Una nave de la NASA logró capturar lo que la agencia espacial denomina “La Canción de la Tierra” o “Coro” como prefieren decir los científicos.
Este coro al que la NASA le atribuye rango de canción hecha por
nuestro propio planeta, es un fenómeno electromagnético provocado por
las ondas de plasma en los cinturones de radiación de la Tierra,
conocidos como Van Allen. Durante muchos años, los radioaficionados han
estado escuchando estos coros pero nunca con la nitidez de este
registro.
Pero ahora, gracias a dos sondas espaciales que cargan con un equipo
llamado EMFISIS (Electric and Magnetic Field Instrument Suite and
Integrated Science) construído por la Universidad de Iowa, se ha logrado
escuchar este coro grabado en el mismo lugar donde se origina.
Craig Kletzing de la Universidad de Iowa explica: “este coro es lo
que escucharía un ser humano ubicado en los cinturones de radiación de
la Tierra si en lugar de oídos tuviera antenas”. Kletzing aclara que no
son ondas acústicas que viajan a través del aire de nuestro planeta,
sino ondas de radio que oscilan a frecuencias acústicas, entre 0 y 10
kHz y que las antenas de búsqueda de bobinas magnéticas de EMFISIS están
diseñadas para detectar este tipo de ondas.
Algo que llama la atención desde hace años a los científicos son los
llamados “electrones asesinos”, partículas de alta energía que pueden
poner en peligro satélites y astronautas, de las cuales podría tener
responsabilidad estas ondas captadas en forma de canción. En general,
explica Dave Sibeck, responsable científico de la misión, la mayoría de
los electrones en los cinturones de radiación son inofensivos y poseen
muy poca energía para hacer daño a los sistemas humanos o electrónicos.
Pero, a veces, estos electrones pueden “subirse a una ola” al estilo de
un surfista, y generar suficiente energía como para poner en peligro
instrumentos o dispositivos creados por el ser humano.
“La producción de electrones asesinos es un tema de mucho debate, y
las olas del coro son sólo una posibilidad”, afirma Dave Sibeck.
Con respecto al registro sonoro, Kletzing se mostró sorprendido por
la claridad de la grabación y le adjudica el logro al muestreo de 16
bits, “similar al de un CD”, que se configuró en el instrumental para
captar el registro, algo que también esperan pueda servir para lanzar
grabaciones inéditas estéreo de los coros de la Tierra (los que
seguramente no recibirán ningún tipo de regalía…)
Este avance es sólo el comienzo de una misión que durará dos años y
que buscará también determinar qué tan amplia es la región de los
cinturones de Van Allen y qué zonas poseen la mayor concentración de
“electrones asesinos” que podrían perjudicar a satélites y astronautas.
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