¿Qué mecanismos cerebrales influyen en la toma de decisión sobre la
severidad que imponemos a un castigo? Este ha sido el eje central de la
investigación llevada a cabo por un equipo de científicos de la
Universidad de Harvard (EEUU) y que ha sido publicada en la revista Nature Neuroscience.
Para el estudio, los investigadores contaron con la participación de 30 voluntarios (20 hombres y 10 mujeres) con una edad media de 23 años, a los que tomaron imágenes cerebrales
durante un proceso de toma de decisión de un castigo. Los participantes
escucharon una serie de argumentos y de datos que describían un
supuesto crimen donde hubo muerte, mutilación, asalto físico y daños a
la propiedad que posteriormente tuvieron que valorar de 0 a 10 según la
severidad del castigo. Además, en la mitad de las historias se
identificaba el suceso como claramente intencionado y al resto como
involuntarios, ofreciendo dos versiones diferentes de cada escenario: la
primera, con una descripción objetiva y la segunda con pruebas
gráficas.
El análisis de los resultados demostró que la manipulación
intencionada del lenguaje para exponer un suceso de una forma más
truculenta o exponer imágenes claras de un suceso, conducía a
imponer un castigo más severo si el participante en cuestión creía que
el incidente había sido claramente intencionado.
Los investigadores descubrieron que la amídgala cerebral, una
de las zonas neuronales implicadas en el procesamiento de las
emociones, se activaba cuando los voluntarios observaban imágenes con
gran crueldad. Sin embargo, este efecto sólo se apreciaba en
los escáneres cerebrales cuando el voluntario sabía que había
intencionalidad en el acto, evidenciando por primera vez con una base
neuronal clara gracias a lo que pudo observarse en la amígdala, que la decisión de imponer un castigo más o menos duro tiene que ver con nuestra percepción de la intencionalidad.
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Muy Interesante
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25 de agosto de 2014
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