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12 de diciembre de 2008

¿Cómo funciona el pensamiento? Video

Especial: Aprendizaje

Mariano Sigman: ¿Cómo funciona el pensamiento?


Conocer Ciencia descubrió este video fascinante, se trata de una entrevista a Mariano Sigman, físico de profesión y Doctor en neurociencias por vocación. Actualmente trabajaba como investigador en Ciencias Cognitivas en París. Mariano nos comenta sobre un tema fascinante: ¿Cómo funciona el pensamiento?


Presentamos un video con la entrevista a Mariano Sigman, el director del grupo de investigación en Neurociencia Integrativa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Un laboratorio que estudia cómo funciona el pensamiento.

Estos saberes, combinados con las nuevas tecnologías, permiten medir cada vez más puntos del cerebro y abren un panorama de posibles cambios de nuestra existencia.

Este grupo de investigación –ya presentado en la entrevista anterior– está integrado por profesionales con distintos perfiles.

Psicólogos, físicos, biólogos, matemáticos estudian cómo funciona el pensamiento desde la perspectiva neurocientífica. Intentan descifrar qué sucede en el cerebro cuando se sienten determinadas experiencias, cuáles son las relaciones entre la cognición, la memoria y en general las emociones, y su correlato fisiológico.

Como cualquier objeto de conocimiento, el cerebro también puede estudiarse a distintas escalas. La neurociencia integrativa es el estudio a gran escala del cerebro.

Los invitamos a ver este video para conocer algunas de las posibilidades que se plantean para nuestro futuro.

Mariano Sigman se licenció en Física en la Universidad de Buenos Aires, e inició una prolífica carrera por distintos lugares y ramas de la ciencia. Se doctoró en Neurociencias en Nueva York, y trabajó como investigador en Ciencias Cognitivas en París, además se ocupó de divulgación científica, como lo demuestra en su libro El breve lapso entre el huevo y la gallina. Hoy, y luego de todas sus experiencias en el extranjero, es profesor del Departamento de Física de la UBA e investigador del Conicet.


Cámara: Gerardo Brossy
Edición: Juan Novelletto
Realización: Verónica Castro


Fuente:

EDUCAR de Argentina

El cerebro genera todo el tiempo un modelo del mundo

Especial: Aprendizaje

Mariano Sigman: el cerebro genera todo el tiempo un modelo del mundo


El cerebro genera todo el tiempo un modelo del mundo, explica el neurólogo Mariano Sigman, miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, en esta entrevista. Fluye en ambos sentidos vía sensaciones, acciones y círculos que se generan en el ambiente, en el sujeto y en otros cerebros. La plasticidad cerebral es mucho mayor de lo que generalmente se piensa, si bien la comunidad neurocientífica, que estudia las sensaciones, las percepciones, el conocimiento y sus respectivas maquinarias, es sumamente conservadora. Para este investigador de la arquitectura de los pensamientos, las nuevas tecnologías pueden provocar profundas transformaciones en pilares fundamentales de nuestra existencia. De hecho, en cierta forma ya estamos cyborgizados, asegura.


Por Verónica Castro.

harunyahya.com

Mariano Sigman se licenció en Física en la Universidad de Buenos Aires e inició una prolífica carrera por distintos lugares y ramas de la ciencia. Se doctoró en Neurociencias en Nueva York, y en la actualidad es investigador en Ciencias Cognitivas en París. Además, este argentino de 32 años es un excelente divulgador científico, como lo demuestra en su libro El breve lapso entre el huevo y la gallina. En esta entrevista –entre ovejas con complejo de Edipo y un marciano que llega a la estratosfera– nos conduce en un viaje para entender algo del mundo del cerebro y la tarea de los científicos.


—Ud. se dedica a la neurociencia integrativa. ¿Podría contarnos de qué trata esta especialidad?

—La neurociencia es la ciencia que estudia el funcionamiento del cerebro. No es demasiado "chovinista" darle un nombre al estudio de un órgano –nadie se jactaría de estudiar higadociencia–, sino más bien el reflejo de una verdadera explosión de un campo. En el congreso de la sociedad estadounidense de neurociencias participan cerca de 30.000 personas cada año. Todas estudian el cerebro. Otra diferencia es la naturaleza recursiva de este estudio (estudiamos el órgano que nos permite estudiar) y el control del cerebro sobre el resto de los órganos, que hace que casi todo, aún la "higadociencia", sea de alguna manera neurociencia. De la misma manera que el estudio de la materia puede hacerse a distintas escalas (físicos estudiando partículas; químicos, moléculas; biólogos, células; físicos otra vez, materiales extensos; meteorólogos, tormentas, y físicos (están por todos lados), los planetas y el universo), el cerebro puede estudiarse a distintas escalas. La neurociencia integrativa es el estudio a gran escala del cerebro. La termodinámica de los estados cerebrales. Pero integrativo quiere decir muchas veces (y en mi caso también vale) no la integración en el espacio, sino la integración metodológica: de experimentos, modelos, computación, matemática. Siendo que los problemas a gran escala son difíciles incluso de postular, ambas versiones de neurociencia integrativa terminan pareciéndose.

