Una cosa es que no podamos establecer una relación causal entre la iluminación nocturna y el mayor riesgo de cáncer, pero sí podemos decir con contundencia que no es beneficiosa.
Así planteado la respuesta es no, pero también es verdad que aquí hay
mucho que hablar. Es casi seguro que la pregunta viene por una serie de
estudios que se han hecho a partir del año 2008 y que vinculan las áreas urbanas con más luz nocturna
con un aumento del riesgo de padecer dos tipos de cáncer: mama y
próstata. Lo que hicieron los investigadores fue medir la luz reflejada
en el cielo que captan los satélites y una vez que identificaron las
ciudades más iluminadas, comprobaron si había algún tipo de asociación
con un aumento de la incidencia de estos cánceres, mama y próstata, que
son los que, en principio, se vincularían con mayor exposición a luz
nocturna. Los autores del estudio encontraron que sí había una
asociación entre mayor iluminación y un mayor riesgo. El problema de
estos estudios, y que es una pega real, es que no detectan qué luz
recibe individualmente cada sujeto, sino la que hay reflejada en el
cielo y que no tiene que coincidir necesariamente con aquella a la que
cada uno se expone en su casa.
También hay que tener en cuenta que el hecho de vincular la luz
nocturna con el cáncer es un tanto controvertido, no se puede decir así.
Lo que sí se sabe es que la luz nocturna hace que el organismo produzca
menos una hormona llamada melatonina. Y sabemos también que esa falta
de melatonina altera el sistema circadiano. Debes saber que el sistema circadiano tiene un reloj biológico
que está en nuestro cerebro y está preparado evolutivamente para
detectar la alternancia entre la luz y la oscuridad, entre el día y la
noche. Sabemos igualmente, gracias a los estudios epidemiológicos, que
las alteraciones en nuestro sistema circadiano sí se vinculan a una
serie de enfermedades como el síndrome metabólico y otras alteraciones
cognitivas y afectivas. Se sabe, por ejemplo, que las personas que
trabajan en turnos y que tienen alterado su sistema circadiano son más
proclives a este tipo de enfermedades.
En el año 2008, la Organización Mundial de la Salud publicó un
informe que decía que la disrupción circadiana, que incluye la luz y
otros aspectos, es potencialmente carcinogénica para humanos y la
incluía en el grupo 2A. El grupo 2A incluye a los factores que no
muestran evidencias experimentales en humanos con la aparición de cáncer
sino que la relación es asociativa, no causal. Es decir, las dos cosas
parecen ir juntas pero no podemos demostrar que una lleve a la otra. En
animales de experimentación en cambio las evidencias sí son suficientes
para decirlo pero no en el caso humano.
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