El director de C40 para la región, Manuel Olivera, asegura que la capital chilena lleva la batuta en la gestión de contaminación atmosférica en América Latina.
Hoy el aire de Santiago de Chile es un 70% más limpio que hace 30 años, y Manuel Olivera tiene que ver con ello. Como director regional para América Latina de C40, una red de ciudades que luchan contra el cambio climático, Olivera sigue de cerca la transformación que vive una de las capitales más pobladas de la región. "Es un cambio drástico que se ha logrado gracias a un plan de descontaminación a lo largo de 30 años", apunta, y aclara que el problema no se ha resuelto. En los meses de junio y julio de este año, una serie de alertas ambientales bastó para que Santiago recordara el largo camino que le queda por recorrer.
En la capital chilena, la calidad del aire suele empeorar durante el otoño y el invierno debido a la ausencia de brisas, que hacen que las partículas nocivas se mantengan al nivel del suelo. Por eso, la ciudad está decidida a ir por más, y recientemente implementó medidas más drásticas, como acelerar la transformación de su parque automotor a vehículos de cero emisiones. Sus acciones van acompañadas de soluciones de alta tecnología, como la instalación de microsensores autónomos que miden la calidad del aire en tiempo real por parte de la empresa SUEZ. "Este es un esfuerzo que no se hace en pocos días, es un esfuerzo de continuidad para una gestión de control de contaminación cada vez mayor", dice Olivera.
Pregunta. ¿Cuáles son los principales detonantes de contaminación en Santiago de Chile?
Respuesta. A pesar de que hay más líneas de metro que hace veinte años, el parque automotor sigue creciendo. La estrategia del gobierno regional es que al menos los vehículos del sector público sean de cero emisiones, pero falta el tema del sector privado. La infraestructura se está construyendo para que el sector privado pueda moverse a cero emisiones de una manera más dinámica, y progresivamente será un tema que estará controlado, porque ahí radica una de las mayores fuentes de óxidos de nitrógeno en la atmósfera, y de partículas. El diésel es el cigarrillo del siglo XXI y hay que eliminarlo como combustible, Santiago lo sabe desde hace tiempo.
P. Se dice que la capital chilena está marcando la pauta en temas de descontaminación atmosférica en América Latina. ¿Es así?
R. Sí, Santiago era una de las peores ciudades en términos de contaminación hace 20 años, competía muy de cerca con Ciudad de México, Lima y Bogotá. En este momento está incluso por debajo de otras ciudades chilenas en términos de contaminación, a pesar de que no ha resuelto su problema, como tampoco lo ha logrado ninguna otra ciudad de la región.
P. ¿Qué tipo de medidas han contribuido a la descontaminación de la ciudad?
R. Se ha trabajado en el reemplazo de combustibles orgánicos, es decir, madera, y eventualmente carbón, por energía eléctrica. Otro aspecto que tuvo un impacto importante en ese rubro fue el cambio de calidad del combustible diésel, que ha venido bajando desde 5,000 partículas ppm de azufre a 15 ppm de azufre. Además, en los vehículos particulares el gas natural empezó a tener un papel muy importante. El tema de combustibles es trascendental en la limpieza del aire. Todas las industrias están cumpliendo con ciertos estándares y ya se han movido fundamentalmente a gas natural. Recientemente se han establecido normas más estrictas que se van a terminar cumpliendo -por lo menos en términos de partículas- en unos cuatro años.
P. ¿En qué consisten esas normas?
R. En intensificar la entrada de vehículos con cero emisiones en el transporte público. Ya hay 175 buses eléctricos comprados que van a remplazar a 175 de diésel, y próximamente se incorporará una flota de otros 500 buses de cero emisiones. Luego, en uno o dos años, vendrá una nueva fase del Transantiago y es probable que a partir de ese momento la mitad de la flota ya sea de cero emisiones, con lo que estarían cumpliendo con la norma de emisión de 20 microgramos por metro cúbico que establecieron, y que es muy estricta. Además, todos los vehículos de transporte público que no sean de cero emisiones van a ser Euro VI, lo cual también genera un efecto muy relevante en la reducción de emisiones.
P. ¿Qué rol juega la red C40 en esta estrategia?
R. Santiago tiene una intendenta muy activa, que es parte del consejo directivo de C40 y nos ha pedido que los apoyemos a poner en marcha aceleradamente algunas iniciativas. Hemos trabajado juntos en el fortalecimiento de la peatonalización y el uso de bicicletas. Se han tomado medidas para alcanzar la eficiencia en edificios públicos, les ayudamos a hacer una auditoría y ese modelo ya se está empezando a aplicar en muchos otros edificios. Apoyamos en la realización y culminación del inventario de gases con efecto invernadero, les ayudamos a construir una guía para viviendas sociales sustentables que está en aplicación y ejecución en este momento y va a ser la estrategia de trabajo para todas las nuevas viviendas, entre muchas otras iniciativas conjuntas.
P. Si Santiago de Chile es referente en la lucha contra el cambio climático en el continente, ¿qué enseñanzas le puede dejar a las otras ciudades latinoamericanas?
R. La más importante es la aceleración de la transformación de la flota de transporte público a cero emisiones, es un tema sin precedentes en las Américas, en Europa y en Asia central. Su éxito radicó en que Santiago aprendió con nosotros cómo hacerlo, logramos traer cooperación técnica del Banco Interamericano de Desarrollo para crear un modelo de negocio eficiente y acelerar esa transformación. Conseguimos que dos empresas productoras de buses con cero emisiones pusieran sus vehículos en demostración, y gracias a eso un operador de transporte acabó comprando 100 y otro 75, de marcas diferentes. Los primeros 100 estarán circulando en un mes y los otros en unos cuatro meses.
P. ¿Qué otras urbes de la región han logrado avances en temas de movilidad verde?
R. Quito está por abrir una licitación para 70 buses eléctricos, Bogotá abrió finalmente -y de una manera muy tímida e innecesariamente temerosa- la licitación para remplazar 1,400 buses, para la cual hay una propuesta por 160 buses articulados. Si gana sería maravilloso porque están compitiendo con vehículos de gas y diésel. São Paolo decidió que en 2030 las emisiones de transporte público debían ser iguales a cero, y para eso tiene que empezar a hacer una transformación de flota. Curitiba nos pide apoyo para estructurar un modelo de negocios que le permita acelerar su cambio al 2025 para tener solo buses con cero emisiones, y Ciudad de México prevé alrededor de 100 buses articulados, que permitirían sacar adelante también un proceso inicial de remplazo de flotas obsoletas que funcionan a base de combustibles. Están pasando muchas cosas en nuestras ciudades de C40 en América Latina, mucho más rápido que en Estados Unidos.