El lago de Tota, el más grande de Colombia, huele a cebolla.
Después de todo, el 90% de la cebolla larga (Allium fistulosum) que se consume en el país se cultiva en sus riberas, a más de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar.
Las condiciones climáticas de la
zona son ideales y el lago además les garantiza a los cebolleros del
municipio de Aquitania, en el céntrico departamento de Boyacá, toda el
agua que puedan necesitar.
"La región no puede sobrevivir sin la cebolla.
Somos cultivadores hace muchos años", le dice a BBC Mundo Tito Pérez,
uno de los productores del vegetal.
El impacto del cultivo sobre el lago, sin embargo, no se limita al olor, perceptible incluso a la distancia.
A los cebolleros se les acusa de estar
contaminando la fuente de agua con fertilizantes y pesticidas, de
invadirla para ampliar sus plantaciones.
Y esa tampoco es la única actividad humana que
está impactando negativamente al lago de Tota, que en julio pasado
recibió un Globo Gris de la Red Mundial de Humedales.
Una "distinción" que lo identifica como uno de los ecosistemas más amenazados a nivel mundial.
Amenazas múltiples
Efectivamente, la lista de amenazas que se ciernen sobre el segundo lago más alto de Suramérica es variada y extensa.
"(Los problemas) tienen que ver con las malas
práctica en los cultivos de cebolla junca; con cultivos de truchas en
jaulones flotantes, que están arrojando todos sus desechos directamente
al agua; con el problema de las aguas residuales del municipio de
Aquitania", le explica a BBC Mundo Felipe Velasco, de la ONG Fundación
Montecito.
Velasco critica, además, el elevado consumo de
agua por parte de los acueductos de varias municipalidades cercanas y
por parte de la acería Paz del Río -propiedad de la siderúrgica
brasileña Votorantim- que juntos suman alrededor de 3.000 litros por
segundo, "sin ningún tipo de compensación".
"Hay también un problema muy grave, que tiene
que ver con los daños a la cuenca en las partes altas. Cuenca que esta
siendo desforestada, que esta siendo dedicada a la agricultura, en zonas
altas, zonas de paramo, que deberían ser zonas intocables. Se están
reteniendo aguas de los afluentes del lago de Tota", agrega el
ambientalista.
"Los problemas con el lago de Tota empiezan con un problema de inconciencia de todos nosotros, como ciudadanos, como Estado"
Felipe Velasco, Fundación Montecito
"Y hay una amenaza nueva que se cierne sobre la
zona de cuenca y la cercanía de la cuenca, que es la llegada de la
industria del petróleo".
El inicio de las exploraciones petroleras es, de
hecho, lo que más parece preocupar a los pobladores y autoridades
locales, quienes temen por el impacto de la posible explotación de crudo
sobre la principal fuente de agua potable de siete municipios de
Boyacá.
Y Velasco espera que estos temores, junto con la
llamada de atención de la Red Mundial de Humedales, ayude a generar más
conciencia sobre el conjunto de amenazas que penden sobre el lago, las
que a su juicio no han recibido suficiente atención.
"Los problemas con el lago de Tota empiezan con
un problema de inconciencia de todos nosotros, como ciudadanos, como
Estado", le dice a la BBC.
Responsabilidades
La pluralidad de factores que afectan al lago
también les ha permitido a los diferentes actores relativizar su cuota
de responsabilidad.
"Hay personas, hay sectores de la sociedad
colombiana que dicen que somos los cebolleros los culpables de la
situación del lago de Tota. Pero realmente no somos nosotros", dice Tito
Pérez, para quien la base del problema está en la falta de
implementación del plan de manejo y ordenamiento de la cuenca de lago de
Tota, responsabilidad de la autoridad ambiental regional.
"Ahí se planteaban cuestiones de tipo educativo,
sobre buenas prácticas agrícolas para el sector de los cebolleros, pero
eso no se ha hecho".
Y, según Pérez, los cebolleros son los más
interesados en trabajar "para que nuestro lago no se deteriore, no
sufra, sino que siga siendo una maravilla natural".
"Estamos dispuestos a colaborar y a hacer prácticas cada vez más amigables con nuestro lago, estamos dispuestos a desarrollar todas las técnicas que estén a nuestro alcance para mitigar el impacto que pueda tener la actividad"
Ángel Munar, piscicultor
Lo mismo afirma Ángel Munar, gerente-propietario
de Truchicol, uno de los nueve criaderos de truchas arcoíris que
funcionan en el lago.
"Los piscicultores estamos dispuestos a
colaborar y a hacer prácticas cada vez más amigables con nuestro lago,
estamos dispuestos a desarrollar todas las técnicas que estén a nuestro
alcance para mitigar el impacto que pueda tener la actividad", le dice a
BBC Mundo.
Y Munar realmente parece dispuesto a predicar con el ejemplo.
De hecho, las buenas prácticas de la
piscifactoría le han permitido conseguir varias acreditaciones que,
según Munar, demuestran su sostenibilidad ambiental.
Pero Velasco considera que más estudios son
necesarios. Y también advierte sobre los riesgos de mirar los problemas
de lago de forma aislada.
Convención Ramsar
En lo que coinciden todos, sin embargo, es en
que un rol más activo por parte de las instituciones del Estado podría
hacer la diferencia en el lago de Tota.
Para los cebolleros, como Tito Pérez, se trata de contar con el apoyo necesario para modificar sus prácticas culturales.
Y los piscicultores, como Munar, piden
precisamente un "estudio de capacidad de carga" para poder evaluar el
verdadero impacto de su actividad.
"Lo que hace falta es que el estado haga
presencia y que haga cumplir la ley, que haga cumplir las normas.
Que
mire al lago de Tota con la importancia que merece", dice por su parte
Velasco.
Y como criterio de evaluación, el presidente de
la Fundación Montecito ofrece la designación del lago de Tota como
"sitio Ramsar"; es decir, su reconocimiento por parte de las autoridades
colombianas como humedal de importancia internacional.
Por el momento, sin embargo, el gobierno colombiano no está considerando esa posibilidad.
"Un humedal Ramsar tiene una serie de
restricciones, restricciones de uso y ocupación. Sería lo deseable, pero
no podemos perder de vista hay gente (que vive del lago)", le dijo a
BBC Mundo la Viceministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Adriana
Soto.
"Primero tiene que haber un proceso de
ordenación de la cuenca del lago y los territorios aledaños. Y si el
proceso de ordenamiento de la cuenca es efectivo las zonas que se
declaren de protección que correspondan a humedal podrían eventualmente
considerarse para ello, pero habría que seguir esa secuencia", explicó.
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