Investigadores japoneses registran la actividad neuronal en el cerebro de un pez zebra, justo en el instante en que este percibe a su presa.
Hace apenas unos años hubiese resultado
un tanto surrealista la idea de estar videograbando el instante preciso
en el que se consuma la percepción. El cerebro, ese enigmático e
hipersofisticado órgano que rige buena parte de nuestra existencia –y
tal vez incluso de nuestra realidad– ha mantenido innumerables secretos
a salvo de la ciencia, erigiéndose como el mayor de los misterios
inmersos en nuestra propia biología.
Recientemente un grupo de investigadores
del Instituto Nacional de Genética en Japón, lograron documentar el
momento en el que un pez zebra percibe la espontánea presencia de una
presa. Lo anterior representa la primera vez que el acto de percibir es
registrado desde la propia fuente, es decir, desde un plano neuronal. El
“descubrimiento” fue reportado en la publicación científica Current Biology.
En un artículo titulado “Todos estamos alucinando todo el tiempo“,
enfatizábamos en que la realidad, ese consenso masivo y psicocultural,
en buena medida se produce a partir de nuestra percepción –la cual si
bien es esencialmente individual, lo cierto es que se sintoniza
colectivamente para convenir en referentes generales–:
“Quizá aquello que concebimos como
realidad no es más que un espejismo de monumental sofisticación, una
especie de paraíso de la simulación en donde nada es ‘en realidad’ lo
que aparenta ser. Aquí partimos de la premisa que cualquier componente
de esa abstracción no existe como tal, sino que llega a nosotros mediado
a través de nuestra percepción —la cual en este contexto aparecería
como un filtro traductor que nos permite interactuar con cualquier cosa
que asumimos como algo externo (a pesar de que a fin de cuentas somos
solo un todo) y que, como suele ocurrir cada vez que utilizamos un
mediador, la versión original experimenta un cierto grado de
distorsión.”
Más allá de especular sobre la
naturaleza perceptiva, o por el contrario definitiva, de la realidad, lo
que parece indiscutible es que la percepción juega un rol fundamental
en nuestra existencia y en la de todo aquel ser que accede a esta
facultad –incluido, obviamente, el pez zebra–. En este sentido resulta
épico el poder observar la actividad neuronal que acompaña el nacimiento
de este acto (el percibir).
A lo largo de los escasos seis segundos
que dura el video, presenciamos una especie de rítmica electro-danza
que, supongo, corresponde al diálogo que sostienen las neuronas justo en
ese instante cuando el cerebro registra un “algo” sucediendo.
Pero aún más interesante será, sin
menospreciar al pez zebra, tener acceso a este mismo fenómeno dentro del
cerebro humano pues en ese caso, cuando se registre el influjo de data,
el acto estará acompañado de miles de procesos complementarios que
seguramente enriquecerán, visualmente, la ya de por si apasionante
coreografía de luz que hoy hemos podido observar –por ejemplo el
contraste de esa información recibida sobre un marco de referencias
culturales que terminarán por asignar un valor específico a eso que se
percibe”–. O que decir sobre la posibilidad de documentar un
pensamiento, o una secuencia de ellos, ese arquetípico instante durante
el cual, al menos una porción significativa de lo que llamamos realidad,
se estaría gestando.
En todo caso resulta siempre estimulante
avanzar un trecho en ese recorrido que nos separa de la hermética
intimidad del cerebro. Y este acercamiento visual, que incluso resulta
una experiencia estética (y que por su semejanza con un relámpago nos
recuerda la correspondencia mico-macro). Así que, aludiendo a la figura
del ouroborus, disfrutemos por ahora el percibir un acto de percepción.
Twitter del autor: @paradoxeparadis / Javier Barros del Villar