Latest Posts:

Mostrando las entradas con la etiqueta angry birds. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta angry birds. Mostrar todas las entradas

26 de junio de 2017

Michael Apple: “Los niños prefieren jugar Angry Birds, que Leer”





El filósofo Michael W. Apple (1942) es un especialista en educación, y un experto en la teoría curricular y la investigación, la enseñanza fundamental, y el desarrollo de las escuelas democráticas. Es particularmente un estudioso crítico de la teoría de Paulo Freire. Actualmente es profesor en la Universidad de Wisconsin-Madison (USA).


Compartimos, con fines únicamente educativos – pastorales la entrevista que sostuvo con Paula Molina del Portal “Qué Pasa” de Chile; y aunque se refiere en particular a la educación chilena (en buena parte del diálogo), consideramos muy interesante conocer su opinión también sobre los salarios y la evaluación docente, Singapur, Inglaterra y la excesiva preparación para las pruebas, que han hecho a los niños restar importancia a la lectura.

“Hemos conseguido que los niños odien leer”

El estadounidense Michael Apple, uno de los filósofos de la educación más importantes del mundo, advierte sobre los modelos educativos que está mirando Chile en su reforma, y sobre el peligro de los test. “Uno no es un número”, sentencia.

“Me preocupa Chile”, dice Michael Apple.

Se trata de uno de los principales filósofos de la educación en el mundo. Académico estadounidense, profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison, Apple es uno de los principales teóricos de la pedagogía crítica de Paulo Freire, y la suya es una mirada inquisitiva sobre la educación en su país y en el mundo, similar a la que plantea Noam Chomsky en política.
El profesor recibe a Qué Pasa en la capital chilena, hasta donde viajó para ser investido como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Santiago.

—¿Qué le preocupa de Chile?

—Chile ha liderado un tipo particular de reforma durante las últimas décadas, basada en los vouchers, la privatización, la profesionalización de los profesores, la selección de los alumnos. Bachelet está tratando de moderar y cambiar esas reformas. Es un paquete, pero algunos de sus elementos me preocupan. Uno de ellos es el de los vouchers. Está ampliamente probado que los vouchers no reducen la desigualdad y que, en el mejor de los casos, la mantienen. En Estados Unidos han tenido efectos muy perversos.

—¿Qué otro aspecto le inquieta?

—Lo que se llama la profesionalización de los profesores. Daré un ejemplo estadounidense, ya que Chile ha tomado mucho de allá, desde los Chicago Boys hasta su armamento. Allí Obama, a quien respeto, propuso que el salario de los profesores dependiera en parte de los resultados de las pruebas a los estudiantes.
Pero ya sabemos, ampliamente, que si miro dónde vives y en qué trabajan tus padres, voy a ser capaz de predecir, con una pequeña variación estadística, cómo te va a ir en cualquier prueba que te tome. Aún así, el sistema hace que a los profesores sólo les preocupen las pruebas, y a los niños sólo se los prepare para contestarlas. Los profesores son menos profesionales, menos autónomos y la mayoría de los niños recibe una educación poco robusta, donde no se les enseña ciencia, ni arte, no leen nada importante, porque sólo los evaluamos según sus habilidades básicas en lectura y matemáticas. Miro a Chile con los ojos de muchos países, respeto las luchas por la democracia que aquí se han dado, pero me preocupa que en la reforma se incorporen ideas que vienen de EE.UU. o Inglaterra, cuando allá están en el debate.

—¿Hacia dónde miraría usted, en cambio?

—Si Chile va a mirar a otros países, tiene que saber qué está pasando en ellos. En Inglaterra se está planteando convertir los colegios en “academias”, que dependan a nivel local, que compitan entre ellas en un sistema muy similar al que se impuso en Chile. Eso reduce el presupuesto público para educación, y favorece a los colegios privados y a las familias que pueden pagarlos. Sabemos que los barrios determinarán los resultados de los colegios. Sabemos que los colegios seleccionan a los alumnos, aunque el Estado lo prohíba. La idea del sistema es que los padres eligen, pero eso no pasa en ningún lugar del mundo. Los colegios eligen a los niños y a los padres.

