido varios orígenes de los seres actuales.
Fuente:
El País Ciencia