Leonardo Da Vinci demostró ser uno de los hombres más inteligentes de su tiempo con sus grandes investigaciones, además de uno de los pintores más célebres de todos los tiempos. Fue capaz de imaginar el helicóptero en el Renacimiento, demostró técnicas muy avanzadas para su época y además demostró conocimientos de geología propios del siglo XX.
En muchos de sus cuadros, como “La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana” aparecen reflejados estratos sedimentarios, organizados en capas horizontales. Hoy en día se sabe que las capas que forman el suelo se acumulan progresivamente y que se puede asociar una capa determinada a una época concreta. Pero Leonardo parece que fue uno de los primeros en considerarlo.
Pero esta investigación no apareció reflejada solo en sus cuadros. Además, recogió un gran número de observaciones y explicaciones sobre estos fenómenos en el Códice Leicester. En este texto aparecía información sobre paleontología y paleoecología, la disciplina responsable de reconstruir los ecosistemas y las relaciones entre especies en el pasado remoto.
En el Renacimiento la teoría de la evolución ni siquiera había sido imaginada. Pero por sus escritos, Leonardo no compartía ninguna de las dos principales corrientes de pensamiento que regían entonces.
La primera relacionaba todo lo perteneciente a los fósiles con el diluvio universal. Da Vinci observó que las conchas de los bivalvos (organismos como las almejas o los mejillones) no están cementadas en vida, sino unidas por un cartílago que se degrada al morir dicho animal. Por tanto, si las conchas aparecían juntas en un fósil, es porque el animal fue enterrado en vida. En cambio, si aparecían separadas era resultado de un transporte después de muertos. Si el diluvio hubiese sido responsable jamás aparecerían juntas.
La segunda filosofía se basaba en el pensamiento neoplatónico. Según ésta, los fósiles no eran restos de animales, sino que pertenecían al reino mineral. Se formaban, de forma "mágica", creciendo en el interior de la tierra conforme a una idea universal que determina la forma de la fauna y flora. Leonardo observó que los fósiles marinos aparecían en zonas con estratos claramente relacionados con un ambiente anterior oceánico. Además, los fósiles suelen agruparse, del mismo modo en que aparecen juntas las conchas de distintos animales movidos por las mareas.
Además, cabe sumarle sus estudios de esclerocronología, la investigación de las periodicidades de crecimiento. Los anillos de los árboles y las líneas de crecimiento de las conchas de los animales nos pueden dar su edad, una práctica muy común en la paleobiología actual, pero totalmente novedosa en el Renacimiento. Y el que los fósiles tuviesen edad, relacionada con las estaciones sobre la tierra, dejaba claro que no crecían bajo ella.
Sin duda, las investigaciones de Leonardo nunca dejan de sorprender. Incluso como geólogo, razonaba como un científico de principios del siglo XX.
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Ya me lo sé