Especial: Cirugía Plástica 3
Para la grasa que no quemamos
Conozca más sobre la liposucción...
La grasa es un almacén de energía. A causa del cambio en las condiciones de vida, almacenamos grasa que no llegamos a utilizar. La consecuencia directa es la obesidad.
Por Tomás Unger
Por millones de años, las tres preocupaciones del hombre y sus antecesores eran no dejarse comer, comer y reproducirse. Las tres requieren energía que se obtiene del alimento, que no era fácil conseguir. Para las ocasiones en que el alimento era abundante, la evolución desarrolló mecanismos que lo convierten en grasa y la almacenan. Esta reserva sirve para disponer de energía cuando el alimento es escaso. A medida de que el alimento se ha vuelto más fácil de obtener, el esfuerzo para ello ha ido disminuyendo. Hoy, sin necesidad de huir de predadores y con las máquinas reemplazando el trabajo físico, el requisito de energía se ha reducido drásticamente.
Nuestros mecanismos biológicos no han cambiado tan rápido como las condiciones de vida y seguimos almacenando reservas de energía en forma de grasa. La consecuencia es una epidemia de obesidad, contra la cual el remedio natural es cambiar el tipo de comida, reducir su cantidad y hacer ejercicio físico. No todos quieren o pueden hacerlo, pero desean reducir la grasa y el remedio extremo es la cirugía. Existen otras formas más drásticas, como reducir el aparato digestivo o impedir la ingestión de alimentos sólidos, pero aquí nos ocuparemos solo de la extracción de grasa (liposucción).
UN NUEVO RECURSO
El retiro de grasa para fines estéticos tuvo un mal comienzo. En el año 1926 una modelo francesa recurrió al cirujano Charles Dujarier para reducir sus muslos. La operación produjo una gangrena que requirió amputación. Este desenlace hizo perder interés en ese tipo de cirugía por varias décadas. Recién en los años 60 se volvió a practicar en Europa la reducción de grasa, por métodos de curetaje (retiro directo por corte y extracción) que tuvo malos resultados.
Recién en 1982, el cirujano francés Ives-Gerard Illouz presentó un nuevo método: retirar grasa por succión. La técnica consistía en introducir una cánula (tubo hueco) aplicando vacío. En la década del 80 diversos cirujanos trabajaron para perfeccionar el método y en 1985 dos dermatólogos americanos introdujeron un sistema sin anestesia general, manteniendo al paciente parcialmente consciente. Para entonces ya se utilizaba la inyección de líquidos para facilitar el proceso y en los años 90 se introdujo el ultrasonido.
EL LÍQUIDO Y LA VIBRACIÓN
Más de tres décadas de perfeccionamiento han llevado la tecnología de la liposucción a un alto nivel de eficiencia. Según la revista especializada "Dermatologic Surgery" ("Cirugía dermatológica"), las complicaciones clínicas para los procesos de liposucción suman solo el 0,7% de los casos. Entre estas complicaciones se incluye una gran variedad de riesgos, siendo probablemente el más importante la reacción alérgica a la anestesia.
En todas las modalidades se inyecta una solución salina (como nuestros fluidos corporales), el anestésico local Lidocaína y Epinefrina, que contrae los vasos sanguíneos para reducir el flujo de sangre durante la operación. El procedimiento más aceptado hoy es la liposucción húmeda o tumescente, en la cual se inyecta una cantidad de líquido mayor que el volumen de grasa por extraer.
EL ULTRASONIDO
A fines de la década del 90 los cirujanos introdujeron un nuevo recurso para ayudar a la liposucción: el ultrasonido*. Las vibraciones ultrasónicas rompen las células de grasa, con lo que ayudan a licuarla y hacen más fácil su extracción por succión. Primero el ultrasonido se aplicó a la cánula (tubo de succión), pero hoy también se emplea en forma externa. La liposucción asistida por ultrasonido (UAL) es muy ventajosa en las zonas fibrosas donde la grasa está estratificada entre músculos. En algunos casos se forman seromas (bolsones de fluido) que deben ser retirados con una aguja.
Ya sea con la cánula, o aplicado externamente, el ultrasonido tiene ventajas. Al ayudar a la licuefacción de la grasa, facilita su extracción y produce menor pérdida de sangre. Una combinación de técnicas y perfeccionamiento de los instrumentos ha dado lugar a la combinación de técnicas de liposucción, pero todas tienen en común el principio básico de procedimiento, que consiste en darle la máxima liquidez a la grasa para facilitar su extracción por succión. Todos los sistemas usan cánulas y requieren en mayor o menor grado las mismas intervenciones.