—¿Qué es lo que más le interesa investigar, en qué ha estado trabajando en los últimos tiempos?

—Grosso modo yo trato de entender la arquitectura de los pensamientos. Descomponer un flujo de actividad de estados neuronales en estados estables y estudiar la transición de estos estados, a la manera en que lo hizo Freud en su momento, tratando de entender el lenguaje de los pensamientos, los que se superponen, los que se implican (y los mecanismos de superposición e implicación), pero un poco más fierrero. Creo que casi todos los que estamos en este asunto empezamos a trabajar en una metáfora, en una idea general sobre la cual nos da gusto circular. Después uno vive obsesionado por detalles menos importantes y cada tanto viene bien recordarse por qué uno se metió en esto.

—A nivel cerebral, ¿cuáles son las diferencias sustantivas con nuestros antepasados?

—Muchas y pocas. Hay viejos clichés que son ciertos, pero que no dejan de formar parte de mitos del pasado, o de argumentos simplistas que en otros escenarios nadie defendería. Tales como: la corteza cerebral humana está más desarrollada – la corteza cerebral participa de los procesos cognitivos más elevados (a diferencia de controlar la homeostasis que es papita para el loro), luego, es normal que seamos mucho más inteligentes que los canguros. Hace pocos días, un tal Asafa Powell corrió los 100 metros en 9.77 segundos y se convirtió en el hombre más rápido del planeta. ¡Una diferencia de 10 milisegundos! El punto es que en una obsesión por marcar récords se establecen diferencias que son ínfimas y que lo que denotan es un enorme empate. Con el cerebro pasa algo parecido. El punto tal vez más remarcable es cuánto nos parecemos a los ratones o a las ovejas con su complejo de Edipo. Dicho esto, hay un punto importante y es que los ratones y las ovejas no leen, ni hablan sueco, ni juegan al Go (lo cual probablemente no es mucho más difícil que hacer lo que hacen). Esto lo que muestra es la profunda capacidad de reciclaje (en la escala corta del aprendizaje en vida de cada uno, y en la más larga del aprendizaje cultural) del cerebro para adecuarse a distintas funciones.

Mariano Sigman: el cerebro genera todo el tiempo un modelo del mundo
  • Importante panorama de cambios

    "Fluir el cerebro de maneras alternativas, vía drogas nuevas, cables o lectores que puedan leer estados mentales mejor que nuestros propios músculos (como muchos cyborgs lo hacen), abre un panorama de cambios importantes. Esta posibilidad, la de puentear el músculo para fluir al espacio exterior, es para mí uno de los cambios más trascendentes. "

Mariano Sigman


Visualizar el código es entender el lenguaje



—Recientemente se dio a conocer un nuevo sistema de cálculo desarrollado por matemáticos suizos, que unido a la potencia de una súper computadora de IBM, llamada Cerebro Azul (un modelo en tres dimensiones del cerebro humano) permitirá que los científicos puedan observar el código eléctrico cerebral. ¿Qué significará poder observar el código cerebral? ¿Cuál es la diferencia entre esta tecnología y la resonancia magnética funcional, que era la única manera de ver el cerebro hasta ahora? ¿Cuáles son los futuros alcances que promete?

