La idea de la energía limpia puede evocar imágenes de campos repletos de molinos de viento o un paisaje urbano cubierto de paneles solares. Pero esa imagen idílica puede dar lugar a una mucho más realista, en que el combustible fósil – al menos a corto plazo – continuará desempeñando un papel importante en la producción de energía.
En este sentido, se han llevado a cabo numerosas investigaciones para aumentar la sufrible eficiencia energética y ambiental de las plantas de carbón. Una gran innovación en este sentido es la célula combustible de óxido sólido (SOFC). En lugar de simplemente quemar montones de carbón para calentar el agua o mover las turbinas, las células de combustible oxidan el carbón de forma más controlada, generando menos emisiones de una manera mucho más eficiente.
Los ánodos normalmente están construidos de un material que finalmente se convierte en viscoso con la acumulación de carbono, causando la degradación de éstos con el paso del tiempo.
La solución al problema fue propuesta por un equipo de científicos liderado por Meilin Liu, del Instituto de Tecnología da Georgia. El equipo ha encontrado la manera de incorporar nano-estructuras de óxido de bario al material, que evitan que el carbono se acumule y desactive al ánodo. Según el sitio Nanowerk, las estructuras oxidan “al carbono en cuanto éste se forma, manteniendo la superficie de los electrodos de níquel limpia incluso cuando los combustibles que contienen carbono son usados a bajas temperaturas”.
El equipo espera que la solución finalmente se integre en los sistemas ya existentes, ya que se basa en una tecnología anterior. Liu tiene depositadas grandes esperanzas en esta tecnología, afirmando a Nanowerk que "En última instancia, éste podría ser el modo más limpio, más eficiente y rentable de convertir el carbón en electricidad”.
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