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14 de octubre de 2011

¿Qué puedes descubrir si quemas orina humana?

El cuadro de la imagen (abajo) se titula El alquimista en busca de la piedra filosofal descubre el fósforo. Lo pintó el inglés Joseph Wright de Derby en 1771. La escena que representa es una fantasía, pero está inspirada en hechos reales.

El alquimista en busca de la piedra filosofal descubre el fósforo (Autor: Joseph Wright)

El alquimista en busca de la piedra filosofal descubre el fósforo (Autor: Joseph Wright)

Hennig Brandt -que no se parecía al hombre del cuadro- era un comerciante que vivía en Hamburgo. Se arruinó y movido por las ansias de recuperar su fortuna empezó a experimentar en busca de la piedra filosofal, un material mítico que según las leyendas podría transmutar metales vulgares en oro y multiplicarlo hasta el infinito.

En 1669 realizó un experimento con orina humana que no le llevaría a descubrir la legendaria sustancia, pero sí un elemento químico, el fósforo. Para ser más precisos descubrió una molécula que está compuesta por tres átomos de oxígeno y dos de fósforo, hoy conocida como fósforo blanco (la sustancia que en el cuadro ilumina la estancia desde el matraz). Precisamente por su brillo, Brandt la bautizó como fósforo, como se llamaba por aquellas a Venus cuando es visible en el cielo justo antes de la salida del Sol.

Brandt utilizó la enorme cantidad de 60 cubos de orina humana (no quiero ni pensar cómo olería aquello), la concentró hasta que adquirió el aspecto de jarabe espeso y la quemó con carbón en una retorta. El residuo que dejó brillaba en la oscuridad. Cuando el alquimista dejó entrar aire en el recipiente, el material se incendió.

Esto sucede porque en presencia del oxígeno del aire el fósforo blanco reacciona con él para transformarse en otra molécula más estable, compuesta por cinco átomos de oxígeno y dos de fósforo, y en el proceso libera calor y luz. De esta forma, cuando hay muy poco oxígeno en el ambiente brilla, pero cuando el oxígeno es abundante arde.

Brandt descubrió que si lo guardaba bajo agua no ardía. Hoy en día se sigue guardando de esta manera. Y así, tras encontrar una forma segura de almacenarlo se decidió a comercializarlo.

Según explica el químico y escritor Len Fisher, Brandt aseguraba que el fósforo blanco se podía utilizar para “escribir sobre la palma de la mano, o sobre papel, y lo que escribas aparecerá en letras de fuego, y esas letras se pueden leer mucho tiempo después. Eso sí, hay que tener mucho cuidado, hacerlo con suavidad, y ponerlo en agua en cuanto hayas terminado, porque si llega a incendiarse, quemará terriblemente la casa”.

Hoy sabemos que el fósforo blanco es terriblemente tóxico y provoca quemaduras gravísimas. Su exposición continua provoca necrosis de mandíbula, por eso dejó de utilizarse en las cabezas de las cerillas. Los efectos sobre la salud de los trabajadores de las fábricas eran devastadores. Aún así se utiliza en las guerras para crear cortinas de humo.

Fuente:

QUO

16 de octubre de 2010

La vida secreta del alquimista Sir Isaac Newton

Uno de los más grandes científicos de la humanidad dedicó lo mejor de su tiempo a la alquimia, en la cual basó su descubrimiento de la gravedad y las leyes de movimiento universal.

El New York Times publica un artículo sobre el trabajo nocturno de Sir Isaac Newton: la alquimia, su verdadera pasión de vida. Newton, quien descubrió las leyes universales del movimiento, la atracción gravitatoria, las propiedades espectrales de la luz y coinventó el cálculo, también escribió más de un millón de palabras sobre la alquimia -las cuales guardaron el silencio místico del artista de la Piedra Filosofal o Manzana del Sol- sin ser publicadas por la Royal Society, que consideró demeritaban la institución científica que construiría alrededor de la interpretación reduccionista, meramente mecáncia -desdiosada- de la obra de Newton.

El artículo del New York Times está inspirado en el trabajo del profesor de historia y filosofía William Newman y sus indagaciones en la opus hermética newtoniana. Básicamente el mainstream de la ciencia, se pregunta como una de sus divinidades, junto con Einstein, pudo haber dedicado lo mejor de su tiempo lo que llama una seudociencia totémica. Incluso preguntándose si Newton no había padecido un envenenamiento de la razón, expuesto en demasía al mercurio. Y aunque la visión de Newman es más moderada: sostiene que era natural que en la época de Newton (1642- 1726) se creyera en los postulados de la alquimia, aún refinada la razón, no deja de ser ridícula y sintomática del dogma que la misma ciencia acusa en las disciplinas como la alquimia o la astrología. La ciencia con todo su oropel , autodesignada como la vanguardia del conocimiento humano, aún de forma ignorante sostiene que la alquimia se trata de transmutar una serie de elementos en otros elementos más valiosos, como si estuviera buscando obtener ganancias económicas, y no reconoce lo evidente, que la alquimia, es también un arte, sin dejar de ser una ciencia, y se envuelve en el simbolismo como espejo del lenguaje luminoso del universo.

Newman expone que en el tiempo de Newton existían bases teóricas para creer que la materia podía ser reconfigurada en sustancias más deseables, alimentando el sueño de convertir metales como el plomo en oro. Y le da una aplicación a la alquimia, según este estudioso del trabajo de Newton, su descubrimiento de que la luz blanca está compuesta de una mezcla de rayos de colores y de que un rayo de sol puede ser descompuesto en un prisma iridiscente, se deben a su trabajo con los corpúsculos, dividiendo la materia, la química, antecedida por la alquimia.

Pero nosotros iríamos mucho más allá: el descubrimiento de las leyes de la gravedad, también nacen del cuerpo hermético de la alquimia, tradición del gnosticismo, que Newton conocía como atestigua su propia tradición de la tabla esmeralda de Hermes. Específicamente de lo que en el hermetismo, como es enunciado en textos como el Kybalion, se conoce como la ley de atracción y repulsión, que rige el movimiento universal. Asimismo la armonía de las esferas, de Pitágoras, el ocultista iniciado en la arcana egipica, es una clara influencia en las leyes del movimiento del universo newtoniano. La influencia del alquimista suizo en la Royal Society, de la cual Newton era miembro, ha sido documentada. La historia pop nos dice que Newton descubrió esto cuando le cayo una manzana, y sin embargo, un hombre que vivió 85 años dedicado con una disciplina inexorable, casi en un rapto místico, lejos de las distracciones de la carne, ciertamente lo había suscitado por su propio estudio y llamad, avizorando las leyes transparentes del Gran Arquitecto Cósmico, que en el universo mecánico de Newton era quien daba cuerda con sus armonía celeste al mundo.

El silencio de Newton puede ser justo lo que más nos diga sobre su obra alquímica, recordemos que Sir Isaac nació el 25 de diciembre, bajo el signo de Saturno, el guardián de la puerta de oro, dador del humor melancólico, el sello del alquimista que labra la piedra de su cuerpo para transmutarlo en espíritu. Durante su vida uno de sus grandes intereses fue el Templo de Salomón (la logia masónica de la Universidad de Cambrdige lleva el nombre de Newton), la empresa fundamental de reconstrucción masónica -la nave cósmica del espíritu- y, también, la interpretación de la Biblia y del Apocalipsis.

Conozca más sobre la vida de Newton en la siguiente presentación:



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Fuente:

Jornada On Line

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