PIEL Y MÚSCULO
En una operación de liposucción se llega a sacar hasta cinco litros de grasa. Para tener una idea del volumen que esto representa, imaginemos cinco gaseosas de un litro o una columna de 10 x 10 cm de base y medio metro de alto. Este volumen de grasa deja un gran espacio vacío, ya sea en el abdomen, en las nalgas o muslos y, si la piel no es suficientemente elástica, debe recogerse para que no quede colgando. Hay diversas técnicas, de acuerdo con la edad y el tipo de piel, para obtener los mejores resultados estéticos después de la liposucción.
El retiro de la grasa requiere cierta preparación. El paciente no debe tomar anticoagulantes ni fumar. Con cualquier tipo de anestesia, el paciente debe estar en ayunas. El tiempo de recuperación depende de la extensión de la liposucción. Por lo general, se requiere un vendaje compresivo por varias semanas y la recuperación total puede demorar bastante más hasta que desaparezcan los moretones y la hinchazón. La insensibilización puede durar varias semanas.
EFECTOS COLATERALES
Como vimos, el porcentaje de complicaciones es muy bajo en la liposucción moderna, existiendo siempre el peligro de una reacción alérgica a la anestesia. Como en todas las operaciones hay un riesgo de infección. El daño a la piel es inevitable desde que se tiene que introducir la cánula, pero es una lesión menor y generalmente cicatriza bien. Una de las posibles complicaciones es la necrosis (muerte de la piel), que aumenta el peligro de infección, demora en recuperarse y deja una cicatriz.
EL RESULTADO
En cuanto al resultado de la liposucción, o para el caso de cualquier cirugía estética, su evaluación es subjetiva. Como todas las intervenciones destinadas a mejorar el aspecto físico, se hacen por decisión del paciente, quien será en última instancia el juez de los resultados. Todos los inconvenientes, el costo, riesgo y sufrimiento que supone una intervención quirúrgica se justifican cuando el resultado es satisfactorio. No se debe olvidar que, a diferencia de la cirugía debida a una condición patológica que la requiere, la cirugía estética es opcional.
En el caso de la liposucción, es una alternativa a la dieta y al ejercicio, un esfuerzo prolongado que requiere constancia y fuerza de voluntad. En algunos casos lo anterior no es una opción, por lo que el paciente se decide por la cirugía. Casi siempre el resultado estético de la liposucción es más previsible que el de una cirugía facial, por lo que generalmente satisface las expectativas. Es por esto que la liposucción es una de las formas más exitosas y comunes de cirugía estética, a la que sigue la de los senos, de la que nos ocuparemos próximamente.
* El oído humano puede captar desde 20 vibraciones por segundo (20 Hz) hasta 20.000 (20 kHz). No oímos las frecuencias por encima de 20 kHz, por lo que se llaman ultrasonido. Los perros oyen encima de 30 kHz y los murciélagos encima de 100 kHz.
Fuente.
El Comercio
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20 de marzo de 2007
13 de marzo de 2007
Una cirugía para verse mejor
ESPECIAL: La cirugía plástica II
La mayoría de las intervenciones de cirugía estética se realiza en el rostro. Mejorar el aspecto de la nariz, los ojos y la piel son los principales objetivos de estas operaciones
Por Tomás Unger
La semana pasada explicamos la diferencia entre la cirugía plástica reconstructiva --dedicada a la rehabilitación de heridos de guerra-- y su descendiente directa, la cirugía estética. También mencionamos la característica que la hace única: el ser opcional. Cuando alguien se opera el corazón o la vesícula, no es necesario informarle del riesgo: el no operarse implica un riesgo mayor. El paciente de cirugía estética debe conocerlo, pues la decisión no es del médico, sino suya. La finalidad es verse mejor, donde el 'se' del 'verse' es definitorio.
Aquí conviene mencionar que algunos pacientes --generalmente recurrentes-- sufren de un mal que la cirugía no puede curar. Tipificada como desorden dismórfico corporal (BDD)*, esta condición se define como "preocupación por un defecto corporal menor o imaginado que causa un impedimento funcional significante". Esta disfunción, cuando se puede, se cura solo con psicoterapia.