—Sobre Cerebro Azul deberían entrevistar a Guillermo Cecchi, mi compañero, que ahí anda metido. Visualizar el código es entender el lenguaje. Imaginen que llega un marciano a la estratosfera y ve que hay un montón de gente que hace cosas más o menos repetibles, que se maneja en vehículos parecidos y que emite sonidos más o menos coherentes. El tipo quiere entender qué somos y empieza a sacar conclusiones. Primero escribe que hay un montón de gente, de altura más o menos variable. Caracteriza nuestro día, nuestra noche, nuestra anatomía. El tipo en algún momento se da cuenta de que nos hablamos los unos a los otros (que emitimos mensajes auditivos con significado). Que frente a ciertos sonidos respondemos siempre (o seguido) de la misma manera. El tipo se da cuenta de que hay sonidos que se repiten. Si es astuto se dará cuenta de que hay palabras. Y si es más astuto entenderá el significado de cada palabra, y si es un marciano campeón se dará cuenta de que hay estructura: gramática y sintaxis, de que los verbos se conjugan, que existe el género, el plural, el sujeto, el predicado. Entonces habrá entendido el código. Nosotros tratamos de entender el lenguaje de las neuronas, o de grupos neuronales. Cuáles son las palabras, las frases, las unidades en las que se descomponen los estados neuronales y las reglas en este espacio de unidades. El campeón de la biología moderna (pese a su gran fracaso en este rubro) es Francis Crick, precisamente porque entendió el código de la genética. Y a partir de ahí el resto fue dar vuelta a la manivela. Dedicarse a escuchar cintas y reescribir la biblioteca de Babel. La neurobiología es de alguna manera el gran fracaso de la época y en parte por eso se ha vuelto una obsesión. A fuerza bruta se meten 10, 100 o 500 electrodos (como si nuestro supuesto marciano dejase colgar 500 micrófonos de finos hilos transparentes para multiplicar sus datos y escuchar así, no a una, sino a cientos de personas) o de manera análoga los resonadores magnéticos (utilizados para obtener imágenes de la actividad neuronal en todo el cerebro) se vuelven más potentes (yendo a campos magnéticos que hacen levitar a pequeños animales), como si la foto meteorológica de nuestro marciano mejorase notablemente de resolución hasta convertirse en el mapa de Google, un panóptico capaz de escuchar el cerebro entero al unísono a una resolución espeluznante. Y en el camino se caracterizan rasgos del lenguaje del cerebro y de cómo cambia a lo largo de su estructura. Como que los alemanes utilizan palabras más largas, que los suecos más fonemas, que los polacos más declinaciones o que París tiene una arquitectura uniformemente haussmaniana y que Buenos Aires le da la espalda al río. Así nuestro marciano será capaz de generar incluso Parises o Buenos Aires, y canciones que suenen al idioma que quiera, pero, tal vez, como decía Héctor Pena, no haya entendido una goma.


Cada uno de nosotros somos el resto del mundo


—¿Qué hay de las ya enormes posibilidades detrás de la cyborgización del ser humano normal? ¿Se trata de una sustitución o una verdadera transformación de la acotada inteligencia humana?

—En el fondo hay que hacer un esfuerzo para no caer del todo en el delirio. Para mantenerse en la buena senda. El cerebro genera todo el tiempo un modelo del mundo. Infiere. Por eso, aun cuando a veces no hay nada afuera, soñamos o imaginamos, o escuchamos nuestras propias voces aun cuando no seamos esquizofrénicos. Lo que quiero decir, sin que sea demasiado new age, es que de alguna manera estamos en un equilibrio, que es dinámico, con el resto del mundo. Equilibrio un poco particular porque nosotros (cada uno) también somos el resto del mundo. La noción de identidad es complicada y los ejemplos son clásicos y enseguida se vuelven cartesianos. Si trasplanto íntegramente mi cerebro al cuerpo de mi vecino, ¿quién soy? Por suerte, como siempre nos salva el Diego y el argumento cartesiano se estrella. Imagínenlo sin su cuerpo o sin su cerebro. En cualquiera de los dos casos, no es él. La cyborgización es parecida. De alguna manera ya estamos cyborgizados, de la misma forma que el control de la agricultura es una técnica ancestral de manipulación genética. Los organismos genéticamente modificados, o los clones, son exacerbaciones tecnológicas del mismo fenómeno. Usar asiduamente un martillo o un caballo es estar cyborgizado. De cualquier manera, los cambios de escala seguidos se vuelven cualitativos y este puede ser el caso. El cerebro fluye (en ambos sentidos) vía sensaciones, acciones y círculos que se generan en el camino con el ambiente, con él mismo, con el cuerpo, con martillos y con otros cerebros. Fluir el cerebro de maneras alternativas, vía drogas nuevas, cables o lectores que puedan leer estados mentales mejor que nuestros propios músculos (como muchos cyborgs lo hacen), abre un panorama de cambios importantes. Y dirán los mejores conservadores, los cautos: tal vez con razón, por lo tanto hay que estar atentos. Esta posibilidad, la de puentear el músculo para fluir al espacio exterior, es para mí uno de los cambios más trascendentes.

Mariano Sigman: el cerebro genera todo el tiempo un modelo del mundo

—Estamos hablando de un sistema cooperativo hombre- máquina, o un hombre con dos cerebros ( uno humano y el otro artificial). ¿Cómo cree que este fenómeno transformará los conceptos de enseñanza y de aprendizaje en las próximas generaciones?