—Descartamos Inglaterra entonces…

—Y claro, hay una nación que, se supone, valdría la pena mirar: Finlandia. He pasado mucho tiempo en Finlandia, y me parecería perfecto seguir su ejemplo, si Chile o Estados Unidos, que también ama a Finlandia, como casi todos los países, hicieran lo que ellos hacen: doblar o triplicar el sueldo de los profesores, pagar sus estudios de posgrado, permitir sindicatos poderosos. Y necesitaríamos además un sistema de seguridad social muy fuerte, para que la diferencia entre ricos y pobres sea pequeña. En Chile es enorme, igual que en Estados Unidos, donde además va en aumento. En Finlandia, si un padre queda sin trabajo, su hijo recibirá ropa de calidad, para que nadie sea marginado porque no tiene qué ponerse. Si quiero seguir el camino de un país, no sólo miraría su educación, sino todo lo demás.

—¿Miraría a otros países con buenos resultados?

—Primero, insistiría: los buenos alumnos y los buenos profesores no se miden en las pruebas. Yo nací muy pobre. Fui la primera generación de mi familia que terminó la educación secundaria. Y aquí estoy, soy un profesor. Así que yo sé que, a veces, las escuelas pueden compensar la pobreza. Pero también sé que la mayor parte del tiempo no pueden, a menos que la educación se vincule a otras reformas sociales.

—¿Qué piensa del caso de Singapur?

En el caso de Singapur hay escuelas de élite, donde los alumnos reciben una educación creativa, interesante, orientada a formar doctores, políticos, abogados. El resto de la población es educado para responder las pruebas. Y luego tienes un enorme grupo de inmigrantes provenientes de China, India, Filipinas a cuyos hijos, simplemente, no se les toma la prueba. Shanghái es aun más interesante. Yo hice clases en Shanghái, que es una ciudad impresionante. Imagina una ciudad donde todos los edificios son como el que ustedes tienen en Santiago (la torre del Costanera Center). Se ve muy rico. Pero en China unos 300 millones de personas han migrado del campo a la ciudad. Y China desarrolló un sistema de pases de residencia para moverse de un lado hacia otro. Con los trabajadores hace vista ciega, porque necesita mano de obra, pero que no les permite traer a sus hijos a la ciudad. Los niños entran igual, pero quedan sin acceso a la educación. Los educan de forma ilegal, en fábricas viejas, en garajes sin calefacción. O los incorporan a programas de “educación especial”, pero en ningún caso rinden las pruebas. Sólo los niños que tienen permiso de residencia van a las escuelas públicas y dan las pruebas. Mi punto es que las mediciones pueden ser muy engañosas. Chile debe entender que si toma una idea de Singapur, o de cómo se enseña matemáticas en Shanghái, tiene que preguntarse cuánto sabe de esa sociedad.

—¿Cuál es la alternativa a las pruebas estandarizadas para medir la educación?

—Tenemos que encontrar formas distintas de evaluación. En Maine, Estados Unidos, sólo el 25% de la evaluación de niños y profesores se basa en sus resultados en las pruebas. El resto es observación, participación, se contempla el portafolio de los estudiantes, su desempeño en arte, poesía, su capacidad para escribir ensayos. Son evaluaciones que toman tiempo y trabajo. Pero los profesores sienten que se les trata como a profesionales, y no sienten que tienen una prueba sobre su cabeza cada día.

—¿No hay nada que podamos aprender de los resultados de las pruebas?

—Parte de la realidad se puede evaluar a través de números. En educación, los números son los test. Pero si usted le pide a alguien que evalúe su día, esa persona no le dará un número, le va a contar una historia. Uno no es un número, uno tiene un relato mucho más rico. No me opongo a la evidencia, pero los profesores y la comunidad deben debatir qué evidencia necesitan. Por qué resultados van a juzgar a los profesores. La educación no debería tratarse sólo de pruebas, debería dar a los niños las habilidades para reflexionar sobre su vida, para pensar en su futuro y el de su nación. Si no, la educación sería una fábrica. Es en el colegio donde aprendemos a cooperar, a compartir, a ser solidarios.

—¿Qué pasa con los alumnos frente a las pruebas?

—Incluso en los colegios donde les va bien, cuando les preguntan a los niños si les gusta leer, responden cosas como “no, lo odio”. El foco en los test genera una disposición negativa hacia el aprendizaje. Eso es lo que llamamos el “currículo oculto”. Los colegios harán cualquier cosa para mejorar su resultado en las pruebas, porque ellos y los profesores dependen de esos resultados y se ha convencido a los padres de que eso es lo único que importa. Pasa en Chile, Estados Unidos, Francia, Alemania. Lo que hemos conseguido es que los niños odian leer. Y luego nos preguntamos por qué, cuando tratamos de conversar con ellos, prefieren jugar Angry Birds. Porque les han dicho que leer no es algo valioso para ellos, que sólo vale para tomar una prueba.