Es difícil establecer un orden de frecuencia en los tipos de cirugía estética, porque las intervenciones se agrupan en forma diferente. La más popular, según la última estadística (2004), era la liposucción (extracción de grasa) en sus múltiples formas, seguida del 'face lift' (estiramiento de la piel facial), la rinoplastía (reconstrucción de la nariz), la prótesis mamaria (aumento de senos) y la blefaroplastía (modificación de párpados). Sin embargo, por hacerse generalmente varias a la vez, las cirugías de la cara son las intervenciones más frecuentes, al menos en nuestro medio.
LA CARA
Se ha dicho que la cara es la ventana del alma y es la que nos da identidad, refleja nuestro estado de ánimo y nuestra edad. Por ello en la cara se centra la mayoría de las intervenciones de cirugía estética, en algunos casos para modificarla, en otros para rejuvenecerla, frecuentemente ambos. La rinoplastía (cirugía de la nariz) es una de las de mayor demanda y tiene como recursos la alteración de los huesos, del cartílago del tabique, las alas y la punta de la nariz.
Las tecnologías actuales permiten, trasladando pedazos de cartílago y reduciendo el hueso, cambiar totalmente la forma de la nariz. Como la nariz y la barbilla determinan el perfil, frecuentemente se modifica el mentón inferior, con una reducción o implante para darle la forma deseada. En casos extremos, la operación del mentón (maxilar inferior) puede ser una cirugía compleja que incluye la modificación del hueso con la inserción de prótesis para darle prominencia.
La más común de las cirugías estéticas de la cara es la llamada ritidectomía (retiro de arrugas), también conocida como 'face lift' (levantamiento de cara), que en nuestro medio se conoce como estirada. Esta es una operación que se hace con una incisión a la altura de la patilla, rodeando a la oreja, y permite despegar la piel que cubre la mejilla y jalarla. Generalmente va acompañada por la blefaroplastía (cirugía de los párpados), que elimina las bolsas bajo el ojo y reduce la piel del párpado. Existe una blefaroplastía oriental, proceso por el cual se modifica el párpado encapotado común a ciertas razas orientales.
PIEL Y ARRUGAS
Otra intervención común es la pelada química, a la que recurren quienes tienen huellas de acné o irregularidades de la piel. Este es un proceso que no implica cortes, sino quemaduras por ácido**. Las quemaduras, cuidadosamente dosificadas, emparejan las irregularidades de la piel en la parte muerta (epidermis), permitiendo que la dermis la restituya con una superficie uniforme. Una alternativa reciente es el quemado con láser.
Un nuevo recurso contra las arrugas, aprobado recién en el año 2002 por la Administración Federal de Drogas de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés), es la botulina. Más que una intervención quirúrgica, la inyección de botulina, un neurotóxico, anula el nervio de ciertos músculos de la cara y, al relajarlos, distiende las arrugas. El descubrimiento del microbio que produce botulina, el aislamiento del principio activo y el descubrimiento de su potencial por un oftalmólogo es una historia fascinante que merece ser contada aparte. El producto, que se comercializa con el nombre de Botox, a pesar de que su efecto es temporal, está siendo cada vez más usado, habiéndosele encontrado nuevas aplicaciones terapéuticas para combatir males como la migraña, la contracción de la vejiga, etc.
VENTANA NUEVA
Si la cara es la ventana del alma, alterarla hace que nos percibamos distinto. Aun en el caso de una cirugía perfecta, algo de la fisionomía va a cambiar, lo cual debe tomarse en cuenta. A través de millones de años la evolución le ha dado una función compleja a nuestra expresión facial. Gran cantidad de músculos delicadamente controlados expresan nuestras emociones y sentimientos y permiten interpretar nuestros estados de ánimo. Al alterarse la fisionomía de la cara, aun si no se ha interferido con ninguno de los nervios que controlan su musculatura, es inevitable que la expresión facial cambie.
Es frecuente que este cambio no sea previsto por quien decide hacerse una cirugía estética, porque todos los modelos son estáticos. Es difícil, cuando no imposible, hacer el modelo dinámico que prevé una futura sonrisa, resultado de la alteración de las superficies y músculos que la producen. Lo mismo sucede con la expresión de los ojos tras la alteración de los párpados. Más predecible es el efecto en el cambio de la nariz, que es mayormente estática, y la desaparición de las arrugas.
En última instancia, lo más importante, tal vez lo único importante, es cómo se ve el paciente a sí mismo. Como lo dijéramos anteriormente, el aspecto más delicado de la cirugía estética no es fisiológico, sino psicológico. De nada sirve levantar la cara si el resultado no levanta el espíritu. Son muchos los casos en que el resultado de una cirugía estética, aunque no haya surtido efecto en otros, ha aumentado la autoestima del paciente. Esto son casos en que se ha logrado el propósito y probablemente justifica la decisión, el gasto y el sufrimiento postoperatorio.
