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22 de diciembre de 2009

Los mitos navideños y la ciencia



En Navidad es fácil escuchar afirmaciones, que para muchos son verdades incuestionables, como que estas fiestas aumentan el número de suicidios, que la mayor parte del calor corporal se pierde por la cabeza (y por eso hay que cubrirla con un gorro) o que tomar azúcar vuelve a los niños hiperactivos. Sin embargo, se trata de meras leyendas urbanas sin ninguna base científica, tal y como publica el jueves en la revista British Medical Journal , que desmonta los mitos médicos más comunes en estas fechas. “En ocasiones todos nos creemos mensajes sobre nuestro cuerpo y nuestra salud que sencillamente no son ciertas, y los aceptamos porque provienen de personas que respetamos o de los medios de comunicación”, explica la autora principal del estudio, Rachel Vreeman, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana (Estados Unidos). “Como científicos, debemos buscar una explicación científica, y si se demuestra que estas ideas son falsas, es importante que la gente lo sepa”, agrega.

El trabajo de Vreeman y su colega Aaron Carroll descarta, además de los tres mitos médicos citados, la existencia de suficiente evidencia científica en torno a otras tres ideas muy extendidas: comer por la noche engorda, existen remedios eficaces contra la resaca y la flor de pascua, una planta típica de Navidad también llamada ponsetia, es tóxica. “Es poco probable que alguno de estos mitos pueda causar daños a las personas, aunque sí preocupación. La existencia de estas ideas falsas pone de relieve la necesidad de investigar otras creencias médicas más serias, ya que a veces hay terapias que cuentan con escaso fundamento científico”, sostiene Vreeman.
Sobre las razones que hacen posible que en las sociedades desarrolladas persistan estas creencias, la autora lo tiene claro: “Todos los mitos tienen una parte de verdad”.

El azúcar, causa de hiperactividad
Muchas personas creen que la ingesta de dulces, algo frecuente en estas fechas, hace que los niños se vuelvan hiperactivos. Pero no es así, según el trabajo publicado el jueves en número especial de Navidad de la revista British Medical Journal. En el estudio, Vreeman y su colega Carroll rastrearon la evidencia científica disponible y encontraron doce ensayos clínicos que habían tratado de desentrañar las reacciones de los niños a la ingesta de alimentos con diferentes niveles de azúcar.
“Ninguno de los estudios, ni siquiera los realizados con niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad, pudo detectar diferencia alguna entre los que habían comido azúcar y los que no”, indican los autores. Eso sí, los padres que creían que sus hijos habían comido dulces les veían hiperactivos, aunque no hubieran tomado azúcar. Sin embargo, este mito tiene una explicación plausible: el azúcar aporta energía, y es fácil llegar a suponer que, si se toma mucha, el consumidor se puede terminar volviendo hiperactivo.

Los suicidios aumentan en Navidad
La combinación entre estrés familiar, agudización del sentimiento de soledad y aumento de los síntomas depresivos por el frío y la falta de luz natural parece crear el entorno más favorable para que quien tiene intención de quitarse la vida se decida a hacerlo. Esta es la creencia generalizada, pero no hay suficientes datos científicos que permitan sostener la idea de que en Navidad aumenta el número de suicidios.Las investigaciones recopiladas por los autores del estudio muestran al contrario, que, si existe un pico en el número de suicidios en todo el mundo, se produce precisamente en los meses más cálidos.
En este sentido, los autores indican que los estudios disponibles ponen de manifiesto que los posibles factores de riesgo que concurren en invierno, y sobre todo en Navidad, se acaban viendo compensados por el aumento del soporte familiar y social. De hecho, los datos muestran que en Estados Unidos las visitas al psiquiatra descienden antes de la Navidad y aumentan después de las fiestas.

El calor que se escapa por la cabeza
¿Quién no ha oído alguna vez que la mitad del calor corporal se pierde por la cabeza? Al igual que en los casos anteriores, esta leyenda, una de las referidas al cuerpo humano que están más extendidas, no es cierta, al menos en los términos en los que suele formularse. El manual de supervivencia del Ejército de Estados Unidos recomienda a los soldados cubrirse la cabeza cuando se exponen a bajas temperaturas porque “entre el 40% al 45% del calor corporal” se escapa por la cabeza. “Si esto fuera cierto, los seres humanos tendrían el mismo frío si fueran sin pantalones que cuando van sin sombrero”, señalan con humor los autores del estudio.
Al parecer, el mito se debe a un antiguo trabajo que estudió la pérdida de calor de militares con trajes de supervivencia y expuestos a muy bajas temperaturas. Los sujetos perdían la mayor parte del calor por la cabeza, claro que era la única parte del cuerpo que llevaban descubierta. En realidad, la cabeza sólo desprende el 10% del calor del cuerpo.

Banquetes nocturnos que engordan
Aunque algunos estudios relacionan cenar de forma abundante con la obesidad, esto no significa que una cosa cause la otra. Ésta es la tesis que sostienen Vreeman y Carroll tras analizar numerosos estudios sobre esta cuestión. “La personas ganan peso sólo porque ingieren, en general, más calorías de las que queman”, explican los autores del estudio. “Tomar calorías de más provoca ganancia de peso al margen de cuándo sean consumidas”, agregan.
Los investigadores de la Universidad de Indiana señalan, por otro lado, que muchos estudios realizados en varios lugares del mundo no encontraron una vinculación entre los kilos de más y el momento en el que se realizan las comidas. Sin embargo, sí hay trabajos que relacionan otras conductas, como comer más de tres veces al día o saltarse el desayuno, con un aumento de peso. “Los estudios revelan que aquellos que desayunan bien mantienen pesos saludables porque su ingesta calórica mantiene niveles equilibrados a lo largo del día”, indican.

La resaca, sin remedio posible
Una vez desencadenada, la resaca provocada por una ingesta excesiva de alcohol es imparable. Hay quien recurre a una pequeña dosis de alcohol al levantarse para frenar los síntomas, quien toma fármacos o quien recurre a zumos de frutas para volver a sentirse bien. Pero, según los autores del estudio, todo es en vano. La resaca no tiene cura fácil, sólo queda sobrellevar los síntomas lo mejor posible.
“No hay evidencia científica que demuestre la validez de ninguna cura o medida de prevención eficaz contra la resaca”, sostienen los investigadores, que consideran que hay sólo una medida infalible: consumir alcohol con moderación o, simplemente, no beber. “Nuestra conclusión es que el propranolol, el tropisetron, el ácido tolfenámico, la fructosa, la glucosa y los suplementos dietéticos, como los basados en la borraja, la alcachofa o el higo chumbo, fallan a la hora de curar de forma efectiva la resaca”, afirman los dos investigadores.

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