Los resultados de este estudio, a cargo del grupo de los psicólogos Robb Willer, Matthew Feinberg, Dacher Keltner y Jennifer Stellar, de la Universidad de California en Berkeley, sugieren que esta actividad puede promover beneficios tan dispares como reducir el nivel de estrés, y mitigar las malas conductas.
El estudio también ha llevado a la conclusión de que chismorrear puede ser terapéutico. En los experimentos, la frecuencia cardiaca de los voluntarios aumentaba cuando veían a alguien comportarse mal, pero este aumento era atenuado cuando podían transmitir a los demás la información sobre lo que habían visto, a fin de alertarles. Divulgar la información sobre la persona a quien habían visto comportarse mal tendía a hacer que la gente se sintiera mejor.
Tan fuerte es la necesidad de advertir a los demás sobre personas que se han comportado mal, que los participantes en el estudio sacrificaron dinero a cambio de poder hacer circular un "chisme" para advertir del riesgo de fiarse de ciertos sujetos a las personas que iban a jugar con esos tramposos en juegos de confianza económica. Estos juegos, muy usados en experimentos de psicología, se basan en hacer diversas clases de tratos con jugadores anónimos, normalmente para ganar juntos sumas de dinero repartidas entre ambos más o menos equitativamente, o bien para obtener ganancias de mayor cuantía en solitario a costa de mentir y estafar a los demás.
La gente que cotillea (chismea) disfruta haciéndolo. (Foto: UC Berkeley)
En su conjunto, los resultados de este estudio indican que la gente no tiene por qué sentirse mal por revelar conductas inapropiadas de los demás, especialmente si ello ayuda a evitar que otra persona sea víctima de los malos actos de la persona a la que se critica.