Dependiendo de la cirugía, su complejidad y extensión pueden ser largas semanas, con privaciones, dolor y extremas incomodidades; sin embargo, se justifican cuando la levantada alcanza también al espíritu del paciente. Próximamente nos ocuparemos de otras modificaciones voluntarias de otras partes del cuerpo, que incluyen las dos intervenciones más populares, que son la plastía del seno y la liposucción (retiro de grasa).
PRECISIONES
Rectificación sobre el teflón
El 27 de febrero, en el artículo sobre polímeros, afirmé que el teflón se ha vuelto un nombre genérico. Cumplo con dejar constancia de que teflón no es un genérico, pues está registrado a nombre de la empresa E. I. Dupont de Nemours. También dejo constancia de que el nombre Frigidaire, contrario a lo que afirmé en otra ocasión, tampoco es un genérico, sino una marca registrada a nombre de Electrolux Home Products.
* En inglés 'body dysmorphic disorder'
** Generalmente se usa ácido carbólico, tricloroacético, lipólico o salisílico.
Fuente:
Diario El Comercio
Lea también:
Riesgos en la cirugía para obesos
"Más obesos que desnutridos"
ESPECIAL: La cirugía plástica II
La mayoría de las intervenciones de cirugía estética se realiza en el rostro. Mejorar el aspecto de la nariz, los ojos y la piel son los principales objetivos de estas operaciones
Por Tomás Unger
La semana pasada explicamos la diferencia entre la cirugía plástica reconstructiva --dedicada a la rehabilitación de heridos de guerra-- y su descendiente directa, la cirugía estética. También mencionamos la característica que la hace única: el ser opcional. Cuando alguien se opera el corazón o la vesícula, no es necesario informarle del riesgo: el no operarse implica un riesgo mayor. El paciente de cirugía estética debe conocerlo, pues la decisión no es del médico, sino suya. La finalidad es verse mejor, donde el 'se' del 'verse' es definitorio.
Aquí conviene mencionar que algunos pacientes --generalmente recurrentes-- sufren de un mal que la cirugía no puede curar. Tipificada como desorden dismórfico corporal (BDD)*, esta condición se define como "preocupación por un defecto corporal menor o imaginado que causa un impedimento funcional significante". Esta disfunción, cuando se puede, se cura solo con psicoterapia.
Es difícil establecer un orden de frecuencia en los tipos de cirugía estética, porque las intervenciones se agrupan en forma diferente. La más popular, según la última estadística (2004), era la liposucción (extracción de grasa) en sus múltiples formas, seguida del 'face lift' (estiramiento de la piel facial), la rinoplastía (reconstrucción de la nariz), la prótesis mamaria (aumento de senos) y la blefaroplastía (modificación de párpados). Sin embargo, por hacerse generalmente varias a la vez, las cirugías de la cara son las intervenciones más frecuentes, al menos en nuestro medio.
LA CARA
Se ha dicho que la cara es la ventana del alma y es la que nos da identidad, refleja nuestro estado de ánimo y nuestra edad. Por ello en la cara se centra la mayoría de las intervenciones de cirugía estética, en algunos casos para modificarla, en otros para rejuvenecerla, frecuentemente ambos. La rinoplastía (cirugía de la nariz) es una de las de mayor demanda y tiene como recursos la alteración de los huesos, del cartílago del tabique, las alas y la punta de la nariz.
Las tecnologías actuales permiten, trasladando pedazos de cartílago y reduciendo el hueso, cambiar totalmente la forma de la nariz. Como la nariz y la barbilla determinan el perfil, frecuentemente se modifica el mentón inferior, con una reducción o implante para darle la forma deseada. En casos extremos, la operación del mentón (maxilar inferior) puede ser una cirugía compleja que incluye la modificación del hueso con la inserción de prótesis para darle prominencia.
La más común de las cirugías estéticas de la cara es la llamada ritidectomía (retiro de arrugas), también conocida como 'face lift' (levantamiento de cara), que en nuestro medio se conoce como estirada. Esta es una operación que se hace con una incisión a la altura de la patilla, rodeando a la oreja, y permite despegar la piel que cubre la mejilla y jalarla. Generalmente va acompañada por la blefaroplastía (cirugía de los párpados), que elimina las bolsas bajo el ojo y reduce la piel del párpado. Existe una blefaroplastía oriental, proceso por el cual se modifica el párpado encapotado común a ciertas razas orientales.
