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17 de octubre de 2010

Las canas y el sindrome de María Antonieta




Así se le llama, sin más, el Síndrome de María Antonieta; es esa historia que se cuenta de que una noche de terror nos lleva a un amanecer de pelo blanco. La Reina María Antonieta fue condenada a la guillotina por el Terror, en la Revolución Francesa, y fue la última noche antes de subir al cadalso la que encaneció su pelo.


Gerald Weissmann, editor del FASEB Journal, asegura que algo parecido, no tan espectacular, les ha ocurrido a Barack Obama y a Sarah Palin después del verano de 2009, marcado por un duro debate político sobre el sistema de salud de Estados Unidos.

Ambos llegaron al otoño con más canas de las que tenían en primavera. Es decir, está asumido que el estrés (¿es comparable el estrés que provoca el debate político y la pena de muerte) provoca canas. Por cierto, la literatura, la historia, y en menor medida la bibliografía médica, abundan en anécdotas sobre cómo el terror emblanquece las sienes, la barba o todo el pelo de la cabeza, que es el habitualmente visible sin provocar escándalo. J.E. Jelinek, de la Universidad de Nueva York, hizo una interesante revisión de todo esto en 1972. Allí desfilan la Biblia, Shakespeare, sir Walter Scott, Carlyle o Lord Byron. Fernando el Católico y su nieto, Carlos V, están entre los soberanos que perdonaron a delicuentes condenados a muerte al descubrir, en la mañana de la ejecución, como habían encanecido en la espera. Pero este síndrome, este súbito encanecimiento por el estrés, todavía está en debate entre los expertos en este campo.

Ahora nos podemos preguntar cuál es el mecanismo que convierten el pelo en canas. Si es por envejecimiento, según nos explican J.M. Wood y su grupo, de la Universidad de Bradford, en Inglaterra, se deben al agua oxigenada (o peróxido de hidrógeno) o a los radicales libres, en general. Es curioso que se utilice el agua oxigenada para aclarar el pelo y que sea este el mecanismo natural de aparición de las canas. El pelo es oscuro porque lleva melanina, y ésta es producida por unas células especializadas llamadas melanocitos. En el proceso de síntesis de la melanina aparece, como subproducto, agua oxigenada que es tóxica y es eliminada por la enzima catalasa. Con el envejecimiento, se fabrica menos catalasa, aumenta la concentración de agua oxigenada y el pelo pierde color según se forma y crece.
Por otra parte, hay multitud de estresantes que dañan el ADN: desde radiaciones hasta productos químicos, desde la luz ultravioleta a las radiaciones ionizantes, desde los agentes que producen mutaciones hasta moléculas que produce nuestro organismo (por ejemplo, el agua oxigenada). Ken Inomata y su equipo, de la Universidad Kanazawa de Ishikawa, en el Japón, utilizan radiaciones en ratones para estudiar este fenómeno. Comentan que el ADN de una célula puede llegar a tener, en un día, unos 100000 encuentros con sucesos que pueden dañar su ADN. Habitualmente, el ADN dañado en una célula supone la puesta en marcha de mecanismos de la propia célula que o reparan el ADN o la suicidan.

Antes he mencionado los melanocitos como células de síntesis de la melanina y, en último término, del color de los cabellos. Cuando un melanocito desaparece, se diferencia otro a partir de la división de una célula madre de melanocitos; esta división nos da el melanocito que falta y una célula madre que permanece para dividirse en más melanocitos en el futuro, cuando sea necesario.

Sin embargo, en el envejecimiento, las células dañadas por el estrés no son reemplazadas por el resultado de la división de la célula madre sino por la propia célula madre que se convierte en melanocito. Esto significa que, según van desapareciendo las células, no hay lugar para producir nuevos melanocitos, estos serán cada vez menos, habrá menos melanina y el pelo terminará blanco.

En resumen, en el envejecimiento, las canas provienen de agua oxigenada y radicales libres, por falta de catalasa, y en el segundo desaparece, por la radiación y daños en ADN, de las células madre origen de los melanocitos, y a menos melanocitos, menos melanina.

Fuente:

La Biología Estupenda
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