Viernes, 18 de diciembre de 2009
¡Quieren convertir Internet en la televisión! (pero no lo lograrán)
Si hace diez años hubiese habido la de censura en Internet que vemos hoy en Youtube, en Facebook, etc, los grupos de ciberderechos se habrían rebelado, arriba las armas, y habrían montado la de Dios. Aún me acuerdo cuando los cíberactivistas tenían graves discusiones sobre si era o no lícito cerrar webs, ni que fuesen de nazis o pornografía infantil, porque al fin y al cabo cerrar una web iba contra la libertad de expresión. Y hoy, míranos, cuántos vídeos censurados en Youtube por chorradas, ayer en Facebook un grupo cerrado porque a Berlusconi no le gustó que la gente se alegrase de su agresión, (en Perú cerraron en Facebook ek grupo que s eoponía a la elección de Keiko Fujimori a la presidencia del país), y los grandes lobbies de la propiedad intelectual ya no digamos.
Es lo que tiene convertir Internet en la televisión, encerrar a la gente en zonas estancas: una vez los tienes dentro, puedes hacer y deshacer a tus anchas. ¿Qué harán si no les gusta? ¿Se irán? ¿Cómo irse de un sitio como Facebook, donde has construido tus relaciones sociales, tu ocio, tu personalidad en línea? No vamos a ver hara-kiris a chorros, no, y menos de la masa, acostumbrada a ser manipulada, a callar a cambio de que no la dejen sin sus dosis de atontamiento (llámala un coche nuevo o una personalidad online), sin lo que sea para no tener que enfrentarse a la Realidad de que este sistema no se aguanta por ningún lado.
Hace poco, Tim O'Reilly, gurú donde los haya, inventor de los conceptos código abierto y Web 2.0, criticaba esta conversión de la red en un reino de Taifas: "La web, que nació como una comunidad abierta donde las herramientas y la información se compartían libremente a través de las fronteras geográficas, políticas y sociales, está en peligro de acabar segmentada en una federación de campos cerrados liderados por un manojo de vendedores increíblemente potentes".
O sea: convertir Internet en un conglomerado de grandes canales (la 1, la 2, la Sexta, la Cuatro, TeleCinco, Antena3, y también de pago) donde se aplica la censura y la manipulación, que se llevan el pastel publicitario. Una Internet donde nadie va a ver los canales más pequeños, que no pueden competir con ellos. Esto es lo que están intentando, y les está saliendo bien de momento, pero sólo de momento.
Mi opinión: Internet es hija (o madre) de la Nueva Era. Es más femenina que masculina y, como tal, no avanza en línea recta sino en espiral: pasa una y otra vez por el mismo sitio a medida que va ascendiendo, como las olas, retrocede para volver a avanzar. Lo que estamos viendo ahora es el retorno al pasado, a cuando los primeros que llegaron aprendieron el espíritu de la red. Facebook no son más que los grupos de noticias revividos. Twitter es el IRC. Mejorados, sí, pero en esencia lo mismo. Sitios donde la gente que acaba de llegar está aprendiendo lo que otros aprendieron en las BBS, las listas de correo, las news y los chats. Era necesario que fuese así. ¿Cómo y dónde si no iban a aprender?
Y lo están haciendo, sí. Deprisa. Se organizan, luchan, aprenden que es posible manifestar tu opinión, tener criterio y descubrir que muchos lo tienen como ellos, que no están solos en el universo (como la televisión unidireccional nos hizo creer). Aprenden que si Facebook censura un grupo, a los cinco minutos han salido diez iguales o más. Que si Youtube elimina un vídeo podemos verlo en otro sitio, que la red es capaz de sobrepasar los límites impuestos por la autoridad. Que no hay fronteras en el hogar de la mente, que nada está vendido, que queda mucho por hacer. Están aprendiendo, sí.
Cosas grandes veremos, ya las estamos viendo. Facebook o Twitter agonizarán un día como agonizan las news, pero habrán hecho su trabajo. Internet no cambia sólo la vida de la gente, cambia también su forma de pensar, sus conexiones neuronales. Sí. Gracias a esos experimentos que ni sus dueños pueden controlar totalmente -no creo que sepan realmente qué tienen entre manos- estamos viendo cómo se forja una nueva sociedad.
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