—Quién sabe. La vieja pregunta del Dormilón, o de Matrix , o de tantos otros que la volcaron antes sigue abierta y es una pregunta de fondo, me parece, para la filosofía y la política. Si todos vivimos dopados en un estado de permanente felicidad, pero sólo aparente, porque en el fondo un ciudadano externo a este mundo que no ha tomado la pastilla ve que nuestros cuerpos viven vidas miserables. ¿Estamos de acuerdo? Yo creo, como dije antes, que el cerebro tiene una plasticidad mucho más grande de la que se cree, y de la misma manera que hemos logrado llegar a un punto del cual muchos chovinistas se enorgullecen, como el lenguaje, Bach, los impresionistas y Fontanarrosa, creo que las nuevas tecnologías pueden establecer transformaciones enormes en pilares muy fundamentales de nuestra existencia. La estabilidad tiene un valor que para casi todo el mundo es agradable. Casi todos los jaques a la realidad (los delirios de la infancia, los sueños, las drogas alucinógenas, la esquizofrenia) tienen un factor común que son los malos viajes: la posibilidad no despreciable de caer del lado de la angustia. Generar un marco de coherencia, donde los objetos no dejan de ser rígidos, donde nada se mueve aunque la retina se esté moviendo todo el tiempo, donde los cuadrados son cuadrados aunque nunca sus lados sean iguales, es una especie de defensa. Con las nuevas tecnologías, como ya pasó con las drogas, sucederá probablemente algo parecido. Se convertirá a la vez en un objeto preciado, en un tabú, en un instrumento de poder.


Equilibrio de fuerzas


—Y si efectivamente afectaran la identidad del ser humano, ¿cuáles serían las probables consecuencias para los seres humanos de sobrevivir con una forma de vida más inteligente y/ o más compleja?

—Sin duda que afectarán la identidad, como la afectan transformaciones mucho menores, como por ejemplo el cambio de idioma. Las probables consecuencias son todas. Los científicos que intentan encontrar vida extraterrestre inteligente tienen un estimativo que es completamente especulativo. Pero el punto importante es que intervienen distintos factores, la probabilidad de que haya un planeta, de que este tenga temperatura adecuada, de que se desarrolle la vida, etc. El último es que la civilización inteligente no se destruya a sí misma. Todo esto no es nuevo y no será la neurociencia quien decida el juego. Sin embargo, hay preguntas pertinentes. Un grupo grande de investigadores se dedican a estudiar la conciencia. Asumamos, en el mejor (o peor) de los casos que les va bien. Que encuentran un sustrato material que es una base causal de los estados conscientes. ¿Qué hacemos? Asumamos que en unos años se generan pistolas magnéticas capaces de inducir corrientes donde se les dé la gana y por lo tanto de generar o destruir los estados que vuelven conscientes. Entonces, algún loco ambicioso podrá lanzarnos pistoletazos anticonciencia a todo el mundo, volvernos zombies y tener al universo hipnotizado. Cierto. El único argumento en defensa de este posible escenario catastrófico (sin dejar de lado el fatalismo) es que ya estamos del otro lado. Que si el lado oscuro enloquece del todo y no se contenta con destruir algunos puntos precisos del planeta sino el planeta entero, ya cuenta en sus manos con un arsenal adecuado y que la pistola magnética que alterara los estados conscientes no cambiará demasiado la capacidad de barbarie. Los físicos de principios del siglo pasado estuvieron muy atentitos a estos factores de escala y se dieron cuenta de que una bomba un poco más y un poco más y un poco más potente alcanzaba un punto en el que se volvía inmanejable. Y a conciencia, en un ejemplo casi único en la historia, buscaron una solución para este problema que fue una especie de preludio de la guerra fría. Equilibrar las fuerzas bajo la confianza de que ningún grupo demasiado grande es enteramente suicida. Los neurobiólogos más de avanzada no deberían ser completamente ingenuos en estos menesteres. En fin, me fui lejísimos, volvamos al cerebro.

Mariano Sigman: el cerebro genera todo el tiempo un modelo del mundo

—Ud. afirma que la llamada década del cerebro ha sido más prolífica en datos y avances tecnológicos que en ideas. ¿Cuáles han sido los avances más significativos y, dentro de las pocas ideas, cuáles las más visionarias?


—Es que justamente, no las hay. Es como si me preguntan cuál fue la mejor lluvia de una temporada de sequías. Hay conceptos importantes que se han ido trillando lentamente. Uno es de la extrema plasticidad del cerebro. Encontrar la plasticidad material, la regeneración neuronal, después de romper el mito falso de que el cerebro no renueva su sustrato (las neuronas) a partir de la adultez. Mostrar que esto tiene una relevancia cognitiva. Al mismo tiempo, y por las mismas vías, la plasticidad de la identidad, la capacidad de una neurona (o incluso de células que no son neuronas) de volver a incorporarse a un ambiente extraño y comenzar un nuevo ciclo. Y la plasticidad a gran escala, de cortezas auditivas que se vuelven visuales si son correctamente estimuladas o viceversa. En fin, la moldeabilidad del cerebro a todas sus escalas, si se cuenta con las recetas adecuadas.


Un paseo por la ciencia


—Si tuviera que hacer un mapa mundial del patrón de desarrollo científico de los últimos años, ¿cómo sería?. Y específicamente en neurociencias ¿cuál es el país más avanzado? ¿Existe una coherencia interna dentro de las neurociencias a nivel mundial?

