Domingo, 25 de abril de 2010
Punset: "La cultura está cambiando las sociedades"
En Conocer Ciencia tenemos mucho aprecio a las opiniones, casi siempre objetivas de Punset, además de admirar su labor de difundir ciencias en España (país que cuenta con una con una colosal tv basura con programas del corazón y chismes de farándula). Pero Punset peca al omitir siempre el rol de las economía en el devenir de las sociedades, por ejemplo en este post plantea que la cultura por sí sola promociona cambios y transforma las sociedades, pero no es así.
Es la economía, la base económica de las sociedades la que produce los cambios en la sociedad, cambios que deben servir necesariamente para la supervivencia del modelo, el stablishment, por lo tanto la economía regula los cambios sociales, promueve los cambios que le son favorables y pone murallas a los cambios que le son desfavorables. Por ende hay dos fuerzas en las sociedades, unas fuerzas sociales que mantienen el sistema establecido (con todas sus asimetrías) y otras fuerzas sociales que pugnan por el cambio del sistema establecido (una sociedad justa e igualitaria). Del choque de estas fuerzas nacen lo que se denomina cultura: religión, arte, literatura, ensayos filósficos y sociológicos, costumbres, educación, mass media, etc. Y, si lo pensamos bien, es la economía también la que encumbra a China en el panorama internacional, y es también la economía la responsable del calentamiento global.
Los dejo con el artículo de Punset, vale destacar su optimismo para visualizar el futuro, aunque, debemos aclarar, que es un optimismo ingenuo.
Al parecer, las investigaciones más recientes apuntan a la cultura como el único atributo que nos distingue del resto de los animales; no es que ellos no tengan cultura, sino que la nuestra es distinta. La cultura de los humanos se caracteriza por el “efecto trinquete”; es decir, no cabe la marcha atrás ni el olvido y todo nuestro conocimiento es acumulado.
¿Por qué vale la pena reflexionar sobre los cambios que se están produciendo en la cultura? ¿Y en los hábitos de la comunicación de esa cultura? Sencillamente, porque están transformando nuestras vidas en mucha mayor medida que otros cambios, como el climático o la aparición de China como primera potencia mundial; aunque no lo parezca. ¿Qué es realmente nuevo y trascendental en materia cultural?
En primer lugar, la irrupción de la ciencia en la cultura popular. Unas veces, ciencia para andar por casa, como lavarse las manos y desinfectar la ropa, y otras veces, ciencia de investigaciones de laboratorio, como los antibióticos, que han triplicado, las dos, la esperanza de vida. Contamos con cuarenta años de vida redundante en términos biológicos y, por lo tanto, por primera vez en la historia de la evolución empezamos a explorar si hay vida antes de la muerte y, si la hay, a disfrutarla. Hasta hace bien poco, todo el mundo estaba obcecado únicamente en saber si había vida después de la muerte.
En el capítulo número 44 de Redes “Entrena tu cerebro, cambia tu mente“, emitido el 01/11/09, Eduard Punset y su equipo muestran el experimento realizado con taxistas londinenses.
El segundo cambio excepcional consiste en haber aprendido que no sólo podemos cambiar la cultura, sino también los sistemas educativos y las estructuras cerebrales. El famoso experimento de los taxistas de Londres ha permitido comprobar que la experiencia individual podía afectar la estructura de nuestros mecanismos mentales. Resulta que el volumen del hipocampo de los taxistas de Londres es significativamente mayor que el del promedio de los ciudadanos británicos. ¿Por qué? Simplemente, porque para saberse todo el callejero de Londres hace falta estar tres años ejercitando la memoria.
Por primera vez en la historia de la evolución, la ciencia nos está demostrando que somos dueños de nosotros mismos. Para conseguirlo, ¿cuál es el área o momento para actuar? También eso lo sabemos, gracias a otro experimento famoso efectuado en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, que nos ha alertado sobre la importancia trascendental del periodo que va desde el vientre de la madre hasta los siete años de edad. Durante veinte años se ha seguido el comportamiento de niños a los que se había sometido en la escuela a pruebas de control de sus propias emociones. Los que habían resistido y sabido gestionarlas alcanzaron, en promedio, un mayor equilibrio en su etapa adulta. Por favor, no descuidemos este periodo de I+D, todo pagado, que va desde el nacimiento hasta los siete años.
No sólo sabemos eso. La mayoría de los organismos internacionales pueden ahora aconsejar que la mejor opción para recortar los índices de violencia de las sociedades del futuro es la introducción del aprendizaje social y emocional en la más tierna infancia. Ocuparnos de aprender a gestionar algo de lo que no nos habíamos ocupado nunca: nuestras emociones básicas y universales.
Y por si fuera poco, se ha perfilado ya el consenso a nivel mundial para la imprescindible reforma educativa. Se deberá aprender a gestionar la diversidad característica del mundo globalizado en lugar de ocuparnos solamente de destilar contenidos académicos en las mentes infantiles; los niños deberán aprender a gestionar lo que tienen en común: sus emociones básicas y universales; por último, contamos con las redes sociales para contrastar pareceres y culturas distintas gracias al soporte digital, que nos permite relacionar disciplinas dispares. Sin eso, la innovación es imposible.
Fuente: