Si un asteroide impactara sobre la Luna sencillamente se formaría otro nuevo cráter.
Incluso si tenemos en cuenta el tamaño de los asteroides de más de 100
km de diámetro que orbitan en las proximidades de la Luna.
¿Y con el mayor asteroide conocido? Éste se llama Ceres y con sus 965,6 km de diámetro tiene el tamaño de California y Nevada juntas.
La Luna gira alrededor de la Tierra a aproximadamente un km por
segundo, es decir, que este impulso es tan grande que neutralizaría
limpiamente el impacto de Ceres y continuaría orbitando alrededor de
nuestro planeta.
¿Entonces qué sería necesario para desviar a la Luna?
Pues, como mínimo, un objeto del mismo tamaño y densidad que la Luna.
Lo más probable es que, tras el impacto, la Luna no sobreviviera. Pero
si lo hiciera, sí que podría precipitarse contra la Tierra. Aunque no
sería necesaria tanta parafernalia: si la colisión recolocara la Luna en
una órbita más baja o menos circular, también sería muy peligroso para
nosotros.
Por ejemplo, si la nueva órbita lunar estuviera a mitad de distancia que la actual, entonces las mareas oceánicas aumentaría ocho veces su nivel.
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