PIEL Y ARRUGAS
Otra intervención común es la pelada química, a la que recurren quienes tienen huellas de acné o irregularidades de la piel. Este es un proceso que no implica cortes, sino quemaduras por ácido**. Las quemaduras, cuidadosamente dosificadas, emparejan las irregularidades de la piel en la parte muerta (epidermis), permitiendo que la dermis la restituya con una superficie uniforme. Una alternativa reciente es el quemado con láser.
Un nuevo recurso contra las arrugas, aprobado recién en el año 2002 por la Administración Federal de Drogas de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés), es la botulina. Más que una intervención quirúrgica, la inyección de botulina, un neurotóxico, anula el nervio de ciertos músculos de la cara y, al relajarlos, distiende las arrugas. El descubrimiento del microbio que produce botulina, el aislamiento del principio activo y el descubrimiento de su potencial por un oftalmólogo es una historia fascinante que merece ser contada aparte. El producto, que se comercializa con el nombre de Botox, a pesar de que su efecto es temporal, está siendo cada vez más usado, habiéndosele encontrado nuevas aplicaciones terapéuticas para combatir males como la migraña, la contracción de la vejiga, etc.
VENTANA NUEVA
Si la cara es la ventana del alma, alterarla hace que nos percibamos distinto. Aun en el caso de una cirugía perfecta, algo de la fisionomía va a cambiar, lo cual debe tomarse en cuenta. A través de millones de años la evolución le ha dado una función compleja a nuestra expresión facial. Gran cantidad de músculos delicadamente controlados expresan nuestras emociones y sentimientos y permiten interpretar nuestros estados de ánimo. Al alterarse la fisionomía de la cara, aun si no se ha interferido con ninguno de los nervios que controlan su musculatura, es inevitable que la expresión facial cambie.
Es frecuente que este cambio no sea previsto por quien decide hacerse una cirugía estética, porque todos los modelos son estáticos. Es difícil, cuando no imposible, hacer el modelo dinámico que prevé una futura sonrisa, resultado de la alteración de las superficies y músculos que la producen. Lo mismo sucede con la expresión de los ojos tras la alteración de los párpados. Más predecible es el efecto en el cambio de la nariz, que es mayormente estática, y la desaparición de las arrugas.
En última instancia, lo más importante, tal vez lo único importante, es cómo se ve el paciente a sí mismo. Como lo dijéramos anteriormente, el aspecto más delicado de la cirugía estética no es fisiológico, sino psicológico. De nada sirve levantar la cara si el resultado no levanta el espíritu. Son muchos los casos en que el resultado de una cirugía estética, aunque no haya surtido efecto en otros, ha aumentado la autoestima del paciente. Esto son casos en que se ha logrado el propósito y probablemente justifica la decisión, el gasto y el sufrimiento postoperatorio.
Dependiendo de la cirugía, su complejidad y extensión pueden ser largas semanas, con privaciones, dolor y extremas incomodidades; sin embargo, se justifican cuando la levantada alcanza también al espíritu del paciente. Próximamente nos ocuparemos de otras modificaciones voluntarias de otras partes del cuerpo, que incluyen las dos intervenciones más populares, que son la plastía del seno y la liposucción (retiro de grasa).
PRECISIONES
Rectificación sobre el teflón
El 27 de febrero, en el artículo sobre polímeros, afirmé que el teflón se ha vuelto un nombre genérico. Cumplo con dejar constancia de que teflón no es un genérico, pues está registrado a nombre de la empresa E. I. Dupont de Nemours. También dejo constancia de que el nombre Frigidaire, contrario a lo que afirmé en otra ocasión, tampoco es un genérico, sino una marca registrada a nombre de Electrolux Home Products.
* En inglés 'body dysmorphic disorder'
** Generalmente se usa ácido carbólico, tricloroacético, lipólico o salisílico.
Fuente:
Diario El Comercio
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Riesgos en la cirugía para obesos
"Más obesos que desnutridos"
6 de marzo de 2007
La operación decidida por el paciente
Martes 6 de marzo del 2007
ESPECIAL: CIRUGÍA PLÁSTICA
La mayor expectativa de vida, el poder adquisitivo y los nuevos paradigmas impuestos por la sociedad han creado el 'boom' de este tipo de intervenciones
Por Tomás Unger
Hace poco me encontré con una estadística que me llamó la atención: 12 millones de estadounidenses se habían hecho cirugía plástica en el año 2006. Para una población de 300 millones, esto representa a 1 de cada 25 habitantes. Al no incluir esta cifra la cirugía reconstructiva, significa que 12 millones de estadounidenses optaron por someterse a una operación que no era necesaria para su salud, al menos para su salud física. El fenómeno no es exclusivo del país norteamericano, pues parece que en Brasil el número de operaciones en relación a la población es similar y que en el resto del mundo está aumentando exponencialmente.
DE LA GUERRA A LA OFICINA
Varios factores se han combinado para que la cirugía plástica, que nació como una especialidad para reconstruir a las víctimas de guerra, accidentes y quemaduras, se haya convertido en un recurso para mejorar, o al menos modificar, el aspecto físico del paciente. La mayor expectativa de vida, el poder adquisitivo y una liberalización de las normas sociales han contribuido.
También la presión laboral ha forzado a muchas personas, principalmente mujeres, a tratar de mantener un aspecto más joven para no perder la batalla por el trabajo. Los medios de comunicación han tenido un rol importante al crear paradigmas de belleza física. La industria del entretenimiento, los modelos de la publicidad y las abundantes imágenes de 'celebridades' han exacerbado la importancia del aspecto físico. Por otra parte, los medios también han difundido las posibilidades, reales o imaginadas, de alterar o mejorar el aspecto físico.
Por último, un factor decisivo ha sido el avance tecnológico. Además de nuevas anestesias, materiales e instrumentos, la creciente demanda ha dado lugar a nuevas técnicas. Un ejemplo, del que nos ocuparemos luego en mayor detalle, es la evolución de la liposucción. La extracción de grasa que era un proceso lento con un postoperatorio sumamente doloroso, hoy emplea tecnologías de tumefacción y ultrasonido que la han acelerado y vuelto mucho menos traumática. Algo similar ha sucedido con otros tipos de cirugía plástica, haciéndola cada vez más eficiente y asequible.
MÁS DE DOS MIL AÑOS
La cirugía plástica es más antigua de lo que muchos creen. En la India, hace 2.800 años, la nariz perdida en una batalla se reparaba injertando un gajo de la frente, y en Roma, ya en la época de Julio César, se reparaban orejas con injertos. El inicio de la cirugía reconstructiva moderna se atribuye al doctor John Peter Mettauer, quien en 1827, con herramientas diseñadas por él, hizo la primera reparación de un paladar perforado y labio leporino.
El gran desarrollo de la cirugía reconstructiva se le atribuye al médico neozelandés Harold Gillies, quien desarrolló técnicas e instrumentos para reparar las deformaciones faciales de los heridos en la Primera Guerra Mundial. Uno de sus alumnos, Archibald McIndoe, perfeccionó su técnica durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en el tratamiento de pilotos que habían sufrido quemaduras muy severas.
LA GRAN DIFERENCIA
Dentro del vasto campo que abarca la medicina, la cirugía plástica ocupa un lugar especial. Esto se debe a que es una medida drástica de alta tecnología que implica anestesia y trauma, y sin embargo es opcional. A diferencia de las demás intervenciones quirúrgicas que se hacen por necesidad, a veces con gran temor por parte del paciente, la cirugía plástica estética es una decisión del paciente que no tiene que ver con su salud física, aunque a menudo sí con su salud mental.
El deseo de verse mejor y ser más atractivo ha dado lugar a una industria millonaria en todo el mundo. Dietas, suplementos alimentarios y la proliferación de gimnasios son en su mayor parte el resultado de la búsqueda de un físico más atractivo. La cirugía estética es la medida extrema, pues hay características físicas que ninguna dieta o ejercicio pueden modificar. En estos casos, cuando la motivación es suficiente, el paciente recurre a la cirugía y altera parte de su cuerpo para verse mejor. Aquí la palabra crucial es 'verse', pues es a juicio del propio paciente que se toma la decisión.
En opinión de algunos cirujanos plásticos, la parte más complicada de la cirugía estética es la psicológica, el raciocinio que lleva a la decisión y que frecuentemente pone al cirujano ante un dilema. Muchas personas, por las razones más diversas que incluyen traumas de infancia o problemas conyugales, optan por una intervención quirúrgica cuyos resultados previsibles son dudosos. Aquí no se trata de una cirugía como la extracción de cálculos del riñón, cuya finalidad es clara y el resultado previsible. Son innumerables los casos en que la cirugía ha tenido el efecto estético esperado, pero no ha resuelto el problema conyugal o emocional por el que el paciente decidió operarse.
