Conocer la tasa natural normal de erosión en un lugar es muy importante en casos como por ejemplo cuando se necesita comprobar si una zona está siendo erosionada de manera grave a causa de las actividades humanas desarrolladas en ella.
Desde mediados de la década de 1980, las mediciones de berilio-10, un raro isótopo radiactivo que aparece en el cuarzo bombardeado con rayos cósmicos hasta pocos metros bajo la superficie terrestre, han mejorado mucho la capacidad de los geólogos para estimar las tasas de erosión. Pero estas mediciones experimentales han sido realizadas a escala local o regional, y usando una amplia variedad de métodos, constantes de cálculo y correcciones. Las comparaciones entre zonas climáticas y entre tipos de rocas han resultado difíciles, no permitiendo obtener una perspectiva global.
Ahora, los geólogos Paul Bierman y Eric Portenga, de la Universidad de Vermont, Estados Unidos, han usado estos datos dispares correspondientes a 20 años, recopilados en 1599 mediciones de 87 sitios de todas partes del mundo, y los han reprocesado con un solo y actualizado método.
Su trabajo proporciona la primera imagen amplia y estandarizada de las tasas de erosión geológica prehumanas.
A partir de este trabajo, será posible medir con fiabilidad las tasas antropogénicas de erosión de terrenos. Estas mediciones no son meramente de interés científico; resultarán vitales para ayudar a sostener a los nueve mil millones de personas que se prevé que vivan en la Tierra a mediados de siglo, ya que la conservación de las cualidades que hacen a un terreno apto para la agricultura pasa también por evitar su erosión excesiva. Y lo mismo sucede con los terrenos que sustentan masas de agua aprovechables para el consumo humano.
Fuente:
Solo Ciencia