—¿Cuánto hay de política en la educación?

—La educación siempre es política. Yo uso el concepto de “conocimiento legítimo u oficial”. De cientos y miles de cosas posibles, sólo elegimos algunas para enseñar a los niños. Esa elección es un acto político.

Fuente:

14 de octubre de 2013

El videojuego "Angry Birds" entra en el salón de clase

Salón de clases

En muchas escuelas se usan los videojuegos como método de enseñanza.

Desde Angry Bird hasta Minecraft, los juegos computarizados están invadiendo los salones de clase. Pero no es algo que ocurra a espaldas de la maestra, es parte del plan de enseñanza.

Un joven promedio habrá pasado 10.000 horas jugando para el momento en el que cumpla 21 años, según una investigación.
En su mayoría esto ocurre como una actividad de recreación, lo que ofrece un descanso de los libros de matemática y los experimentos científicos que se realizan en las clases. Pero los juegos consumen cada vez más tiempo en la vida de los niños.

Un niño en Estados Unidos que tenga un récord de asistencia perfecto, pasará 10.080 horas en la escuela desde quinto grado (con 10 años) hasta la secundaria, de acuerdo a la diseñadora de juegos electrónicos Jane McGonigal.

En el Reino Unido, este tipo de juegos se han utilizado en muchas escuelas como un método sigiloso de enseñanza. Pero las empresas que los fabrican no han estado interesadas en participar en eso, al menos por los momentos.

Rovio, creador de Angry Birds, llevó el Salón de Juegos Angry Birds al prescolar de niños de seis años. Se trata de una iniciativa organizada conjuntamente con la Universidad de Helsinki, en Finlandia, que ya se ha puesto en práctica. La empresa también firmó un acuerdo con China.

“En lo que respecta a la educación de los niños, la estrategia de Finlandia se orienta mucho a lo lúdico”, explica Sanna Lukander, vicepresidente del área de libros de Rovio Entertainment.

“Estos personajes y su mundo parecen inspirar a los niños. Es imposible no pensar cómo motivar a los niños para que hagan algo más que jugar”, añade.

Buen ejemplo



La compañía que creó a Angry Birds tiene asociaciones educativas con Finlandia y China. 

El sistema educativo finlandés está catalogado como uno de los mejores de los países desarrollados.

No se trata de la misma edición de Angry Birds con un nuevo empaque, incorpora a los famosos personajes en un nuevo concepto de juegos educativos y usa un “enfoque de 360 ° para aprender”, lo que incluye libros, profesores y dispositivos digitales.

Pero, ¿qué pueden aprender los niños de los juegos computarizados que sirva para ayudarlos con las tareas difíciles que tienen que hacer en el salón de clases?

“Los juegos tienen un efecto más a largo plazo que las herramientas tradicionales en ciertas áreas, como adquisición del lenguaje, ciencia, matemática y estudios sociales”, afirma Constance Steinkuehler, especialista en el tema y ex analista de la Casa Blanca.

“No se trata únicamente de elaborar el juego, sino de evaluarlo posteriormente, ¿está teniendo impacto y educando de la manera que se esperaba?”.

Y continúa: “Los juegos en la sala de clases no son la única opción para enseñar. Tienes a un maestro, a los compañeros y a una estructura de actividades, y todo eso cumple una función, sea productiva o no. Es como usar un buen libro, puedes hacer cosas maravillosas con el, o no”.

Rovio señala que no son solo los juegos los que tienen un impacto entre los alumnos.

“El Salón de Juegos Angry Birds no es un juego educativo, es un ambiente educativo. No podíamos poner calcomanías de los personajes, exportarlas y ya. Se ha hecho una gran investigación, es un trabajo que ha tomado dos años y medio”, asevera Lukander.

Esto quiere decir que se trata de algo que va más allá de usar una resortera para lanzarle pájaros a unos cerdos.

¿Vegetales ricos?

Niño viendo a una computadora

Minecraft es uno de los juegos más populares para aprender.

Rovio ha trabajado con editoriales como Penguin, también con National Geographic y con la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés). No se promociona como una compañía de juegos electrónicos, sino como empresa de comunicación.

Pero no es la única en lo que se refiere a juegos educativos. Entre los más innovadores se encuentran: uno que incluye disparos y tiene como objetivo lograr que masticar vegetales se vea como algo genial y otro que combate enfermedades de transmisión sexual con superhéroes como Willy the Kid.
Si, es cierto.

