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16 de diciembre de 2009

¡Un pez que se come a us propios hijos!

Miércoles, 16 de diciembre de 2009

¡Un pez que se come a sus propios hijos!

El pez tubería extrae nutrientes de sus propios hijos en un comportamiento que podríamos calificar de canibalismo filial.

Foto

Los peces tubería (Syngnathus typhle), que están emparentados con los caballitos de mar, cuidan de sus propias crías al igual que éstos, salvo de aquellos a los que se come como un Saturno devorando a sus hijos.

A pesar de que es la hembra la que pone los huevos son los machos los que cuidan de los huevos, recibiéndolos de las hembras y dándoles cobijo durante un largo periodo de tiempo en una bolsa especial en donde los incuba. Allí el macho recrea una especie de placenta que proporciona a los embriones oxígeno y nutrientes. Con esto se aumentan las posibilidades de supervivencia de la descendencia pues están más a salvo de los depredadores y mejor alimentados que si la hembra abandonara los huevos en el medio.

Las hembras regulan el tamaño de los huevos en relación al tamaño del macho. Aunque los machos ajustan la cantidad de oxígeno que transfieren a su prole en respuesta de la cantidad de oxígeno disuelta en el agua, algunos de los embriones pueden padecer hipoxia (carencia de oxígeno), especialmente los procedentes de huevos más grandes.

Algunos de los embriones desaparecen durante este periodo dentro del macho. El macho almacena unos 100 embriones en su bolsa, de los cuales pueden sobrevivir casi todos o ninguno.

Los embriones desaparecidos han sido un misterio que ha estado intrigando a los especialistas durante un tiempo. En el pasado se especuló que quizás otros embriones hermanos podrían reabsorber a los desaparecidos. Ahora Gry Sagebakken y sus colaboradores han descubierto que no se trata de un canibalismo entre hermanos, sino un canibalismo filial.

En su estudio pudieron demostrar que el macho no solamente usa su “placenta” para proporcionar nutrientes a su descendencia sino que también la usa en sentido contrario, para extraer nutrientes de sus propios hijos. Como resultado de esta táctica algunos de los embriones desaparecen de la bolsa.

Para poder descubrir este comportamiento los científicos idearon un experimento en el que marcaron radiactivamente los nutrientes de los huevos de las hembras. De este modo era fácil seguir la ruta que seguían estos nutrientes con un instrumental al uso. Si los hermanos fueran los culpables estos nutrientes pasarían al cuerpo de ellos. Resultó que fue el cuerpo del padre el que absorbía estos nutrientes radiactivos, delatándose así al culpable real.

El padre utiliza, por tanto, este sistema en su propio provecho en virtud de las necesidades del momento.

Como siempre, no es justo juzgar este tipo de comportamientos bajo la ética humana. Es de suponer que este comportamiento sea en beneficio de la especie, pues debe de haber sido seleccionado por evolución para ese cometido. Probablemente esta táctica maximice el número de pececillos que finalmente terminan en el mundo exterior.

Fuente:

Neo Fronteras
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