Menos atención, sin embargo, se le presta a la importancia de secarlas de modo óptimo.
Después de fregarse bien las manos con agua y jabón, nadie quiere volver a ensuciarlas con una toalla húmeda y olorosa que quién sabe cuánto tiempo lleva colgando en la percha.
Por eso muchos servicios públicos están provistos de toallas de papel desechables o secadores conpotentes chorros de aire que se promocionan como "mejores para el medio ambiente" y "más higiénicos".
Pero según investigadores de Reino Unido, Francia e Italia, que realizaron pruebas en estos tres países, los secadores de aire a chorro son básicamente "cañones de bacterias".
Una investigación se realizó en los hospitales de tres ciudades: Leeds, Paría y Udine, durante un período de 12 semanas.
En cada lugar se seleccionaron dos baños para uso de pacientes, personal hospitalario y visitantes. En cada uno se instalaron un secador y toallas de papel.
Se tomaron muestras del aire y de las superficies todos los días, durante cuatro semanas. Después de una pausa de dos semanas, se hizo un cambio en los baños para que ofrecieran solamente una de las dos maneras para secarse las manos y volvieron a tomar muestras.
Los cultivos que recogieron de esas muestras revelaron una concentración de bacterias en el aire y en las superficies muchísima más alta en los baños donde solo había secadores de aire a chorro.
La diferencia más dramática se detectó entre la superficie del secador y la superficie del dispensador de toallas de papel. En Udine, el secador tenía 100 veces más bacterias, en París 33 veces y en Leeds 22.
La particularmente virulenta cepa bacteriana Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM) fue tres veces más prevalente en los baños de los hospitales en Reino Unido durante los períodos que usaron el secador de aire.
Otras bacterias resistentes a la penicilina y otros antibióticos -y, por ende, difíciles de tratar- fueron encontradas con mayor frecuencia también.
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