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13 de diciembre de 2012

¿Qué hora es exactamente en los mismísimos polos Norte y Sur?


¿Quesitos de Trivial? ¡No! Las zonas horarias en la Antártida
 
Me crucé con una página que explica una curiosidad que llevaba tiempo buscando, acerca de las zonas horarias y algunos lugares peculiares de nuestro planeta; concretamente, los polos Norte y Sur. La cuestión es: ¿si estuvieras exactamente en el polo Norte, o en el polo Sur, qué hora sería? ¿Podrías corretear un poco y pasar de una zona a otra en cuestión de unos pocos metros? ¿Cruzar tal vez la zona de cambio de día?

La respuesta es depende.

Empecemos por el polo Sur: allí hay terreno firme, la superficie está congelada y cubierta de nieve; hay varias bases de exploración permanentes y gente explorando de un sitio a otro. Un conocido enclave es la base de McMurdo que hasta tiene cajero automático. Allí los relojes y saber qué hora es es algo relevante.

En la Antártida el mapa oficial de los husos horarios muestra las líneas de cambio de zona que «bajan» junto con las de longitud y los meridianos desde el resto del globo – más o menos como cabría esperar. Algunas zonas están agrupadas y simplificadas; en total hay más de una decena.

Al igual que en mitad de los océanos y en otras partes en el polo Sur para evitar problemas de descoordinación se utiliza la hora UTC (tiempo universal coordinado) aunque en algunas zonas se usa alternativamente también la zona horaria de los territorios cercanos, como Nueva Zelanda por ejemplo.

Lea el artículo completo en:

Microsiervos

12 de diciembre de 2011

A un siglo de la conquista del Pólo Sur

La conquista del Polo Sur

Foto

Llegada a la Antártida de la expedición del explorador noruego Roald Amundsen en 1911. | National Library of Australia

Hace un siglo, el 14 de diciembre de 1911, el noruego Roald Amundsen al frente de un equipo de cinco hombres, alcanzó el Polo Sur por primera vez en la Historia. El 17 de enero de 1912, 34 días más tarde, Robert Falcon Scott, junto con otros cuatro británicos, llegaba caminando hasta aquel mismo punto en el corazón del continente antártico. El primero retornó a la civilización; el segundo falleció mientras regresaba al campamento base. Uno se trajo el éxito; el otro quedó atrapado por el fracaso junto a sus compañeros. Ambos se convirtieron en héroes.

Los tintes épicos que rodearon la conquista del polo Sur en los albores del siglo XX, convirtieron esta carrera en la más dramática de cuantas competiciones jamás ha emprendido el espíritu humano. Auspiciados por un pujante nacionalismo y con el apoyo de descubrimientos como las máquinas de vapor y los nuevos medios de comunicación que hicieron al mundo mucho más pequeño, en el periodo entre mediados del siglo XIX y la mitad del XX las grandes naciones de Occidente se lanzaron a conquistar el mundo.

Alemania, Estados Unidos, Bélgica, Francia, Italia, Suecia y especialmente una Inglaterra cargada de poderosas razones victorianas, fueron borrando una tras otra las últimas manchas blancas del mapamundi. La fiebre de la conquista se propagó de las selvas africanas a los desiertos centrales de Asia, alcanzando su arrebato en las regiones polares, hasta alcanzar su final al mismo tiempo que se lograba ascender a las cumbres más altas de la Tierra, en el Himalaya y ya en la década de los pasados 50. Sólo cuando hubo conquistado aquellos últimos lugares vírgenes, el hombre miró al espacio.

El camino del polo Sur pasa por el polo Norte

«Se ha conquistado el polo Norte». En 1909 viajó por todo el mundo la noticia de que Robert Peary lo había logrado —es muy posible que tanto Frederick Cook como Robert Peary pensasen que realmente habían conseguido el éxito en sus respectivas aventuras. Hoy se ha demostrado que no lo hicieron, pero en 1909 no se sabía nada de esto—. Fue un duro revés para el noruego Roald Amundsen, que preparaba una expedición para ser él el primero. Había conseguido que Fridtjof Wedel-Jarlsberg Nansen le dejase el barco polar 'Fram'; también que el Gobierno noruego y diferentes patrocinadores de su país subvencionasen la aventura.

Haciendo uso de su mentalidad práctica, en la que lo que realmente importaba era conseguir sus objetivos, supeditando la manera de lograrlo al éxito final, Amundsen cambió su sueño anhelado. En vez del ya conquistado polo Norte, marcharía al todavía virgen polo Sur.

Para evitar que nadie le retirase sus apoyos y sobre todo, porque sabía que el británico Robert Falcon Scott se dirigía a la Antártida con idéntico objetivo, Amundsen mantuvo en secreto sus cambios de planes durante el año que duraron los preparativos del viaje. «Si se quería salvar la expedición, era necesario actuar rápidamente y sin ninguna vacilación. Con la misma velocidad que las noticias habían viajado a través del mundo, decidí cambiar mi punto de vista y volví mi mirada hacia el polo Sur», escribiría Amundsen sin el menor inconveniente en el relato de aquella aventura.

Fuente:

Especiales El Mundo (España)

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