La disrupción digital empieza a afectar a profesiones de todo tipo, pero los robots no tienen por qué provocar un apocalipsis laboral.
Cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo”. Warren Buffet acuñó
la famosa frase pensando en la inversión, pero algo parecido está
sucediendo con la progresiva incorporación de nuevas tecnologías al
mundo del trabajo. La marea está bajando, y unos cuantos profesionales
enseñan sus vergüenzas.
Ya habrás oído hablar muchas veces del estudio para la Universidad de
Oxford de los investigadores Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, en
el que pronostican que el 47% de los puestos de trabajo en Estados Unidos está en riesgo por la digitalización.
Analizando al detalle 702 ocupaciones diferentes, vaticinan que, por
ejemplo, hay un 99% de posibilidades de que los humanos dejemos de
dedicarnos a la reparación de relojes, el telemarketing y la limpieza de
alcantarillas y desagües.
Ningún padre sueña con que su hijo limpie alcantarillas de mayor, así
que esa es una buena noticia. Pero a casi todos les gustaría tener un
médico en la familia. Y las máquinas comienzan ya a ejercer también en
profesiones bien consideradas socialmente, como la propia medicina o las
del ámbito jurídico. La disrupción digital no es solo que un taxista
pierda dinero por la competencia de Uber: también afecta a los notarios.
¿Es para tanto? Un reciente panel de expertos en inteligencia artificial celebrado en el Foro Global de Wharton
incidía también en desdramatizar la supuesta masiva destrucción de
empleo que provocarán a corto plazo los robots. Uno de sus problemas es
el enorme coste energético que suponen procesos que empezamos a dar por
hechos, como la gestión masiva de datos para los coches autónomos o los
millones de horas de datos con los que se entrena a un algoritmo de deep-learning.
Otro gran escollo es la rigidez de los sistemas artificiales: sus
problemas de comunicación, su falta de empatía, su ausencia de
imaginación y creatividad.
“La creatividad se está volviendo cada vez más importante”, dijo en el Foro Pascale Fung,
una de las mayores expertas mundiales en la interacción entre ser
humano y robot. “En el pasado, un ingeniero con un buen historial
académico tenía garantizado un buen empleo. Hoy las empresas de
tecnología entrevistan a los candidatos preguntándoles por áreas muy
diferentes. Creo que los ingenieros tienen que aprender más habilidades
que no estén relacionadas con la ingeniería y los no ingenieros deben
aprender más sobre las habilidades de la ingeniería, como el pensamiento
científico, un poco de programación…”.
Aunque es cierto que hay trabajos que sí están sufriendo cambios.
Fijémonos por ejemplo en los médicos. La especialidad de radiólogo es la
primera que está comprobando en primera persona la competencia de las
máquinas. Estos profesionales analizan imágenes para diagnosticar y
tratar enfermedades y lesiones… pero no pueden revisar, en busca de
patrones y anomalías, 260 millones de imágenes al día, como hacen
equipos informáticos que cuestan aproximadamente 1.000 dólares. Con los
algoritmos adecuados y su capacidad de machine learning, estas inteligencias artificiales obligan a los radiólogos a reinventar su trabajo.
El artículo completo en: Retina (El País, España)
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15 de septiembre de 2017
5 de septiembre de 2017
Amador Menéndez: “El MIT trabaja con escenarios de hasta un 80% de desempleo mundial”
Amador Menéndez, investigador y divulgador científico analiza en ‘Historia del futuro. Tecnologías que cambiarán nuestras vidas’ las claves de la revolución tecnológica y los retos venideros para la humanidad.
Amador Menéndez (San Pedro de Nora, Asturias; 1969) no entendería su vida sin la ciencia y la tecnología. Doctor en química, colabora con el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) y ahora es investigador en el Instituto Tecnológico de Materiales de Asturias, divulgador científico y amante de la energía solar como motor de la sostenibilidad de la Tierra. A todo esto se le suman sus dotes como escritor, con las que ganó el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2017 por el libro Historia del futuro. Tecnologías que cambiarán nuestras vidas. Menéndez es un entusiasta de lo disruptivo. De todo aquello que pueda transformar la sociedad tal y como la conocemos hoy en día. Hilvana un argumento tras otro, siempre tratando de que quien le escucha comprenda que no habla de ciencia ficción. “Hace ocho años mis amigos me miraban raro cuando les hablaba del coche autónomo… y fíjate ahora. Vivimos un siglo en el que el tiempo es exponencial y todo va a una velocidad de vértigo”, explica en esta entrevista telefónica.
