Empiezo este post haciendo el comentario
que muchos de mis lectores esperarían. Voy a explicar la funcionalidad
de las huellas dactilares. Funcionalidad biológica, por supuesto. Pero
de nuevo recalco que la funcionalidad de cualquier órgano o parte
anatómica de un ser vivo no es algo “diseñado” sino algo producto del
proceso evolutivo y el azar. Lo que ocurre es que tras millones de años
de evolución el grado de sofisticación adquirido por los seres vivos
hace que nos podamos preguntar sobre casi cualquier parte de su anatomía
esto mismo: “¿para qué sirve?”, ya que todo ha quedado muy perfilado y
se ha mantenido a lo largo de la evolución por un motivo concreto.
Pues bien, hoy vamos a centrarnos en las
huellas dactilares. Así a primera vista pronto puede parecer que son algo inútil,
¿no?. Pero tienen su utilidad.
La comúnmente denominada “huella dactilar” es una estructura presente en la yema de los dedos formada por las crestas papilares,
que no son más que glándulas de secreción de sudor situadas en la
dermis. Mediante los poros existentes en estas crestas el organismo
segrega gotas de sudor, las cuales al mezclarse con la grasa siempre
presente en la piel hacen que nuestra “huella” quede impresa en
cualquier superficie que toquemos. La estructura que forman estas
crestas papilares en nuestros dedos es única para cada persona,
generando un mosaico que nos identifica biunívocamente. Esta estructura
viene -parcialmente- determinada por nuestros genes, aunque también
influyen determinados factores durante el desarrollo embrionario. Una
vez definida la huella ya permanece inalterada de por vida (se considera
que quedan completamente formadas en la semana 19 de gestación).
Podemos decir que una estructura inicial viene definida genéticamente;
el resto depende un poco del azar ocasionado por pequeñas fuerzas que
atienden a patrones no lineales, según las últimas investigaciones que
le han dado un enfoque matemático (teoría de Kücken-Newell). Se basan en
5 estructuras primarias:
Como prácticamente todo el mundo conoce,
este hecho ha sido utilizado para convertir el dibujo de la huella
dactilar en la base para un método de reconocimiento biométrico.
Precisamente yo mismo desarrollé hace unos años un sistema de este tipo
que identificaba sujetos mediante la estructura de su huella dactilar y
la estructura de su iris (también única en cada persona). Sobre este
proyecto hablaré otro día.
Como digo, la utilidad social de las
huellas digitales puede ser la de identificación. En una investigación
policial la huella dactilar es considerada prueba válida ante un juez.
Pero a nivel biológico, ¿para que nos puede servir?. La respuesta es
sencilla según los expertos en anatomía evolutiva:
- Gracias a estas curvaturas la superficie de nuestros dedos no es del
todo lisa y eso nos permite coger objetos con una mayor adherencia, sin
tanto riesgo de que se nos resbalen.
- Mejora nuestra sensibilidad táctil, permitiéndonos sentir con mayor
claridad texturas suaves (esto viene determinado por la frecuencia de
las micro vibraciones cutáneas que experimentamos al deslizar la palma
de la mano por una superficie).
- Permiten una mejor distribución del sudor en una zona tan importante debido a su utilidad.
Cabe destacar, por último, que en las
extremidades inferiores (en los dedos de los pies) también disponemos de
huellas dactilares, aunque estas han perdido su utilidad biológica en
nuestra especie, ya que no manipulamos objetos con ellas, pero
históricamente tuvieron una función similar.
Referencias:
“Models for fingerprint pattern formation,” , Michael Kücken, Forensic Science International 171: 85-96, 2007
“Fingerprint formation,” , Michael Kücken, Alan C. Newell, Journal of Theoretical Biology, 235: 71-83, 2005
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