Usualmente la mitad de la madera de árbol es celulosa
mezclada con otros componentes estructurales, donde las células de una
planta cogen moléculas de celulosa para unirlas y producir fibras de
alrededor de 20 nanómetros de diámetro –unas 5000 veces más delgado que
un pelo humano– que generan una red increíblemente fuerte y
resistente que soporta las células de una planta (a escala nanométrica).
El proceso mecánico de extracción de pulpa de celulosa de un árbol
para fabricar papel daña irremediablemente estas fibras, por lo que hace unos años se creó un método
para extraer y aprovechar las propiedades mecánicas de las fibras de
celulosa, las que en ese entonces aún no estaban del todo claras pero
que ahora ya comenzaron a implementarse a nivel industrial.
El nuevo material se llama celulosa nanocristalina y
se crea extrayendo enzimas de la madera como la lignina y la
hemicelulosa, para luego agitarla y así desintegrar su celulosa
extrayendo las fibras sin que éstas sean dañadas en el proceso. Con
estas fibras se puede fabricar un material ligero, fuerte pero
moldeable, con una tensión de rotura superior al acero, que conduce la electricidad y es completamente biodegradable.
“Es la versión natural y renovable de los nanotubos de carbono, pero a una fracción de su precio“, afirma Jeff Youngblood del Instituto de Nanotecnología Forestal de la Universidad Purdue. “Lo más hermoso es que este material es tan abundante que no necesitamos crearlo. Ni siquiera necesitamos usar árboles enteros, podemos ocupar ramas y astillas, incluso aserrín. Estamos convirtiendo desechos en oro”.
En noviembre del 2011 se inauguró en Canadá la primera fábrica para crear celulosa nanocristalina de la empresa CelluForce, la que ahora produce una tonelada diaria de este material. Mientras que hace tres semanas, el Laboratorio de Productos Forestales de Estados Unidos –dependiente del Ministerio de Agricultura– inauguró su primera planta (a
un costo de US$ 1,7 millones) para tratar la madera y crear celulosa
nanocristalina, lo que estiman que será una industria que moverá US$
600.000 millones para el año 2020.
Especialistas como Phil Jones, director de nuevas tecnologías de la
minera francesa IMERYS, creen que la celulosa nanocristalina reemplazará
las piezas metálicas y plásticas de los automóviles, y haría obsoletos
los plásticos inorgánicos en un futuro no muy distante. Además, como el
cuerpo humano no procesa la celulosa es mucho mas segura que otros
compuestos inorgánicos. “Lo peor que te podría ocurrir es que te cortes con el papel“, asegura Jones.
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