Betelgeuse, a unos 640 años luz de la Tierra en la constelación de Orión, puede parecer una estrella más en el cielo nocturno, aunque en realidad es una de las estrellas más brillantes de las que podemos disfrutar. Particularmente, esta gigante siempre me llamo la atención, ya desde niño soñaba con los mundos que la rodearían, pero como muestra esta imagen infrarroja del Observatorio Europeo Austral (ESO), Betelgeuse se está cayendo a pedazos … literalmente .
Betelgeuse esta emitiendo enormes nubes de plasma hacia el espacio estelar desde hace algún tiempo, como si padeciese de gases estomacales, y esto es un síntoma de la edad de la estrella y de su tamaño. Betelgeuse es una estrella supergigante roja, con apenas una fracción de la edad de nuestro sol, pero es tan masiva (18 veces la masa del Sol) que al igual que las viejas glorias del rock, vive rápido y muere joven.Con apenas 10 millones de años de edad, la estrella se ha quedado sin hidrógeno en su núcleo, ahora está comenzando a fusionar el helio, creando carbono y oxígeno, lo que provoca que Betelgeuse se “infle” hasta alcanzar proporciones gigantescas, casi inimaginables. Si Betelgeuse fuese nuestro sol, ocuparía todo el sistema solar interior llegando incluso a la órbita de Júpiter, la tierra simplemente no existiría, se habría evaporado en su superficie.
El interior de la estrella es un lío burbujeante y violento, con
enormes columnas de plasma caliente que deforman la estrella. Las
observaciones ya habían demostrado hace tiempo que esta estrella tenia
“bultos”, como si de grandes tumores se tratasen, en lugar de ser un
objeto esférico, casi perfecto, parece una patata deformada. También se
aprecian algunos indicios de que la estrella empieza a contraerse, lo
que podría revelar que está cerca (en escalas de tiempo cósmicas) al
borde del colapso, para finalmente explotar como una supernova, pero no
hay que entrar en pánico, pese a que los agoreros les encante lanzar
sus oscuros presagios, mi vieja amiga Betelgeuse no plantea ninguna
amenaza para la vida en la Tierra.
En las últimas etapas de la vida de una estrella supergigante roja,
enormes cantidades de material se esparcen hacia el espacio. Como
muestra esta imagen de ESO, Betelgeuse está creando una vasta nebulosa
de frío polvo, nunca antes vista, y se extiende a más 60 millones de
kilómetros de su superficie.
En el centro de la imagen, el pequeño disco rojo es Betelgeuse y la
nube circundante (dentro del disco negro) pertenece a observaciones
anteriores del plasma que eructó al espacio. La nube de colores que
rodea el disco negro pertenecen a las observaciones de la European
Southern Observatory (ESO) y las nuevas medidas aportadas por el Very
Large Array (VLA).
La nebulosa se extiende como nunca se había visto antes, pero como
Betelgeuse es tan brillante que eclipsa por completo la luz que emite
esta nebulosa. Al utilizar el instrumento VISIR VLA para bloquear la luz
que emite directamente Betelgeuse, la nebulosa (compuesta muy
probablemente por sílice y polvo de alúmina) brilla en longitudes de
onda infrarrojas debido a que es calentada por la estrella. Vale la pena
señalar que a pesar de tener una apariencia llameante, en realidad está
compuesta de material frio, por lo que sólo puede ser detectada en
longitudes de onda infrarrojas. Las longitudes de onda cortas
infrarrojas se representan con un brillo azul y las longitudes de onda
más largas del infrarrojo se representan con un resplandor rojo.
Esta es una vista maravillosamente íntima de la muerte de una
estrella masiva, y con la ayuda de la VLA, tendremos un asiento de
primera fila para el velatorio final.