POSIBILIDADES Y DEMANDA
Luego de hablar con diversos cirujanos plásticos, me viene a la mente la tan citada frase de Gregorio Marañón: "No hay enfermedades sino enfermos". Esto parece ser más verdad que nunca en el caso de la cirugía estética. Las motivaciones son tan variadas como los tipos de cirugía y los resultados finales. Las opciones han aumentado a la par con el progreso de la tecnología y los recursos quirúrgicos, lo cual ha ampliado el espectro de la demanda.
Las intervenciones de cirugía plástica con fines estéticos pueden clasificarse por el lugar y tipo de intervención: rinoplastía (nasal), mastoplastía (senos), blefaroplastía (párpados), etc., y también por el método o la finalidad. Hay gente joven que no está satisfecha con su nariz y se la hace cambiar, mientras otros quieren librarse del efecto del tiempo, estirándose la piel, levantando los senos o modificando los párpados. Las posibilidades son muchas, limitadas solo por el grado de insatisfacción del paciente y sus recursos económicos. Desgraciadamente, aun cuando los recursos son limitados, hoy hay quienes ofrecen hacer la intervención sin los recursos necesarios, introduciendo un alarmante factor de riesgo.
EL AMPLIO CAMPO
La cirugía estética tiene muchas facetas ligadas a problemas psicológicos, que en última instancia son los que determinan en el tipo de cirugía que demanda el paciente. El campo es amplio y va desde inyecciones de botulina, que borran las arrugas por un corto tiempo, hasta complejos trasplantes de grasa, injertos de piel y delicada cirugía facial.
Próximamente describiremos algunas de estas intervenciones, las técnicas usadas y los resultados de algunos casos. También trataremos de enumerar los riesgos, errores y posibles consecuencias imprevistas de esta rama de la medicina que en los últimos años ha captado la atención pública, no solo en las páginas de espectáculo y sociales, sino también en las policiales.
Fuente:
Diario El Comercio
Martes 6 de marzo del 2007
ESPECIAL: CIRUGÍA PLÁSTICA
La mayor expectativa de vida, el poder adquisitivo y los nuevos paradigmas impuestos por la sociedad han creado el 'boom' de este tipo de intervenciones
Por Tomás Unger
Hace poco me encontré con una estadística que me llamó la atención: 12 millones de estadounidenses se habían hecho cirugía plástica en el año 2006. Para una población de 300 millones, esto representa a 1 de cada 25 habitantes. Al no incluir esta cifra la cirugía reconstructiva, significa que 12 millones de estadounidenses optaron por someterse a una operación que no era necesaria para su salud, al menos para su salud física. El fenómeno no es exclusivo del país norteamericano, pues parece que en Brasil el número de operaciones en relación a la población es similar y que en el resto del mundo está aumentando exponencialmente.
DE LA GUERRA A LA OFICINA
Varios factores se han combinado para que la cirugía plástica, que nació como una especialidad para reconstruir a las víctimas de guerra, accidentes y quemaduras, se haya convertido en un recurso para mejorar, o al menos modificar, el aspecto físico del paciente. La mayor expectativa de vida, el poder adquisitivo y una liberalización de las normas sociales han contribuido.
También la presión laboral ha forzado a muchas personas, principalmente mujeres, a tratar de mantener un aspecto más joven para no perder la batalla por el trabajo. Los medios de comunicación han tenido un rol importante al crear paradigmas de belleza física. La industria del entretenimiento, los modelos de la publicidad y las abundantes imágenes de 'celebridades' han exacerbado la importancia del aspecto físico. Por otra parte, los medios también han difundido las posibilidades, reales o imaginadas, de alterar o mejorar el aspecto físico.
Por último, un factor decisivo ha sido el avance tecnológico. Además de nuevas anestesias, materiales e instrumentos, la creciente demanda ha dado lugar a nuevas técnicas. Un ejemplo, del que nos ocuparemos luego en mayor detalle, es la evolución de la liposucción. La extracción de grasa que era un proceso lento con un postoperatorio sumamente doloroso, hoy emplea tecnologías de tumefacción y ultrasonido que la han acelerado y vuelto mucho menos traumática. Algo similar ha sucedido con otros tipos de cirugía plástica, haciéndola cada vez más eficiente y asequible.
