"Habría que vacunar al 100% de la población contra el papilomavirus"
El eminente científico alemán, de 72 años, habla del papel que desempeñan los virus en el desarrollo del cáncer y relaciona el consumo abundante de carne de vacuno casi cruda como un importante factor de riesgo.
El virólogo alemán Harald zur Hausen, de 72 años, reciente premio Nobel de Medicina, habla en esta entrevista de los virus como factores desencadenantes del cáncer, de las nuevas terapias antitumorales y de sus motivos para preferir los bistecs muy hechos.
Pregunta. Con la concesión del Premio Nobel, le habrán colmado de felicitaciones. ¿Qué reacción le ha sorprendido más?
Respuesta. Déjeme pensar... Quizá el que la Conferencia Episcopal [alemana] encargara averiguar cuál era mi confesión religiosa. Mi respuesta irritó muchísimo a la secretaria que me hizo esa pregunta: le dije que yo no pertenecía a ninguna confesión religiosa.
P. De ahora en adelante, tendrá que convivir con el hecho de haber sido incluido en una categoría especial de seres humanos. En el futuro se recurrirá a usted en calidad de experto en la paz mundial, la catástrofe climática, el hambre...
R. ¡Huy, sí! Espero poder evitarlo. Ni siquiera el Premio Nobel otorga el don de la omnisciencia.
P. Pero da satisfacción. Ha luchado usted durante mucho tiempo para conseguir que los virus fueran considerados como uno de los factores desencadenantes del cáncer. Le han concedido el premio sobre todo porque su investigación ha permitido obtener una vacuna contra el cáncer de cuello de útero que garantiza por lo menos una inmunidad del 70%.
R. ... Y que seguro que en el futuro será aún mejor. Por el momento, las vacunas protegen frente a los dos tipos de papilomavirus más comunes, el HPV 16 y el HPV 18. Pero en India ya están trabajando en una vacuna que protegerá frente a ocho tipos de HPV. Incluso se está buscando un preparado que proteja frente a todos los tipos de papilomavirus.
P. ¿Esos desarrollos permitirán exterminar por completo este tipo de virus?
R. En teoría, sí. Pero para eso haría falta que la OMS pusiera en marcha un programa de vacunación agresivo, como se hizo en su momento con la viruela. Habría que vacunar al 100% de la población.
P. En su opinión, ¿se debería vacunar también a los chicos?
R. Estoy claramente a favor. El papilomavirus es el causante de verrugas genitales que son muy molestas. Además, no sólo desemboca en cáncer de cuello de útero, sino también en tumores en el ano, en el pene y en las cavidades faríngea y bucal. Y todos ellos se pueden evitar. Además, los chicos tienen la responsabilidad de no infectar a sus parejas. Para mí, ese motivo ya sería suficiente como para vacunar. Pero en este momento, los seguros médicos no lo cubren. A esto hay que añadir que la vacuna, que cuesta unos 500 euros por persona, aún es demasiado cara. Ése es un factor decisivo, sobre todo para los países en desarrollo, donde todavía mueren cientos de miles de mujeres como consecuencia del cáncer de cuello de útero.
P. Usted defendió muy pronto la opinión, contraria a la de la mayoría, de que los virus desempeñan un papel esencial en el desarrollo del cáncer.
R. En mis tiempos de estudiante ya seguía esta idea. Estaba fascinado por los fagos que infiltran su material genético en bacterias. Por ejemplo, las bacterias de la difteria son así de tóxicas porque han incorporado el material genético de un fago.
P. Pero ha abandonado la creencia de que los virus son los desencadenantes de los cánceres.
R. Eso sí. Pero se sigue subestimando su papel. Por lo menos el 21% de todos los cánceres registrados globalmente son de origen infeccioso. Muchos cánceres de estómago surgen como resultado de un contagio con la bacteria Helicobacter pylori, los cánceres de hígado pueden ser consecuencia de los virus de la hepatitis o, como ocurre frecuentemente en Tailandia, de una infección por parásitos.
P. ¿También se esconden virus detrás de los cánceres de pulmón, pecho, intestino y próstata?
R. Existen muchas posibilidades de que se llegue a encontrar un vínculo entre muchos de estos cánceres y los virus.
P. Los investigadores atribuyen estos cánceres a modificaciones genéticas. ¿Dónde ve usted indicios de la acción de los virus?