El juego del mundo virtual Minecraft tiene usos muy novedosos en los salones de clase.

“Es uno de los juegos más importantes en lo que a aprendizaje se refiere. Lo que los chicos hacen es impresionante”, comenta Steinkuehler.

En un salón de clases de la Universidad de Reikiavik, en Islandia –y como ocurre en muchos otros- Minecraft se utiliza como una interfaz gráfica en 3D para ayudar a jóvenes a entender los principios básicos de darle instrucciones a una computadora.

Según MinecraftEdu, que trabaja con unas 1.000 escuelas, el juego se utiliza en todas las materias y en todos los grados.

Detractores

Videojuego que enseña acerca de las ETS

Los juegos computarizados se usan en varias áreas educativas.

Pero, curiosamente, Minecraft es bloqueado por firewalls en varias instituciones educativas.

También están quienes piensan que los juegos en los salones de clase, causan más daños que beneficios.
“En el peor de los casos, son frívolos, en el mejor, entretenidos”, dice Gary Stager, docente.

“Se piensa que los sistemas educativos actuales –prosigue- son desagradables, tortuosos y fomentan una especie de lista de ganadores y perdedores. Pero los juegos en el salón no son la manera de arreglar ese problema”.

Para Stager, los juegos desarrollados para los salones de clase suelen ser menos divertidos e interesantes y apenas y ponen a prueba conocimientos que ya se tenían.

“Y lo peor, son coercitivos. Los adultos están tomando algo que los chicos adoran –los juegos- para forzar su uso e incluirlo en el currículo”.

Futuro inevitable

Pero para las compañías tecnológicas que trabajan con niños, el paso hacia los juegos y la tecnología, es inevitable. Las tabletas LeapFrog y LeapPad2 fue uno de los juguetes que más se vendió el año pasado.

“Los niños ya viven en un ambiente diverso, su mundo es mucho más interactivo. El incluir este tipo de juegos en sus vidas, les permite desarrollar habilidades cognitivas” afirma Sally Plumridge, directora de mercadotecnia de LeapFrog.

También comenta que todavía existe la necesidad de aprender de forma tradicional y que la forma en la que esta modalidad se integra con las nuevas tecnologías ofrece una visión distinta y práctica.

“Los niños se desarrollan viendo lo que sus padres hacen, y desde muy pequeños, los ven con tabletas y teléfonos inteligentes. Sus instintos en ese mundo con respecto a qué hacer y cuándo, son mucho más agudos que los nuestros. Nosotros estamos aprendiendo, pero ellos están creciendo con eso”.

Quizás es por eso que muchos padres le piden ayuda a sus hijos cuando sus celulares dejan de funcionar, habrán pasado 10.000 horas utilizando estos dispositivos antes de llegar a los 21 años.

Fuente:

BBC Ciencia

14 de octubre de 2012

Los Angry Birds y el CERN se alían para enseñar Física a los niños

Angry Birds Playground: Rovio y CERN buscan acercar a los niños a la ciencia

A5AQQwoCQAAeEBz-520x388

Ampliando aún más allá de las aplicaciones móviles y juegos, Rovio se ha asociado con el CERN para lanzar su nueva marca Angry Birds Playground, un nuevo programa diseñado para ayudar al aprendizaje de los niños de entre tres y ocho años.

Angry Birds Playground se basa en el Curriculum Nacional Finlandés para el kindergarten, para tratar de hacer que la física moderna sea accesible para los niños de cualquier edad, apoyándose en la mecánica de juego Angry Birds para hacerlo.

Lo que CERN y Rovio han planeado todavía no se conocen completamente, pero los de Finlandia indicaron que “estamos estudiando formas de desarrollar increíbles recursos de aprendizaje”. Uno de esos recursos pueden ser demostraciones interactivas, como lo destacó Vesterbacka, CEO de Rovio.

Por su parte, Rolf Landua, jefe de Educación de CERN, explicó los alcances de la colaboración.

“La física moderna tiene alrededor de 100 años, pero sigue siendo un misterio para muchas personas. Trabajando en conjunto con Rovio, podemos enseñar a los niños la física cuántica mostrando lo divertido y fácil de entender que es”.

Parece que el CERN se convertirá en uno de los muchos socios de Angry Birds Playground, ya que Rovio “busca los mejores socios en el planeta y en todas las dimensiones posibles para que el aprendizaje sea divertido”.

Más detalles en: The Next Web

Tomado de:

google.com, pub-7451761037085740, DIRECT, f08c47fec0942fa0