MÁS DE DOS MIL AÑOS
La cirugía plástica es más antigua de lo que muchos creen. En la India, hace 2.800 años, la nariz perdida en una batalla se reparaba injertando un gajo de la frente, y en Roma, ya en la época de Julio César, se reparaban orejas con injertos. El inicio de la cirugía reconstructiva moderna se atribuye al doctor John Peter Mettauer, quien en 1827, con herramientas diseñadas por él, hizo la primera reparación de un paladar perforado y labio leporino.
El gran desarrollo de la cirugía reconstructiva se le atribuye al médico neozelandés Harold Gillies, quien desarrolló técnicas e instrumentos para reparar las deformaciones faciales de los heridos en la Primera Guerra Mundial. Uno de sus alumnos, Archibald McIndoe, perfeccionó su técnica durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en el tratamiento de pilotos que habían sufrido quemaduras muy severas.
LA GRAN DIFERENCIA
Dentro del vasto campo que abarca la medicina, la cirugía plástica ocupa un lugar especial. Esto se debe a que es una medida drástica de alta tecnología que implica anestesia y trauma, y sin embargo es opcional. A diferencia de las demás intervenciones quirúrgicas que se hacen por necesidad, a veces con gran temor por parte del paciente, la cirugía plástica estética es una decisión del paciente que no tiene que ver con su salud física, aunque a menudo sí con su salud mental.
El deseo de verse mejor y ser más atractivo ha dado lugar a una industria millonaria en todo el mundo. Dietas, suplementos alimentarios y la proliferación de gimnasios son en su mayor parte el resultado de la búsqueda de un físico más atractivo. La cirugía estética es la medida extrema, pues hay características físicas que ninguna dieta o ejercicio pueden modificar. En estos casos, cuando la motivación es suficiente, el paciente recurre a la cirugía y altera parte de su cuerpo para verse mejor. Aquí la palabra crucial es 'verse', pues es a juicio del propio paciente que se toma la decisión.
En opinión de algunos cirujanos plásticos, la parte más complicada de la cirugía estética es la psicológica, el raciocinio que lleva a la decisión y que frecuentemente pone al cirujano ante un dilema. Muchas personas, por las razones más diversas que incluyen traumas de infancia o problemas conyugales, optan por una intervención quirúrgica cuyos resultados previsibles son dudosos. Aquí no se trata de una cirugía como la extracción de cálculos del riñón, cuya finalidad es clara y el resultado previsible. Son innumerables los casos en que la cirugía ha tenido el efecto estético esperado, pero no ha resuelto el problema conyugal o emocional por el que el paciente decidió operarse.
POSIBILIDADES Y DEMANDA
Luego de hablar con diversos cirujanos plásticos, me viene a la mente la tan citada frase de Gregorio Marañón: "No hay enfermedades sino enfermos". Esto parece ser más verdad que nunca en el caso de la cirugía estética. Las motivaciones son tan variadas como los tipos de cirugía y los resultados finales. Las opciones han aumentado a la par con el progreso de la tecnología y los recursos quirúrgicos, lo cual ha ampliado el espectro de la demanda.
Las intervenciones de cirugía plástica con fines estéticos pueden clasificarse por el lugar y tipo de intervención: rinoplastía (nasal), mastoplastía (senos), blefaroplastía (párpados), etc., y también por el método o la finalidad. Hay gente joven que no está satisfecha con su nariz y se la hace cambiar, mientras otros quieren librarse del efecto del tiempo, estirándose la piel, levantando los senos o modificando los párpados. Las posibilidades son muchas, limitadas solo por el grado de insatisfacción del paciente y sus recursos económicos. Desgraciadamente, aun cuando los recursos son limitados, hoy hay quienes ofrecen hacer la intervención sin los recursos necesarios, introduciendo un alarmante factor de riesgo.
EL AMPLIO CAMPO
La cirugía estética tiene muchas facetas ligadas a problemas psicológicos, que en última instancia son los que determinan en el tipo de cirugía que demanda el paciente. El campo es amplio y va desde inyecciones de botulina, que borran las arrugas por un corto tiempo, hasta complejos trasplantes de grasa, injertos de piel y delicada cirugía facial.
Próximamente describiremos algunas de estas intervenciones, las técnicas usadas y los resultados de algunos casos. También trataremos de enumerar los riesgos, errores y posibles consecuencias imprevistas de esta rama de la medicina que en los últimos años ha captado la atención pública, no solo en las páginas de espectáculo y sociales, sino también en las policiales.
Fuente:
Diario El Comercio
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