—Seguramente se parece al mapa de la energía eléctrica consumida, que a su vez se parece a todos los mapas que se correlacionan con el desarrollo. Es decir, Estados Unidos es por lejos el país más avanzado. En cuanto a la coherencia yo diría que más bien hay demasiada, en parte por lo que pasa en todos los otros rubros: que hay que estar adecuado a las normas. La comunidad neurocientífica, que estudia las sensaciones, las percepciones, el conocimiento y sus respectivas maquinarias es sumamente conservadora.


—Ud., además de científico, es un excelente divulgador científico, como lo demuestra en su libro "El breve lapso entre el huevo y la gallina" con historias interesantísimas. Divulgar la ciencia requiere intentar explicar la complejidad de los conocimientos científicos en lenguaje cotidiano, para el que no sabe. Y Ud. mismo afirma –haciendo referencia a la trayectoria de Isaac Asimov que la manera de contar la ciencia admite infinitas categorías, que en el fondo es una cuestión de gustos. ¿Cuál elige Ud.?

—Sí, los caminos que se pueden elegir son infinitos... Yo he elegido hasta ahora, o tratado de elegir en la medida de lo posible, el de la crónica. El del paseo. La ciencia para mí tiene que ver con un aspecto muy fundamental de la curiosidad, de abrir puertas a escalas extrañas, de mezclar líquidos para que salgan humos, de observar hormigas, estrellas. Yo trato de contar crónicas de estas aventuras como manera de divulgar la ciencia.


—¿Qué libros de divulgación científica y sitios de internet recomendaría para conocer más del mundo que nos rodea?

—En casa de herrero, cuchillo de palo. Yo casi no leo libros de divulgación. Hace un buen tiempo, antes de entrar a la facultad, los grandes clásicos de la divulgación de la colección gris de Tusquets (Metatemas) fueron para mí muy motivantes. Creo que es hora de renovarlos y generar un espacio de divulgación menos vetusto. Diego Golombek, con su colección “Ciencia que ladra…” está haciendo un muy buen esfuerzo por hacer una divulgación fresca. Eduardo Martínez tiene un sitio, tendencias21, que está haciendo con mucho esfuerzo propio y con mucha generosidad. Creo que puede ser un espacio interesante para que se vuelque y se aprovechen sectores del pensamiento crítico de la ciencia del mundo hispano.



Esta entrevista se publicó originalmente en Educar, el portal educativo del Estado argentino. Se reproduce con autorización.



Otros artículos de Mariano Sigman publicados en Tendencias21:

Japón proyecta cerebros artificiales y curar todas las enfermedades mentales en los próximos 20 años

La manera de contar la ciencia admite infinitas categorías

Manejar máquinas con el pensamiento, inquietante desarrollo de las neurociencias

Acceda al artículo original en:

Tendencias 21

¿Por qué es importante que la neurociencia se comunique con la educación?

Especial: Aprendizaje

¿Por qué es importante que la neurociencia se comunique con la educación?


Presentamos la conversación que la gente de Educ.ar mantuvo con miembros del grupo de investigación en Neurociencia Integrativa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.




Milena Winograd, doctora en Neurociencias, y Sebastián Lipina, investigador de la Unidad de Neurobiología Aplicada del Cemic-Conicet, nos cuentan sobre un proyecto para chicos que llevarán a cabo, (junto a Mariano Sigman, director del grupo) en escuelas de todo el país y cuyo objetivo es acercar los conocimientos neurobiológicos del aprendizaje al ámbito educativo.

Para ello están diseñando una serie de juegos interactivos de computadora para llevar a las escuelas, con el fin de estimular las capacidades cognitivas de los chicos. Simultáneamente, estos juegos permiten seguir investigando cuáles son las estrategias utilizadas a la hora de aprender, para luego relacionarlas con el desempeño de los chicos en el aula.

Para ver este video, intente descargar el Flash player

En los distintos fragmentos grabados que forman parte de esta nota los investigadores destacan un tema relevante –aunque no simple–, como la relación entre las neurociencias y la educación. Porque cuando se habla de puentes entre estas dos disciplinas es importante entender que detrás de cada una de ellas hay una historia epistemológica, de constructos y de mucha práctica que es necesario considerar a la hora de tomar decisiones.

Milena Winograd se refirió básicamente a las características del proyecto, a lo que tienen de especifico estos juegos diseñados sobre la base de aspectos conceptuales que la neurociencia tiene para aportar a la construcción interdisciplinaria, juegos que son distintos de los juegos clásicos que usan cotidianamente los chicos en sus casas; también explicó por qué usar un recurso tecnológico como la computadora para estas pruebas, y detalló algunos datos de cómo se van representando a nivel cerebral los conceptos numéricos en los chicos hasta llegar a la abstracción: sumar, por ejemplo, en un primer momento equivale a moverse espacialmente de izquierda a derecha usando el área cerebral involucrado con la representación del espacio.

