Todos sabemos que el sonido dobla las
esquinas: escuchamos chismorreos tras una puerta abierta, nos alertamos
al escuchar una ambulancia que se acerca por una calle que aún no hemos
visto o escuchamos el claxon de un coche que está a punto de salir de la
cochera. Es una experiencia cotidiana cuya explicación se basa en el principio de Christian Huygens.
El sonido no es más que una propagación en forma de onda que está
generado por la vibración de un cuerpo. Cuando un cuerpo vibra, mueve el
aire ( u otro medio) que está a su alrededor produciendo una diferencia
de presión que se va propagando a través de dicho medio. El sonido es
una onda longitudinal, es decir, que el medio se comprime y se
descomprime en la dirección de la propagación, como si fuera un muelle.
Por ejemplo, cuando la membrana de
un altavoz vibra hacia delante y atrás, y cuando se abomba hacia afuera
comprime un poco el aire y en ese lugar aumenta la presión. Esta
presión se propaga en todas direcciones porque, debido al empujón que
les ha proporcionado la membrana, las moléculas de aire colisionan con
sus vecinas y les transmite la energía recibida. La molécula en cuestión
no llega muy lejos, lo justo para empujar a la siguiente y que la onda
se propague.
Según este planteamiento, de entrada
una onda sonora se expande en forma de esfera alrededor de la fuente.
Sin embargo, los choques entre las partículas de aire no se producen
estrictamente en la dirección de propagación, sino aleatoriamente en
todas las direcciones. Fue el físico neerlandés Christian Huygens quien ya descubrió en el siglo XVII que en realidad hay que ver en cada punto del frente de onda (el lugar geométrico en que los puntos del medio son alcanzados en un mismo instante por una determinada onda) un punto de partida de una nueva onda.
Las
partículas no saben si el empuje lo han recibido directamente de la
fuente sonora o si ya es el enésimo eslabón de una larga cadena de
choques sucesivos.
¿Por qué suponer que cada punto de un frente de ondas actúa como fuente de ondas esféricas secundarias? Pues por algo muy sencillo:
Supongamos que el altavoz vibra y empuja
a las partículas que están justo en contacto con él. Estas primeras
partículas a las que llega la perturbación será el primer frente de
ondas. Las partículas de este frente pasan el testigo a las siguientes y
así sucesivamente. Pero ¿saben estas partículas si han sido empujadas por el altavoz o por otras partículas? Las
partículas no saben si el empuje lo han recibido directamente de la
fuente sonora o si ya es el enésimo eslabón de una larga cadena de
choques sucesivos. Por tanto, cada partícula que forme parte de un
frente de ondas y que haya sido perturbada actúa como una fuente de
ondas.
Por tanto, el frente de ondas que llega
al cruce de calles es a su vez fuente de nuevas ondas sonoras, de modo
que los conductores que circulan por la calle transversal perciben el
sonido.
Imagen extraída de bitacorasonora.org
Tomado de:
Ciencia Explicada