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3 de mayo de 2012

Un peruano crea un "sistema multiplicador de fuerzas"


Si el 7 de diciembre del 2011 el chalaco Fernando Ramos Solano hubiera sido víctima involuntaria del enfrentamiento entre los “Feroces de Atahualpa” y los “Malditos de Castilla”, habría sido noticia principal en algunos noticieros y diarios, y el titular hubiera sido: “Anciano invidente es baleado en la puerta de su casa”.

Sin embargo, por suerte, este hecho no sucedió. Pero sí es cierto que Fernando tiene 63 años, es invidente y que su madre y sus hermanos aún viven en el barrio donde él nació, el jirón Antonio Miro Quesada (antes Junín), en el cruce con Atahualpa, Callao.

Pero Fernando sí debió ser noticia principal de todos los medios de comunicación ese día. Ganó el primer puesto en el X Concurso Nacional de Invenciones, organizado por el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi). Con el “Sistema multiplicador de fuerzas”, había vencido a los más de 100 inventos que se presentaron, un aparato que, según él, revolucionará el uso de la energía, porque con el motor con que se mueve un auto, adaptando su invento, se moverá hasta un barco.

Aquella mañana del 7 de diciembre, en el local de Indecopi, los equipos científicos de las universidades Católica y San Martín se miraban como diciendo, “hoy te gano” y grande fue su sorpresa cuando el jurado anunció que ambas universidades habían empatado el segundo lugar y que el ganador absoluto en el rubro de “persona jurídica” era la empresa “Sixto Ramos Granados SAC”, una pequeña empresa familiar formada por tres hermanos en homenaje a su padre. Y que junto con los familiares presentes gritaron a todo pulmón ¡Chim Pum, Callao!, llorando y abrazándose de emoción.

Se reconocía así el esfuerzo de Fernando Ramos, quien desde su época de estudiante en la Escuela Nacional de Ingeniería Técnica, había soñado con semejante proyecto. Sin embargo, no fue hasta que empezó a quedar ciego que inició la concreción de esta idea. Para ello contó con el apoyo incondicional de su hermano Marcos, quien trabajaba en una avícola en el norte chico, y de Charo, doctora en Educación y maestra en ejercicio. Ambos respaldaron económicamente durante todos estos años el sueño de su hermano mayor.

Pero necesitaba la vista y las manos para probar su teoría y cristalizar el proyecto y eso lo puso Guillermo, el tercero de sus once hijos, quien solo había estudiado un par de ciclos de diseño. Pero como ellos lo dicen: “el talento está en los genes” y el hijo supo captar bien la idea del padre y culminar el invento. Como premio recibió un trofeo otorgado por la Organización mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y el financiamiento de la solicitud de patente en el Perú y en el extranjero.

En ese mismo concurso, el médico Oscar Patiño Melgar, ganó en la categoría “persona natural” por inventar una “cánula para traqueotomía” que hace posible realizar ese procedimiento médico de manera menos invasiva y sin dañar las vías respiratorias. El obtuvo medalla de oro de la OMPI y el financiamiento completo para participar en la 40° Feria Internacional de Inventos en Ginebra, Suiza, en abril de este año.



Rumbo a Ginebra 
A comienzos de abril, se comunicaron con la familia para invitarlos a participar en la 40° Feria. La OMPI asumiría todos los gastos de Fernando, pero producto de una serie de descoordinaciones, nadie les dijo que el inventor era ciego y que debía ir con un acompañante. Hilda Paz, su esposa, con apoyo de sus amigos, empieza una campaña para conseguir un pasaje para que el hijo que lo ayudó a realizar su sueño lo acompañe a Ginebra.

Fernando viajó solo. Y se perdió por unas horas en el transbordo de Amsterdam a Ginebra, viajando de emergencia en la cabina del piloto en el siguiente vuelo. Guillermo pudo viajar a los dos días gracias al apoyo de la Fundación Telefónica que al enterarse del caso colaboró con su pasaje. Su hijo se fue llevando el prototipo del invento, que de haber estado en exposición desde el primer día le hubiera garantizado el puntaje necesario para obtener el primer puesto.

Es meritorio el tercer lugar de ellos, quienes fueron los únicos representantes de América en la Clase A (Mecánica-Motores-Maquinaria-Herramientas-Procesos Industriales-Metalurgia). Compitieron con inventores de Rusia, China, Alemania y de otras decenas de países de Europa y Asia, quienes contaban con la infraestructura y la publicidad requerida para este tipo de eventos.

El otro representante peruano, el médico Oscar Patiño, con su “Cánula de traqueotomía”, logró la medalla de oro, en la categoría Clase M (Medicina-Cirugía-Higiene-Ortopedia-Equipos para minusválidos).

Entre la solidaridad y el infortunio 
Cuando tenía 16 años a Fernando lo quisieron llevar a Europa, una empresa le había realizado un test intelectual que lo demostraba como un creador con mucho potencial. Su madre no quiso, que su hijo “El cabezón”, como lo llaman cariñosamente, se fuera tan pequeño de su lado. A lo largo de su vida ayudó a muchos amigos empresarios a mejorar sus máquinas de trabajo sin ningún interés económico. En una oportunidad lo visitó un narco quien le propuso que le fabrique una máquina a cambio de una maleta llena de dólares, su rechazo fue inmediato. A pesar de sus estrecheces económicas, Fernando siempre ha mantenido su independencia y sus profundas convicciones sociales.

“Quiero que mis creaciones sirvan para mejorar la vida de los demás”, dice con esa sonrisa tranquila que sabe regalar. ¿Cuál es tú sueño ahora?, le pregunto. El de siempre, que este invento me permita crear la fábrica de fábricas, es decir ayudar a todas las personas que puedan inventar cosas para hacer un mundo más justo y humano.

Cuando empezó a perder la visión por soldar muchas veces sin protección, no se derrumbó y con su permanente optimismo dijo que ahora tendría el tiempo para realizar sus sueños de inventor. El Sistema multiplicador de fuerza, es el primero. Nos garantiza que en su mente ya hay otros dando vueltas.

Hace dos años, su hermano Marcos, uno de los soportes de la empresa familiar, tuvo que ser operado del cerebro y ya no pudo seguir trabajando. Por ello, Fernando y su hijo redoblaron esfuerzos para concluir su genial obra y lo consiguieron.

Ahora la empresa “Sixto Ramos Granados SAC”, espera que Indecopi le otorgue la patente para empezar a comercializar el invento, sin que les roben su creación. Lamentablemente el proceso dura varios años y ellos siguen esperando.

“El hombre es un creador por excelencia”
Fernando Ramos

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