Estos receptores son los encargados de transformar el sonido en impulsos neuronales que viajan hasta el cerebro, y los sonidos muy fuertes rompen sus terminaciones.
Estas vuelven a crecer en 24 horas, pero, mientras están averiadas, envían señales falsas al cerebro.
Los acúfenos (como se les llama a los sonidos que oímos en estos casos) pueden también ser el resultado de infecciones en el oído, también de la pérdida gradual de audición causada por el envejecimiento o pueden ser provocados por algunos fármacos
Fuente:
BBC Ciencia