R. Tomemos como ejemplo el cáncer de intestino grueso. Sabemos por datos epidemiológicos que su aparición está vinculada con el consumo de carnes rojas y con sus formas de preparación. La ingesta abundante de carne de vacuno con sangre constituye un factor de riesgo.
P. No obstante, muchos no lo atribuyen a los virus, sino al proceso de fritura y a las sustancias cancerígenas que surgen en él.
R. Lo siento mucho, pero como virólogo tengo una forma muy distinta de ver las cosas. Porque esas mismas sustancias también surgen al freír carne de pollo, pero ésta no entraña un alto riesgo de contraer cáncer.
P. ¿Entonces..?
R. Por lo que respecta a la preparación de la carne de vacuno, se ha puesto de moda consumirla en un estado relativamente crudo. En el interior de un filete medio asado a la parrilla se alcanzan temperaturas de 60 grados como máximo. Y, como bien sé por mis papilomavirus, éstos aguantan hasta 80 grados. Por ejemplo, los virus polioma de efecto cancerígeno resistirían fácilmente un proceso de preparación como ése y la subsiguiente fase digestiva.
P. ¿Cree que hay virus cancerígenos en la carne de vacuno?
R. Es de todo punto posible. A menudo los virus que hospedan los animales no son infecciosos para el ser humano. No pueden multiplicarse en su organismo, pero lo que sí pueden hacer es depositar genes en las células humanas. Y allí, en interacción con otras modificaciones genéticas, podrían originar la transformación en una célula cancerosa.
P. ¿Hasta qué punto se toma en serio este riesgo? ¿Lo suficiente como para tomar únicamente bistecs muy hechos?
R. Sí, eso hago. He desarrollado cierto rechazo hacia la carne cruda. Ya no se me puede tentar con un carpaccio.
P. ¿Y con sushi?
R. No supone el menor problema. Los virus presentes en el pescado crudo ya no nos hacen nada, nos quedan demasiado lejos desde un punto de vista evolutivo.
P. ¿Acude regularmente a hacerse revisiones para un diagnóstico precoz?
R. Decir regularmente sería exagerar. Una vez me pillaron desprevenido en la cadena de televisión ZDF: yo he alabado la detección precoz y tuve que admitir que jamás me había hecho una revisión preventiva de la próstata. Pero me he hecho exámenes con endoscopio del intestino grueso y me han quitado unos pólipos. Y ahora sí que me hago revisiones periódicas de la próstata.
P. ¿Han influido sus conocimientos sobre su conducta en otros sentidos?
R. Fumé puros hasta 1970, pero lo dejé de la noche a la mañana cuando quedó claro que fumar provoca cáncer de pulmón. Ahora soy un estricto enemigo del tabaco. Me parece catastrófico que Horst Seehofer, el futuro presidente de la región de Baviera, pretenda, casi como primera medida oficial, suavizar la prohibición de fumar. Desencadenará un gran desastre. El 25% de los fumadores empedernidos morirán víctimas del cáncer de pulmón. También me parece fatal que el ex canciller Helmut Schmidt elogie el tabaco y minimice sus riesgos.
P. ¿Cree que en el pasado se ha invertido muy poco en prevención y demasiado en terapia?
R. La prevención merecía más atención. La forma más eficaz de combatir el cáncer consiste en cambiar nuestro estilo de vida, no fumar, evitar la obesidad, evitar el consumo excesivo de alcohol y la exposición a los rayos uva. Pero tenemos que encontrar vías nuevas para prevenir el cáncer a través de la investigación pura.
P. ¿A qué se refiere?
R. A la quimioprevención, por ejemplo. Existen un montón de sustancias muy prometedoras como, por ejemplo, los polifenoles. La más conocida de estas sustancias es el resveratrol, un remedio milagroso muy alabado, presente en el vino tinto. Pero existen muchas más sustancias de este tipo. Todas ellas han demostrado en experimentos con animales que son adecuadas para evitar el cáncer. Además, influyen sobre la circulación cardiaca e incluso sobre el proceso de envejecimiento.