Para ver este video, intente descargar el Flash player

Sebastián Lipina aporta un marco conceptual sobre la importancia del proyecto, definido como una iniciativa complementaria en el ámbito educativo, ámbito en el cual el conocimiento generado por la neurociencia cognitiva del desarrollo puede establecer una sinergia con la construcción de oportunidades de aprendizaje para todos los chicos, de distintos contextos sociales.


Los invitamos a ver y a escuchar estos videos para entender más ampliamente de qué se trata.


Otros enlaces relacionados:
http://www.neurotaller.com.ar/
http://www.neurocenas.com.ar/index.php
Entrevista a Jorge Colombo y Sebastián Lipina en educ.ar: "La naturaleza plástica del desarrollo cerebral, algunas derivaciones pedagógicas"

Si Ud. posee una conexión del tipo "banda ancha" visualice el video en "rápida". En cambio si Ud. tiene una conexión "dial-up" es recomendable que seleccione la opción "lenta" para una carga del video más ágil. Ambas opciones se encuentran en la esquina

Fuente:

Educar de Argentina

El cerebro procesa tareas "en serie"

Especial: Aprendizaje

El cerebro procesa tareas "en serie"


Pero cuando hay que decidir dos cosas simultáneamente, la que se deja para después queda intacta





Mientras usted está leyendo este artículo, su cerebro se encuentra efectuando millones y millones de operaciones en paralelo para controlar y coordinar innumerables funciones vitales. Pero, curiosamente, si su mente tuviera que ejecutar rápidamente tan sólo dos instrucciones simultáneas se encontrará en problemas.

De hecho, el cerebro no puede procesar dos órdenes en el mismo instante, porque solamente dispone de un único "puente" entre el módulo que percibe el estímulo y el que lo ejecuta. En otras palabras, mientras la mente está ocupada tomando una decisión, las demás decisiones tienen que esperar.

No obstante, el cerebro resuelve este "cuello de botella" y, de acuerdo con los resultados de un trabajo científico publicado en la revista Plos ONE , parece que lo hace muy bien: "Cuando tenemos que decidir dos cosas al mismo tiempo, el cerebro las procesa en serie. Y el resultado crítico de nuestra investigación es que comprobamos que el proceso que queda para más tarde está intacto, es decir, se ejecuta exactamente de la misma manera que si no hubiera otro proceso interfiriendo", revela el doctor Mariano Sigman, investigador del Conicet en el Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Para arribar a esta conclusión, Sigman, junto con el físico Juan Kamienkowski, el otro autor del estudio, diseñaron un experimento de interferencia: sentaron frente a una computadora a 16 jóvenes de edades similares para que respondan, lo más rápidamente posible, a dos tipos de estímulos simultáneos: uno visual y otro auditivo.

En el primer caso, debían decidir si la cantidad de puntos que se les presentaba en la pantalla era mayor o menor que 20 y, de acuerdo con eso, apretar una u otra tecla con dos dedos de una mano. En el segundo caso, debían discriminar si un sonido era agudo o grave tocando otras dos teclas con los dedos de la otra mano.

"Observamos que, independientemente de cuál de los dos estímulos eligieron responder primero, una vez que el cerebro se comprometió con esa decisión, hay un tiempo de entre 200 y 300 milisegundos en que no puede tomar otra decisión.

"Ese es el lapso en que el puente que conecta la percepción con la acción está ocupado", explica Kamienkowski. Según el investigador, ése es un "tiempo de ambigüedad", porque en ese intervalo "no se puede saber a qué estímulo se responderá primero".

Para Sigman ese período refractario, en el cual el cerebro está ocupado y es incapaz de tomar otra decisión, es muy pequeño como para afectar situaciones de la vida cotidiana: "Sólo en algún caso muy extremo podría originar un accidente", tranquiliza.

En la actualidad, Sigman y Kamienkowski exploran la posibilidad de aplicar estos experimentos de interferencia al diagnóstico precoz de algunas enfermedades psiquiátricas y neurológicas.

"Por ejemplo, la esclerosis múltiple se ve como un problema motriz, pero hay una evidencia bastante reciente de que las personas afectadas por esta enfermedad tienen un déficit cognitivo sutil temprano, que podría ser detectado con estos experimentos", infiere Sigman.

Apasionado por los misterios de la mente, Sigman destaca la importancia de estudiar la organización del pensamiento con el rigor de la física: "Tratamos a la psicología con el mismo estatus conque uno trata a los materiales". E inmediatamente remarca: "Para mí, el pensamiento es un objeto, como el cerebro, y la pregunta difícil es ¿cuál es el puente entre esas dos cosas?".

Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA

Fuente:

Diario La Nación - Argentina


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Mario Sigmano: La imagen del cerebro es el cerebro mismo

El proceso cerebral de aprender y recordar es cosa de dos

Especial: Aprendizaje

El proceso cerebral de aprender y recordar es cosa de dos


La flexibilidad de las comunicaciones entre neuronas (sinapsis) es la que permite que nuestro cerebro recuerde la información importante y olvide la insignificante. Una nueva investigación ha descubierto que este proceso de selección de recuerdos es inesperadamente complejo, porque implica por igual tanto a receptores sinápticos como a los emisores neuronales. Eso significa que el tratamiento de la información que realiza el cerebro no es exclusivo de los receptores sinápticos, ya que los emisores neuronales emergen cuando el flujo de información se debilita, desempeñando un papel crucial en nuestra capacidad para aprender y recordar cosas.


Por Yaiza Martínez.



Sólo cuando los terminales de transmisión (células rojas) y de recepción (células verdes) se encuentran en la proporción adecuada con respecto unos a otros, se puede producir la comunicación neuronal. Fuente: Max Planck Institute. 
 
Hasta ahora, se creía que en la comunicación entre las neuronas, a la que se denomina sinapsis, el papel activo en la reorganización del cerebro para adaptarse a los estímulos del mundo exterior lo llevaban a cabo sólo los receptores sinápticos.

Sin embargo, ahora, científicos del Max Planck Institute of Neurobiology de Martinsried, en Alemania, aseguran que esta idea no es correcta. Al parecer, la parte transmisora de la sinapsis de las células nerviosas también sería altamente adaptable.

A grandes rasgos, la sinapsis es un proceso que implica descargas químico-eléctricas (generadas en las membranas celulares de las neuronas). Estas descargas liberan unas moléculas denominadas neurotransmisores, que viajan de una neurona a otra.

Este proceso de comunicación entre las células nerviosas de nuestro cerebro es lo que nos permite, por ejemplo, recordar las cosas importantes y olvidar las banalidades, entre otras aptitudes de nuestra conciencia humana.

Flexivilidad y capacidad de aprender

La comunicación neuronal es de hecho la base del funcionamiento de nuestro cerebro. Cada una de los cientos de miles de millones de células nerviosas que tenemos es experta en el intercambio de datos, y mantiene conexiones con miles de neuronas vecinas.

A través de ese punto de contacto que es la sinapsis, la información neuronal fluye por un canal de una única dirección. El cerebro es capaz de realizar todas las complejas tareas que realiza sólo si las neuronas logran intercambiar la información correctamente.

Según explican los científicos del Max Planck Institute en un comunicado , la versatilidad de las sinapsis es lo que posibilita, además, que nuestro cerebro tenga una gran adaptabilidad y flexibilidad.

La mayoría de los científicos coinciden en opinar que el intercambio flexible de información entre las neuronas es lo que nos permite aprender y recordar.

Estudio simultáneo de receptores y emisores

Las sinapsis requieren de un receptor (elemento postsináptico) y de un emisor (el elemento presináptico). Los elementos postsinápticos más comunes en las neuronas son las espinas dendríticas, que son unas protuberancias con forma de hongo que se extienden desde la superficie del axón neuronal.

Este punto de contacto receptor, las espinas, juegan un papel activo en el ensamblaje y rotura de las nuevas sinapsis. Cuanta más información se procese, mayor número de nuevas bases receptoras generarán las células nerviosas.

Las nuevas espinas crecen en dirección a sus neuronas vecinas para formar nuevas sinapsis. Si el flujo de información se debilita, las sinapsis desaparecen, y las espinas se retrotraen. En comparación, solía creerse que el otro lado de la sinapsis (el emisor), conocido como botón axonal, sólo jugaría un papel pasivo en la formación de las conexiones.

Pero no es así. Tal y como explican los científicos en la revista especializada Neuron , las últimas tecnologías para el registro de imágenes cerebrales les han permitido examinar los reajustes estructurales que se producen durante los procesos de sinapsis, en ambos extremos de éstas simultáneamente.

Estudios anteriores se habían centrado en revisar los cambios estructurales de las espinas dendríticas pero, en este caso, el estudio pudo analizar además los botones axonales de células nerviosas con depresión de larga duración (LTD).

Uso de nuevas tecnologías

La LTD, en neurofisiología, se refiere al debilitamiento de una sinapsis neuronal durante horas o días. Se cree que la LTD es el resultado de cambios en la densidad del receptor postsináptico.

Utilizando un microscopio láser de excitación de dos fotones , los investigadores registraron la morfología sináptica y la actividad, durante más de cinco horas, en cultivos del hipocampo de ratones.

Los datos recogidos indicaron que hubo una contribución presináptica sustancial en la plasticidad morfológica del cerebro dependiente de la actividad sináptica. Según los científicos, ésta sería la primera vez en que se observa con éxito al mismo tiempo tanto la parte receptora como la terminal transmisora de la sinapsis durante un periodo extenso de tiempo.

