Por: Antonio Ruiz de Elvira
Anteayer escribía Rosa Tristán en su blog sobre
el problema de CSIC. Ayer se sugería que no hay que invertir en
educación (ni claro, en ciencia), pero si hay que invertir en los
sueldos de los parlamentarios, por ejemplo, de 17 comunidades autónomas y
del Estado, en embajadas, en televisiones, o como hizo un gestor
social, en Fórmula 1 y copa América; y en otras muchas cosas
esencialmente inútiles para crear riqueza.
La educación no es algo que se consiga de un día para otro, cómo no
lo es la ciencia. Ha de haber una idea que permee a todas las gentes:
que es infinitamente mejor estar bien educados que ser ignorantes, y que
es inmensamente mejor hacer ciencia que comprarla. La alternativa, los
300 años de miseria española que terminaron en 1970.
Todos los estudios históricos muestran que la riqueza de la mayoría
de la población, incluida la riqueza de los ya ricos, crece con la
estima de la libertad para actuar que solo proporciona la educación, y
con la capacidad de innovación que solo proporciona la ciencia. Cuando,
por el contrario, se limita el conocer que se pueden hacer cosas
distintas de las que siempre se han hecho, las personas se contentan con
la miseria sin saber que la riqueza está al alcance de la mano. Y esta
limitación se hace no para aumentar la riqueza de otros, sino
sencillamente mantener sus privilegios, su orgullo, su exclusividad.
Conseguir extender la educación de verdad, las ganas de hacer ciencia, solo se logra con inversión: Pero no la inversión en aparatos, en proyectores, en ordenadores, en edificios: Inversión en lo que importa: En la estima social de profesores e investigadores.
Si un futbolista gana un millón de euros al mes, si un palurdo que no
sabe quien era, por ejemplo, Manuel Machado, gana otro millón haciendo
chapuzas, si aquellos que según Ansón
no saben hacer la O con un canuto, llegan a controlar las finanzas
bancarias o las del estado, si gana millones la que vende sus divorcios
en cadena aunque no sabe español, y eso que ha nacido en Madrid de
padres españoles, si pasa todo esto, el mensaje es claro, 'No aprendas,
muchacha, no aprendas, ponte guapa y a hacer divorcios, o a casarte con
un futbolista!' Si los muchachos ven que lo que rinde es saber lo menos
posible, si ven que sus hermanos, con media de 9 en la carrera de
Arquitectura, tienen que emigrar a otros pueblos donde se valora la
educación, esa muchacha, ese muchacho, despreciaran las matemáticas, la
lengua y la capacidad de expresión.
Un día escuchaba, en el autobús hacia Alcalá, la conversación de dos
jóvenes, cajeras o dependientas de algun supermercado, por lo que
hablaban. Comentaban de una amiga que se había hecho prostituta, y se
asombraban de lo que ganaba. Mientras se gane más jugando a la ruleta o
tumbándose en una cama que estudiando muchas horas diarias, la miseria
de la población está garantizada.
Mientras la sociedad vea que los educadores y los científicos están
mal considerados por los gestores sociales, mientras vea que se tiene
en tan poca estima a los científicos que aunque se encuentra dinero para
pagar a los parlamentarios, a los asesores de nada, no se encuentra
para pagarles a ellos, mientras que vea que se cierran centros de
investigación, y que los que los cierran se sienten satisfechos con
ello, mientras se rescate la idea de Monseñor Albareda de que los científicos tienen que ser monjes
que se contenten con un plato de espinacas al día, los jóvenes no
aprenderán matemáticas, lectura y escritura, y tendremos la aspiración
de la sociedad española de Fernando VII: Una masa embrutecida dispuesta a
seguir sin crítica el mensaje de los aristócratas de entonces y de hoy.
¿Está claro, no?
Fuente: