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25 de septiembre de 2013

Tienes el cerebro de un pingüino (de Madagascar)

Los “Pingüinos de Madagascar” son una suerte de actualización infantil del “Equipo A” de los 80. Un equipo de “pingüínos militarizados” que en cada episodio cumplen misiones tan descabelladas como entretenidas. Este equipo de cuatro pingüinos (al igual que pasaba en el “Equipo A”) llama especialmente la atención por tener 4 miembros con personalidades muy diferenciadas pero complementarias.

Para entender por qué este tipo de equipos (extremadamente diferentes pero complementarios tiene éxito) tenemos que viajar a Suiza a principios del siglo XX. Allí encontramos a Carl Gustav Jung, padre de la Psicología Analítica. Este coetáneo (y amigo) de Sigmund Freud sentó las bases para entender de forma clara por qué cada persona reacciona de una forma distinta ante situaciones idénticas. En su libro “Tipos Psicológicos” (Psychologische Typen, 1921), Jung detallaba dos actitudes básicas (introversión y extraversión) y cuatro funciones (pensamiento, sentimiento, sensación e intuición).




En una persona equilibrada, una de las funciones será dominante mientras que otras dos serán las auxiliares. Una de las funciones suele quedar inerte quedando únicamente como opuesta a la principal. En cada cuadrante estarán los pensamientos, sentimientos y repertorio conductual de cada indivíduo.


Si contrapusiésemos los dos cuadros, se formaría un cubo con 4 zonas diferenciadas.


De este modo, Jung nos presentaba que cualquier persona más allá de la actitud con la que decidiera (consciente o inconscientemente) actuar en cada momento o situación (introvertida o extrovertida) tenía una serie de pensamientos, sentimientos y repertorio conductual idénticos. 

De forma muy simplificada, podríamos decir que podemos clasificar a las personas en 4 tipos básicos, de los que podríamos conocer tanto la personalidad como la forma preferente de actuación en cada situación.

A decir verdad, lo único que Jung hizo fue plasmar de forma analítica lo que todos sabíamos desde hace siglos. Frases como: “la cabra tira al monte” y fábulas como la del escorpión y la rana no hacen más que aclarar que desde la antigüedad, podemos saber (aproximadamente) como se comportará una persona a la que conocemos bien en una situación concreta.

Vamos a hacer una pequeña prueba:

● Escribe en un papel una situación que consideres límite (un incendio en casa, un accidente en la piscina, una boda…)

● Ahora piensa en como se comportarían en ese caso las siguientes personas:
○ Tu jefe
○ Tu madre
○ Tu mejor amigo
○ Tu camarero favorito de tu bar favorito


Lea el artículo completo en:

NAUKAS

9 de diciembre de 2007

Las enfermedades podrían ser el reflejo codificado de un estrés psíquico.

La biología total aporta una nueva perspectiva de la enfermedad basada en los símbolos.

Las enfermedades que desarrollan los organismos podrían ser el reflejo codificado de un estrés psíquico personal o heredado de los progenitores, propone una corriente terapéutica conocida como decodificación terapéutica o biología total. Ahondar en el origen simbólico de las enfermedades serviría para curarlas, plantea esta terapia, puesto que es en el cuerpo donde esos problemas salen a la luz. Por tanto, la enfermedad sería una vía de curación más profunda, aunque aparentemente pensemos de ella lo contrario.

Por Ángela Boto.

El Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci

Los trabajos de investigación de Rosalyn Franklin contribuyeron de manera decisiva al descubrimiento de la estructura del ADN, pero sólo muchos años después de su muerte Rosalyn empieza a recuperar el reconocimiento que le arrebató su jefe. Su vida en un mundo de hombres no fue ni mucho menos sencilla. Esta científica murió de cáncer de ovario sin saber que sus descubrimientos formarían parte de los Nobel.

¿Mala suerte? Emmy Noether se considera uno (hombres y mujeres juntos) de los más grandes matemáticos de todos los tiempos, pero por el simple hecho de ser mujer tuvo que superar todo tipo de zancadillas para acceder al puesto que en justicia le correspondía. Noether también murió de un cáncer de ovario. ¿Azar o quizá hay una razón para que estas dos mujeres que sufrieron por su condición de tales desarrollaran una enfermedad tan femenina? “Qué es el azar, sino una realidad desconocida”, escribe Annick de Souzenelle en su libro El simbolismo del cuerpo humano.

¿Podrían las enfermedades ser el reflejo codificado de un estrés psíquico? Muchos aseguran que sí. En algunos países europeos está bastante extendida una forma diferente de comprender la enfermedad. Unos le llaman decodificación biológica, otros biología total.

De forma general se podría denominar simbología de las enfermedades y encierra una idea que ya lanzó Carl G. Jung: “la enfermedad es el esfuerzo que hace la naturaleza para curar al hombre” o dicho de otro modo “no curarás tu enfermedad, será ella la que te cure”.

Síntomas o alfabeto de símbolos

¿Una enfermedad para curar? Sí, los males físicos para curar los dolores del alma. Olivier Soulier, un médico francés especialista en esta terapéutica asegura que “las enfermedades deben comprenderse como la interacción de dos fuerzas ancladas en lo más hondo de la existencia”. Se trata de la biología y el espíritu o si se prefiere, el cerebro y el corazón. Quizá resulte más familiar para la mayoría hablar de somatización, pero la simbología va un poco más lejos.

Los síntomas y los signos de la alteración son las palabras de un alfabeto de símbolos en las que se encierra su causa y también su tratamiento. Algo así como un jeroglífico tras el que se oculta la respuesta para la curación. Cada patología lleva un mensaje muy preciso al que la padece, un mensaje sobre su propia existencia como individuo y como parte de una familia.

Tal vez pueda resultar extraño para muchos, pero al observar con más detalle hasta nuestro propio lenguaje confirma la idea de la simbología. Cuando algo nos disgusta exclamamos “no lo trago” o “no puedo digerirlo”. Se habla de mala bilis o se dice “me repatea el hígado” para referirnos a estados de cólera. Pues bien, todas esas expresiones reflejan exactamente el simbolismo físico de las emociones.

Esta forma de terapéutica es absolutamente individualizada, pero hay algunas reglas más o menos generales. Los trastornos del tracto digestivo tienen mucho que ver con la aceptación de lo que viene del exterior. Los matices dependen absolutamente de la vivencia de cada persona. Pongamos un ejemplo simple. Una mala jugada puede vivirse como algo imposible de tragar o como un asunto difícil de digerir. En el primer caso, se manifestaría como una alteración de la garganta y en el segundo en forma de malestar digestivo, vómitos…

En lo que se refiere al hígado y la bilis, la simbología asocia la cólera y la rabia a la función hepática. Incluso la ciencia experimental está empezando a confirmar lo que predica la biología total. Recientemente se ha encontrado una relación entre la pérdida de masa ósea y la depresión. Simbólicamente la pérdida de hueso está asociada a un sentimiento de desvalorización.

Patologías heredadas y origen cerebral

Precisamente Robert Poskin, el único terapeuta que tiene consulta en España, es un ejemplo de esa relación. “Me diagnosticaron espondiloartritis anquilosante y según la medicina convencional, a mi edad tendría que estar en una silla de ruedas”. Lejos de eso, Robert lleva una vida muy deportista. En este caso, las raíces de la patología se encuentran en una historia de desvalorización de la figura paterna heredada de varias generaciones.

“Mi bisabuelo paterno perdió las piernas y no pudo mantener a su familia. Es el primer ancestro de mi árbol desvalorizado como pilar familiar”. En un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial, murieron el bisabuelo materno y su tío. “Mi abuelo y mi padre sobrevivieron, pero mi abuelo vivió un conflicto de desvalorización por no poder proteger a su familia, su hijo murió”. Quizá algunos se sorprendan, pero para los especialistas en simbología es absolutamente lógico: “comencé a tener crisis insoportables a los 28 años y me diagnosticaron la espondilitis. Acababa de ser padre”.

Muchos terapeutas de simbología llegaron a ella por propia necesidad, porque no encontraron ni solución ni respuestas para sus trastornos en la medicina convencional. Y es que “una enfermedad es siempre una reacción a algo distante que se ha vuelto invisible”, explica Christian Fleche en su libro El cuerpo como herramienta de curación.

Quizá se pregunten dónde está la clave. Pues, la clave está justo encima de los hombros, es el cerebro. Las mismas redes neuronales que nos permiten escribir el más bello de los poemas tienen como propósito ancestral y primigenio la supervivencia. Y al básico instinto de permanecer con vida hay que añadir una sutileza adicional: el cerebro de Sapiens no distingue entre lo real, lo imaginario, lo simbólico o lo construido mentalmente…. Todo es igual de real.

Lógica biológica

Robert utiliza una imagen que ilustra muy bien lo que se oculta en nuestras redes neuronales. “El cerebro automático es el disco duro de un ordenador en el que se han instalado los programas de la supervivencia animal, de la especie y de nuestra genealogía. En el momento que se enciende el ordenador, el nacimiento, hay programas que se ponen en marcha de forma automática. Después están los programas que se abren con un doble clic.”

Éstos se van insertando con las experiencias de la vida, las expectativas que se ponen sobre nosotros, las creencias que vamos acumulando o heredando. El doble clic lo da un acontecimiento vital estresante que despierta todos los anteriores. La enfermedad física es la mejor solución de supervivencia porque disminuye drásticamente el estrés psíquico que de otro modo sería insoportable para nuestro cerebro. Veamos un ejemplo sencillo del funcionamiento del doble clic. La piel es el mayor órgano del organismo, más de dos metros cuadrados de superficie para el interactuar con el exterior. Simboliza pues el contacto.

Cuando un bebé sufre estrés debido a la separación de su madre después del parto es altamente probable que desarrolle un eccema. Ese bebé, cuando más tarde a lo largo de su vida experimente otra situación de separación, real o imaginaria, revivirá inconscientemente el momento en que le separaron de su madre y muy probablemente tendrá un brote de eccema.

Otro ejemplo de la lógica biológica. Cuando una experiencia es difícil de digerir, el cerebro automático que, una vez más, no distingue entre real, imaginario o simbólico manda a las células del estómago el mensaje ‘multiplicaos para que podamos digerir el trozo y tener una posibilidad de vivir'. Y las células comienzan a dividirse. O sea que una posible solución de supervivencia inmediata sería desarrollar un cáncer de estómago. De hecho, se ha comprobado que la mucosa digestiva tumoral es 10 veces más eficaz para digerir que la normal.

Todo esto son conceptos más o menos generales porque la biología total o la decodificación biológica es una forma absolutamente individualizada de concebir una enfermedad y, desde luego, un tipo de terapéutica que da al paciente la oportunidad de diseñar su propia curación. Tomando prestadas las palabras de una escena de la película Matrix, se podría decir que los especialistas en simbología de las enfermedades muestran la puerta, pero es cada individuo quien tiene que abrirla.

Fuente:

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