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18 de octubre de 2012

España: ¿Hay que invertir en educación, en ciencia?

 Por: Antonio Ruiz de Elvira

Anteayer escribía Rosa Tristán en su blog sobre el problema de CSIC. Ayer se sugería que no hay que invertir en educación (ni claro, en ciencia), pero si hay que invertir en los sueldos de los parlamentarios, por ejemplo, de 17 comunidades autónomas y del Estado, en embajadas, en televisiones,  o como hizo un gestor social, en Fórmula 1 y copa América; y en otras muchas cosas esencialmente inútiles para crear riqueza.

La educación no es algo que se consiga de un día para otro, cómo no lo es la ciencia. Ha de haber una idea que permee a todas las gentes: que es infinitamente mejor estar bien educados que ser ignorantes, y que es inmensamente mejor hacer ciencia que comprarla.  La alternativa, los 300 años de miseria española que terminaron en 1970.

Todos los estudios históricos muestran que la riqueza de la mayoría de la población, incluida la riqueza de los ya ricos, crece con la estima de la libertad para actuar que solo proporciona la educación, y con la capacidad de innovación que solo proporciona la ciencia. Cuando, por el contrario, se limita el conocer que se pueden hacer cosas distintas de las que siempre se han hecho, las personas se contentan con la miseria sin saber que la riqueza está al alcance de la mano. Y esta limitación se hace no para aumentar la riqueza de otros, sino sencillamente mantener sus privilegios, su orgullo, su exclusividad.

Conseguir extender la educación de verdad, las ganas de hacer ciencia, solo se logra con inversión: Pero no la inversión en aparatos, en proyectores, en ordenadores, en edificios: Inversión en lo que importa: En la estima social de profesores e investigadores.

Si un futbolista gana un millón de euros al mes, si un palurdo que no sabe quien era, por ejemplo, Manuel Machado, gana otro millón haciendo chapuzas, si aquellos que según Ansón no saben hacer la O con un canuto, llegan a controlar las finanzas bancarias o las del estado, si gana millones la que vende sus divorcios en cadena aunque no sabe español, y eso que ha nacido en Madrid de padres españoles, si pasa todo esto, el mensaje es claro, 'No aprendas, muchacha, no aprendas, ponte guapa y a hacer divorcios, o a casarte con un futbolista!' Si los muchachos ven que lo que rinde es saber lo menos posible, si ven que sus hermanos, con media de 9 en la carrera de Arquitectura, tienen que emigrar a otros pueblos donde se valora la educación, esa muchacha, ese muchacho, despreciaran las matemáticas, la lengua y la capacidad de expresión.

Un día escuchaba, en el autobús hacia Alcalá, la conversación de dos jóvenes, cajeras o dependientas de algun supermercado, por lo que hablaban. Comentaban de una amiga que se había hecho prostituta, y se asombraban de lo que ganaba. Mientras se gane más jugando a la ruleta o tumbándose en una cama que estudiando muchas horas diarias, la miseria de la población está garantizada. 

Mientras la sociedad vea que los educadores y los científicos están mal considerados por los gestores sociales,  mientras vea que se tiene en tan poca estima a los científicos que aunque se encuentra dinero para pagar a los parlamentarios, a los asesores de nada, no se encuentra para pagarles a ellos, mientras que vea que se cierran centros de investigación, y que los que los cierran se sienten satisfechos con ello, mientras se rescate la idea de Monseñor Albareda de que los científicos tienen que ser monjes que se contenten con un plato de espinacas al día, los jóvenes no aprenderán matemáticas, lectura y escritura, y tendremos la aspiración de la sociedad española de Fernando VII: Una masa embrutecida dispuesta a seguir sin crítica el mensaje de los aristócratas de entonces y de hoy.

¿Está claro, no?

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