Amador Menéndez (San Pedro de Nora, Asturias; 1969) no entendería su vida sin la ciencia y la tecnología. Doctor en química, colabora con el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) y ahora es investigador en el Instituto Tecnológico de Materiales de Asturias, divulgador científico y amante de la energía solar como motor de la sostenibilidad de la Tierra. A todo esto se le suman sus dotes como escritor, con las que ganó el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2017 por el libro Historia del futuro. Tecnologías que cambiarán nuestras vidas. Menéndez es un entusiasta de lo disruptivo. De todo aquello que pueda transformar la sociedad tal y como la conocemos hoy en día. Hilvana un argumento tras otro, siempre tratando de que quien le escucha comprenda que no habla de ciencia ficción. “Hace ocho años mis amigos me miraban raro cuando les hablaba del coche autónomo… y fíjate ahora. Vivimos un siglo en el que el tiempo es exponencial y todo va a una velocidad de vértigo”, explica en esta entrevista telefónica.
¿Qué es lo más disruptivo que conoce?
De
lo más disruptivo en tecnología es la biónica. Antiguamente, al amputar
o perder un miembro se ponía una prótesis rígida, generalmente de
cerámica. Ahora, puedes poner prótesis controladas con tu cerebro. Lo
que era un sueño de ciencia ficción es una realidad.
¿Y cómo funcionan?
Al
mover el brazo o la pierna, las órdenes viajan del cerebro a la
prótesis. Se unen las extremidades con cables y por ahí viaja la
información. Hugh Herr, un científico que perdió las piernas en la montaña, se las diseñó él mismo y fue el primero. Son inteligentes. Tienen hasta un mecanismo hidráulico para corregir la pisada cuando detectan irregularidades en el suelo. El salto es que hay directamente una comunicación entre el hombre y la máquina.
¿Cree que la inteligencia artificial va a sobrepasar al ser humano?
Hay escenarios futuristas, como Matrix o Terminator,
en los que se nos muestra a un robot inteligente capaz de diseñar otras
máquinas más inteligentes que al final digan que para qué quieren al
ser humano. Incluso gurús como Stephen Hawking o Elon Musk lo defienden. Yo creo que esto no llegará.
Deep Blue ganó a Gary Kasparov…
Eso
es cierto, pero ya hablamos de una inteligencia artificial estrecha.
Una dedicada a un dominio específico como el de jugar al ajedrez. El
coche autónomo de Google es lo mismo: solo sabe conducir. El sueño de la
tecnología es crear una inteligencia artificial general, en la que un
robot emule y supere al ser humano en cualquier actividad intelectual.
De esto, sinceramente, estamos muy lejos. Habrá avances en la reducida, pero no tanto en la otra.
¿La robótica favorecerá el aumento del desempleo?
Creo que sí. En el MIT llegamos a trabajar con escenarios en los que valorábamos un 80% de desempleo mundial. El ser humano tendrá que desempeñar profesiones muy creativas. Al final, todo lo que sea un algoritmo, puede desempeñarlo una máquina. La creatividad es algo intrínseco al ser humano y eso los robots no lo tienen.
¿Y no se puede revertir ese escenario del 80% de parados?
Es
una cuestión principalmente económica y política. Lo ideal sería
disponer de una renta básica universal. Ante esta situación, parece que
habrá poca gente trabajando y el resto tendrá que ganarse la vida aunque
sea con un subsidio. La duda es de dónde se podrá sacar todo ese dinero
para pagar la ayuda. Hemos vivido transiciones en la humanidad, como
con la era industrial. Las máquinas nos desplazaron hacia lo intelectual
y no tanto lo manual. En la cadena de valores ganamos. Si este cambio ahora es intelectual, como por ejemplo a la hora de conducir un coche, ¿hacia dónde nos podremos desplazar?
Trabaja
en la creación de nanomateriales y dispositivos para mejorar la
eficiencia de la energía solar. ¿Se desaprovecha el potencial que tiene?
El
sol es una de las energías renovables más prometedoras. Con una hora de
sol se podría abastecer a toda la humanidad durante un año si fuéramos
capaces de captar toda la energía, sin dejar escapar un rayo. Hoy en
día, solo representa el 1% del consumo energético mundial.
El artículo completo en: El País (España)
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