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31 de mayo de 2015

Charlie: ¿por qué se mueve el lápiz?

Se lo conoce como "el reto Charlie", se parece al juego de la ouija, y desde hace días se ha convertido en un furor en las redes sociales, aquí, en el Perú, hace furor en las escuelas donde lo juegan niños y jóvenes; puede algunos que son fácilmente impresionables sientan temor, entonces ¿qué hacer en estos casos? Primero lea este artículo, segundo explíquele lo que leyó a sus alumnos en un lenguaje sencillo. 
El juego es muy simple: hay que colocar en equilibrio dos lápices en forma de cruz sobre un papel con las palabras "sí" y "no" y hacerle preguntas a un supuesto demonio de origen mexicano llamado Charlie que contesta moviendo el lápiz hacia una de las palabras.
Quienes creen en los fenómenos paranormales no tienen dudas: el movimiento -y la respuesta- está dictado por Charlie.
Los que no, si es que no lo saben, se preguntan por qué.

Entonces, ¿por qué se mueve el lápiz?

En principio, por la fuerza de gravedad y la posición delicada e inestable en la que se encuentran los lápices.
Si pruebas ponerlos en la posición que indica el juego te darás cuenta de que, aunque no le hagas pregunta alguna, los lápices se mueven -o pueden hacerlo- de todas maneras.
La posición de los lápices es tan inestable que la menor variación en el ambiente que los rodea puede afectar su equilibrio.
Es decir, un pequeño temblor en la superficie donde están apoyados o un ínfimo movimiento de la corriente de aire provocado por la respiración, pueden hacer girar el lápiz hacia un lado u otro.
El problema es que a diferencia de la ouija, donde los jugadores deben apoyar su mano en un plato o una copa (y por ende están en contacto con el objeto que se mueve), en este juego, los lápices parecen moverse solos -o de acuerdo a los "designios" de Charlie-.

¿Y si no se mueven?

Si motivado por la reacción en las redes lo pusiste a prueba, puede que te haya pasado lo mismo que nos pasó a muchos: los lápices no se inmutaron.
Eso ocurre cuando no están alineados perfectamente o cuando la superficie de contacto (por ejemplo si el lápiz tiene una superficie facetada) es demasiado grande.
En ese caso, se produce demasiada fricción y no se genera movimiento.
Fuente:

31 de octubre de 2013

Así "se mueve" la ouija

Ouija manos

Los dedos apenas rozan el objeto... y de repente, se mueve.

El indicador o master del ouija y las varitas de radiestesia son apenas dos ejemplos de objetos místicos que parecen moverse solos, cuando realmente los están moviendo las personas que están en contacto con ellos.

El verdadero misterio no es la conexión con el mundo espiritual sino cómo podemos generar movimientos sin darnos cuenta de que los estamos haciendo.
El fenómeno se llama efecto ideomotor y se puede experimentar colgando un pequeño peso -como un botón o un anillo- de una cuerda, idealmente de no más que 30 centímetros de largo.

Al tomar una punta de la cuerda con una mano y estirar el brazo hacia el frente, tratando de mantenerlo completamente quieto de manera que el peso cuelgue sin obstáculos, éste empezará a girar, formando círculos pequeños.

La respuesta

Péndulo de Chevreul

Al colgar el peso de una cuerda y sostenerlo, empezará a girar debido al movimiento involuntario del brazo.

Si quien lo está haciendo se hace una pregunta, cualquier pregunta, y decide que si el peso gira en un sentido de las manecillas del reloj significa "sí" y en el otro "no", a pesar de que se esfuerce por quedarse quieto, el peso empezará a girar para responder la pregunta.

¿Magia? Sólo la magia común cotidiana que es la conciencia. No se trata de una fuerza sobrenatural, sino de movimientos diminutos que la persona está haciendo sin darse cuenta.

La cuerda exagera esos movimientos, la inercia del peso permite que se conserven y se acumulen hasta que se expresan un movimiento de oscilación periódica.

Ese efecto es conocido como el Péndulo de Chevreul, en honor al científico francés del siglo XIX que lo investigó.

Desconfía de ti mismo

Lo que pasa con el Péndulo de Chevreul es que uno ve uno de los movimientos (el del peso) pero no "asume" el original que lo ocasiona, a pesar de que es uno mismo el que lo produce.

Ese mismo fenómeno básico explica la radiestesia -en la que pequeños movimientos de las manos hacen que la varita oscile incontroladamente-, y lo que sucede con el tablero del ouija o güija o el juego de las copas, cuando varias personas tocan una copa, master o indicador y parece moverse impulsado por fuerzas del más allá para responder preguntas escogiendo letras.

Ese efecto es también el que subyace detrás del triste caso de la "comunicación facilitada", un método que estuvo muy en boga entre quienes cuidaban a niños severamente discapacitados que creían que los podían ayudar guiando sus dedos en un teclado. Tras investigar se demostró que -inocentemente- eran los "facilitadores" quienes emitían los mensajes, no los chicos (1).

Lo interesante es lo que este fenómeno dice de la mente. El hecho de que podemos hacer movimientos sin darnos cuenta de que los estamos haciendo indica que no deberíamos confiar tanto en nuestro juicio respecto a los otros movimientos que asumimos como nuestros.

¿Lo moví o no?

El personaje de Edwina de la comedia Absolutamente Fabuloso apela a la radiestecia para encontra el traje ideal en su armario.

Edwina de la comedia Absolutamente Fabuloso recurre a la radiestesia para encontrar un traje en su armario.

El psicólogo Daniel Wegner escribió sobre lo que eso significa para la naturaleza de nuestra mente en "La ilusión de la voluntad consciente", en el que argumenta que nuestra sensación normal de ser los dueños de una acción es una ilusión o -si se quiere- una construcción (2).

Los procesos mentales que controlan directamente nuestros movimientos no están conectados a los mismos procesos que deducen qué causó qué, dice Wegner.

No se trata de una estructura mental de orden y control, como un ejército disciplinado en el que un general emite órdenes a las tropas, éstas las obedecen y el general recibe un reporte que dice: "¡Misión cumplida! La mano derecha está en acción".

La situación realmente es más parecida a un colectivo organizado, argumenta Wegner: el general puede emitir órdenes y observar qué pasa, pero nunca puede estar seguro de qué causó exactamente qué. Para saber cuándo un movimiento es uno que efectivamente hicimos, nuestra consciencia (el general en esta metáfora) tiene que aplicar otros principios.

Uno de esos principios es que esa causa tiene que ser consistente con el efecto.

Su usted piensa "voy a mover mi mano" y su mano se mueve, probablemente sentirá automáticamente que ese movimiento fue uno que usted instigó.

Pero ese principio tambalea cuando el pensamiento es distinto al efecto, como con el Péndulo de Chevreul. Si usted piensa "no estoy moviendo mi mano", será menos proclive a conectar cualquier pequeño movimiento que haga con efectos visuales tan grandes.

Eso quizás explica por qué los chicos gritan "¡yo no fui!" tras romper algo a la vista de todos. Pensaron: "le voy a dar un empujoncito" y cuando el objeto se cae de la mesa y se rompe, sienten que no es algo que ellos hicieron.





1. clic Facilitated communication (FC) ("supported typing")
2. clic Conscious Will and Apparent Mental Causation
Tomado de:
BBC Ciencia
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