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10 de agosto de 2011

“La mitad de los europeos desciende de Tutankamón” ¿dónde está la noticia?


En una ocasión apareció esta noticia en Internet:



Entonces utilicé matemáticas básicas para argumentar que la noticia no era tal. Pues bien, recientemente ha salido en los medios una noticia que me ha traído aquella a la mente:



En el estudio sobre Gengis Khan, el de los “ímpetus sexuales”, se rastreaba el cromosoma Y, que se transmite solo de padre a hijo varón. En el caso actual, el del faraón egipcio, se hace seguimiento del haplogrupo (un haplogrupo es una serie de alelos en una zona concreta de un cromosoma) R1b1a2, situado también en el cromosoma Y. En ambos casos las conclusiones se refieren, por tanto, a la población masculina.

Hay que tener en cuenta que Tutankamón no tuvo hijos varones. Los investigadores de la empresa de análisis genéticos iGENEA señalan que además de sus genes, estudiaron los de su padre y su abuelo. Prescindiremos de este “nimio” detalle y usaremos las mismas matemáticas de primaria para comprobar que la noticia peca de sensacionalista. (¿Publicidad de iGENEA?)

Asumamos, de una forma muy conservadora, que un siglo abarca tres generaciones humanas, y que, como promedio, cada varón tiene dos hijos varones que alcanzan la edad reproductora; cada uno de éstos tiene otros dos a su vez, y así sucesivamente. Tutankamón nació hacia el año 1345 a.C., por lo que desde entonces han transcurrido 100 generaciones. Si en cada generación se duplica el número de varones descendientes del famoso faraón, debemos esperar que 299 hombres vivos sean descendientes suyos. Resulta que 299 = 6,3 • 1029, más de seiscientos mil cuatrillones, la población total actual multiplicada por un uno seguido de veinte ceros. Concluyendo, que la mitad de los europeos (incluso que más del 70% de los españoles) seamos “parientes” de Tutankamón no tiene nada de extraordinario.

Esto es lo que añadía tras el similar análisis que hice sobre la noticia relativa a Gengis Khan en Ciencia para Nicolás:

“La noticia me trae a la mente a esos tipos que presumen de ser descendientes directos de algún personaje famoso de la antigüedad. Si razonamos ahora en sentido inverso y nos fijamos en los antecesores masculinos cada uno de nosotros tiene un padre, dos abuelos, cuatro bisabuelos, ocho tatarabuelos… Retrocediendo unas pocas generaciones resulta que tenemos, en una época determinada, más antepasados que gente vivía entonces. La conclusión es triple, a saber: primero, que no es ningún mérito tener un antepasado de postín, ya que eso es de lo más vulgar; segundo, que muchos de nuestros antepasados lo son más de una vez, es decir uno de ellos puede aparecer en varias ramas de nuestro árbol genealógico; y tercero, que todos los humanos compartimos antepasados, lo que automáticamente nos convierte en parientes, por poco que esto le guste a racistas de todo pelo”.

Fuente:

Amazings


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