¿Cuál es el impacto ambiental de unos pantalones vaqueros? La sorpresa cuando se analiza el ciclo de vida completo de esta prenda de vestir, desde el cultivo del algodón a lo que ocurre cuando se convierte en residuo, es que gran parte de sus efectos negativos se producen durante su uso, es decir, durante cada lavado y planchado. Así queda patente en el estudio de los impactos de unos Levi’s 501, aunque este trabajo elaborado por la propia Levi Strauss & Co ofrece sólo unos datos parciales. Resulta mucho más interesante el análisis de ciclo de vida de unos tejanos realizado de forma anterior por la Agencia del Medio Ambiente y el control de la Energía (Ademe) de Francia.
Este estudio se centra en unos vaqueros estándar de 666 gramos, con cuatro botones y seis remaches metálicos, producidos en Turquía y vendidos en Francia. Además, considera que los pantalones tienen una duración de cuatro años, que son utilizados de media una vez por semana y que son lavados en máquina a 40 grados de temperatura cada tres utilizaciones. ¿El resultado? En cinco de las 13 categorías analizadas no hay grandes diferencias en los efectos de producir la prenda, utilizarla para vestirse o deshacerse de ella al final de su ciclo de vida: cambio climático, acidificación del aire, contaminación fotoquímica, eutrofización y ecotoxicidad sedimentaria. Asimismo, en cuatro de las categorías se produce un impacto mayor en la etapa de fabricación: reducción de recursos no renovables, consumo de agua, reducción de la capa de ozono y ecotoxicidad acuática. Y en otras cuatro el principal daño ambiental ocurre por el uso de los pantalones: consumo de energía primaria, toxicidad en humanos, ecotoxicidad terrestre y residuos sólidos.
El trabajo, realizado por Bio Intelligence Service, con datos de la empresa de vaqueros Ober, sitúa el origen del algodón en plantaciones intensivas de India, y en menor medida de Uzbékistan y Egipto (los principales productores de este material, junto a China, EEUU o Pakistán). La cantidad de algodón cargado en cada uno de estos destinos es determinado en el estudio por la participación de estos tres países en el mercado mundial. Los cargamentos de India y Uzbékistan cubren un largo viaje por carretera, raíles o mar, de 7.500 y 11.000 kilómetros, respectivamente, hasta llegar al puerto de Singapur, y allí son embarcados para recorrer otros 10.000 km hasta Túnez. El trayecto desde Egipto es mucho más corto: 240 km en camión hasta el puerto de Alejandría y otros 1.886 por mar hasta Túnez. Tras confeccionar los pantalones en este país africano, todavía quedará embarcarlos de nuevo hacia Génova, Italia, y de ahí transportarlos en camión los más de 900 km hasta París.
El estudio llama la atención sobre las grandes necesidades de agua de los cultivos para producir el algodón, unos 7.000 litros por kilo de fibra, así como sobre la contaminación con pesticidas y herbicidas que se produce en esta etapa inicial. Luego hay que transformar este material en hilo y elaborar el tejido vaquero. Unos pantalones requieren de 1,5 m2 de tela, pero después se realizan distintos tratamientos para dar a esta prenda el aspecto de gastado con el que se quiere que llegue a las tiendas. El trabajo de Ademe analiza todos estos procesos, evalúa el impacto de los cuatro botones y de los remaches metálicos, contabiliza el consumo de energía en los desplazamientos y en cada parte del ciclo (la producción eléctrica en Túnez procede fundamentalmente de gas)… Paradójicamente, al final algunos impactos importantes asociados a ese pantalón van a depender más del programa que se utilice en la lavadora de casa, de la frecuencia con la que se laven o de que se emplee o no una secadora eléctrica. De hecho, a pesar de los miles de kilómetros que puede recorrer el algodón, el estudio calcula que el 70% del gasto de energía asociado a los pantalones se produce por su lavado y planchado.
La importancia de la etapa de uso de los vaqueros es todavía mayor en los resultados del análisis de ciclo de vida de los Levi’s 501. Según la evaluación llevado a cabo por Levi Strauss & Co, las emisiones de efecto invernadero asociadas a cada uno de estos pantalones serían de unos 32,3 kilos de CO2, correspondiendo el 58% de ellas a su lavado, secado y planchado. Asimismo, el gasto de agua sería de 3.480 litros por pantalón, utilizándose el 45% en la lavadora de casa.
Con todo, más allá de las estimaciones finales, que pueden ser más o menos acertadas o dirigidas, estos estudios resultan interesantes para identificar qué decisiones puede ser más importantes para minimizar el impacto ambiental de unos vaqueros, o de las prendas de vestir en general. De hecho, el trabajo francés analiza distintas opciones sobre las que puede elegir un consumidor tanto en la tienda de pantalones como frente a la lavadora de casa.
Por ejemplo, estudia qué ocurre cuando los vaqueros han sido fabricados con algodón procedente de agricultura ecológica (que no utiliza pesticidas ni abonos químicos). El resultado no cambia en lo que se refiere a las necesidades de agua de los cultivos, pero sí, de forma muy apreciable, en lo que concierne a la contaminación de recursos hídricos (que puede disminuir un 90%).
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