Para conseguirlo, se coloreó una serie de neuronas con un tinte rojo fluorescente y se etiquetaron las células conectadas en verde. El microscopio especializado permitió revelar los cambios en ambos extremos de la sinapsis, en varias secuencias.

Número constante de transmisores

En definitiva, el experimento permitió detectar claramente que la unidad transmisora de las sinapsis juega un papel mucho más activo de lo que se creía en el ensamblaje y desintegración de dichas sinapsis.

Lo realmente sorprendente del experimento, señaló su director, el profesor Valentin Nägerl, es que, con todo, el número de transmisores se mantiene siempre constante. Aunque el número de sinapsis se reduce cuando el flujo de información se debilita, nuevos terminales transmisores emergen en otros lugares de una manera aparentemente simétrica.

Los científicos concluyen, por tanto, que el procesamiento de la información en el cerebro no es exclusivo solamente de los receptores sinápticos, sino que las células transmisoras también reaccionarían activamente y que, por tanto, juegan un importante papel en nuestra capacidad cognitiva adaptable.

Fuente:

Tendencias 21

Las neuronas de Pavlov

Especial: Aprendizaje

Las neuronas de Pavlov


  • Las células nerviosas convergentes son las responsables del aprendizaje
  • Un estudio publicado en 'PNAS' ha logrado visualizarlas por primera vez



Imagen de una neurona convergente

CRISTINA DE MARTOS

MADRID.- Todo empezó por casualidad. La simple observación de las ‘secreciones psíquicas’, como llamó Ivan Petrovich Pavlov a la salivación de los perros en ausencia de comida, condujo a este Premio Nobel ruso a realizar un importante descubrimiento: el condicionamiento clásico. Hoy, un siglo después de sus trabajos, un equipo de científicos ha descubierto qué neuronas son las responsables de ese aprendizaje.

El experimento de Pavlov es mundialmente conocido. Un perro, cuando recibe comida (estímulo incondicionado), saliva. Sin embargo, cuando oye una campana (estímulo neutro), no. Pero si asociamos ese sonido con la comida (tocamos la campana unos segundos antes de darle el alimento) el perro, al cabo de unas cuantas repeticiones, salivará con el simple tañer, que pasa de ser neutro a un estímulo condicionado.

"Una cuestión central de la neurociencia del comportamiento es averiguar cómo la actividad neuronal media los cambios conductuales que intervienen en el aprendizaje", señalan los autores del estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'. Pero identificar qué neuronas están detrás de esos procesos ha sido una meta esquiva, dadas las limitaciones que tiene 'per se' el estudio del cerebro y a que los fenómenos de condicionamiento suceden en un tiempo muy concreto.

Estos investigadores emplearon una sofisticada y novedosa técnica de imagen (Arc catFISH) que mide la actividad celular basándose en la transcripción de genes en un periodo de tiempo y lugar determinados.

El experimento consistió en una forma clásica de aprendizaje asociativo llamada aversión gustativa condicionada. Varios ratones sedientos bebían una solución de sacarina (estímulo condicionado) durante cinco minutos. Después de 25 minutos se les inyectaba una solución de cloruro de litio (estímulo incondicionado), que provoca malestar y náuseas en los roedores.

Cinco minutos después, observaron su cerebro. Los primeros datos indicaban un aumento de la actividad en dos zonas del cerebro: el córtex insular y el núcleo basolateral de la amígdala. Finalmente, sólo este último demostró desempeñar un papel clave en el aprendizaje.

Centros de convergencia de la información

Allí, un 8,4% de las neuronas respondió al estímulo condicionado (la sacarina) y un 11,4% al incondicionado (el cloruro de litio). Pero una pequeña población, algo más del 4%, se activaba tanto con uno como con otro. Son las llamadas neuronas convergentes, que "combinan la información sobre ambos estímulos y son críticas para el aprendizaje y la memoria", ha explicado a elmundo.es Ilene Bernstein, profesora de psicología de la Universidad de Washington y directora del estudio.

Estas células, que nunca antes se habían visto, "finalmente existen y permiten la convergencia de información sólo en condiciones que implican aprendizaje", añade. Es decir, que si se cambia el orden en el que se aplican los estímulos, algo que no tiene utilidad para aprender, estas neuronas de convergencia apenas se activan, tal y como han demostrado Bernstein y sus colegas. Tampoco 'funcionan' en los individuos previamente expuestos a los estímulos.

Su identificación abre la puerta a un mejor entendimiento de estos procesos. "Ahora habrá que averiguar más cosas sobre estas neuronas –apunta Bernstein-; qué señales bioquímicas generan y hacia dónde se dirigen". Próximo paso: condicionamiento del miedo, siguiente capítulo en la historia del aprendizaje clásico, firmado esta vez por John B. Watson, que basó sus experimentos en los trabajos de Pavlov.

Fuente:

El Mundo - Salud

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