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5 de mayo de 2016

El cerebro ve las caras diferentes según nuestros prejuicios

Este sesgo en el procesamiento visual se produce de forma inconsciente y afianza los prejuicios.





¿Está seguro de que sus amigos, o «menos amigos», son realmente como usted los ve? Si la pregunta le parece extraña, espere a leer lo que ha descubierto un grupo de neurocientíficos de la Universidad de Nueva York: Los estereotipos que tenemos puede influir en el procesamiento visual del cerebro, que hace que veamos las caras de los demás de manera que se ajusten a nuestras ideas preconcebidas.

Si los expertos en comunicación nos habían advertido ya de que prestamos más atención a aquella información que está de acuerdo con nuestras creencias, ahora este nuevo estudio viene añadir una prueba más de que nuestra visión del mundo podría depender del "color del cristal con que miramos", o sea de los prejuicios e ideas preconcebidas que tenemos. Ya lo decían los clásicos: los sentidos nos engañan. Y de qué manera.

"Nuestros resultados proporcionan evidencia de que los estereotipos que tenemos pueden alterar sistemáticamente la representación visual de una cara en el cerebro, que distorsiona lo que vemos para estar más en consonancia con nuestras expectativas sesgadas", explica Jonathan Freeman, del Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York y autor principal del artículo que aparece en la revista Nature Neuroscience.

Al parecer hay estereotipos ampliamente extendidos, como por ejemplo que los hombres son más agresivos mientras que las mujeres tienen una tendencia más apaciguadora. Y el estudio sugiere que este tipo de asociaciones estereotipadas pueden dirigir el procesamiento visual de otras personas, alterando la forma en que el cerebro ve el rostro de una persona.

Las personas extraemos una gran cantidad de información de la cara de los demás, incluyendo categorías sociales como el sexo, la raza, o la emoción que están sintiendo. Tradicionalmente se pensaba que cada una de esas dimensiones está representada de forma independiente. Sin embargo, investigaciones recientes lo han puesto en duda, argumentando que esas información que proporciona un rostro puede estar entrelaza.

Investigaciones previas han demostrado que los estereotipos filtran lo que pensamos de los demás y cómo interactuamos con ellos, moldeando muchos aspectos de nuestro comportamiento, a pesar de nuestras mejores intenciones. Pero el trabajo publicado en Nature muestra que los estereotipos van más allá aún y pueden tener un impacto más insidioso, llegando incluso a influir en nuestro proceso visual inicial de una persona, de una manera que se ajuste a nuestros prejuicios. Y a su vez, como han demostrado anteriores, la forma en que percibimos una cara puede influir en nuestro comportamiento.

El artículo completo en:

ABC



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