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27 de julio de 2013

La Reunión de Guayaquil: Se revela el 'secreto' de Bolívar y San Martín


Ayer (21 de julio de 2013), en el salón Manuela Sáenz de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), el historiador colombiano Armando Martínez puso fin a las especulaciones que por más de un siglo han circulado alrededor de la celebérrima conversación entre Simón Bolívar y José de San Martín en Guayaquil, a finales de julio de 1822. En esa cita, el Libertador (Bolívar) y el Protector (San Martín) no hablaron del destino de Guayaquil, como se dijo por mucho tiempo, sino del destino de Perú.

Durante sus investigaciones para el posdoctorado en Historia, que Martínez cursa en la UASB, el historiador dio, buscando otros documentos, con la caja 595 del Archivo Nacional, donde se encontró con dos volúmenes que compendian toda la correspondencia oficial que José Gabriel Pérez, secretario de Bolívar, despachó desde 1822 hasta 1828. ¿Por qué nadie había reparado en estos documentos antes? Por un error de clasificación que ubicaba a esos volúmenes dentro del período correspondiente a la Presidencia de Quito (anterior a la Independencia).

Concretamente, lo que consta en esos volúmenes es el copiado entero de Pérez, lo que hoy vendría a ser un archivo de respaldo con las copias de todas las cartas enviadas. Con la aparición de este documento quedan avaladas las misivas que el historiador Vicente Lecuna utilizó a mediados de siglo XX para dar cuenta de qué hablaron los próceres y desmentir algunas versiones de historiadores argentinos, que trataban de forjar una imagen distinta de San Martín respecto de su papel en la liberación de Perú.


La revista Procesos Nº 37, que se presenta este miércoles 24 en la UASB, trae un artículo de Martínez relativo a su descubrimiento, que da la oportunidad para una nueva aproximación a este acontecimiento "que marcó las opciones políticas" de la región. La carta, que fue escrita en el Cuartel General de Guayaquil el 29 de julio de 1822 e iba dirigida al "señor Yntendente del Departamento de Quito (Antonio José de Sucre)", comienza así: "Tengo el honor de participar a V. S. que el 26 a las 9 de la mañana entró en esta ciudad S. E. el Protector del Perú". 

En el medio, revela, por ejemplo, las quejas de San Martín en contra de sus compañeros limeños; su propuesta de encontrar un príncipe europeo para que gobierne Perú; o que la visita no tenía carácter oficial. La misiva termina con una petición a Sucre: que guarde su carácter de reservada. Y así se hizo. 


Fuente:

El Comercio (Ecuador)

18 de diciembre de 2009

¡No cambiemos el Clima, cambiemos el Sistema!

Viernes, 18 de diciembre de 20009

Discurso de Hugo Chávez, presidente de la República de Venezuela, en Copenhague

¡No cambiemos el Clima, cambiemos el Sistema!




Yo venía llegando apenas y nos estábamos sentando cuando oímos a la Presidenta de la sesión anterior, la Ministra, decir que venía un documento por ahí, pero que nadie conoce, yo he preguntado por el documento, aún no lo tenemos, creo que nadie sabe de ese documento top secret.

Ahora ciertamente, la camarada boliviana lo dijo, no es democrático, no es inclusivo, ahora señoras, señores:

¿Acaso no es esa precisamente la realidad de este mundo?

¿Acaso estamos en un mundo democrático? ¿Acaso el sistema mundial es inclusivo?

¿Podemos esperar algo democrático, inclusivo del sistema mundial actual?

Lo que vivimos en este planeta es una dictadura imperial, y desde aquí la seguimos denunciando ¡Abajo la dictadura imperial! ¡Y que vivan los pueblos y la democracia y la igualdad en este planeta!

Asistentes [Aplausos].

Y esto que aquí vemos es reflejo de ello: exclusión.

Hay un grupo de países que se creen superiores a nosotros los del sur, a nosotros el tercer mundo, a nosotros los subdesarrollados, o como dice el gran amigo Eduardo Galeano: nosotros lo países arrollados como por un tren que nos arrolló en la historia.

Así que no nos extrañemos pues de esto, no nos extrañemos, no hay democracia en el mundo y aquí estamos una vez más ante una poderosa evidencia de la dictadura imperial mundial. Luego aquí subieron dos jóvenes, afortunadamente los agentes del orden han sido decentes, algún empujón por ahí, y ellos colaboraron ¿no? Allá afuera hay mucha gente ¿saben? Claro, no caben en este salón, mucha gente; he leído por prensa que hubo algunos detenidos, algunas protestas intensas, ahí en las calles de Copenhague, y quiero saludar a toda esa gente que esta allá afuera, la mayor parte de ella jóvenes.

Asistentes [Aplausos].

Claro son jóvenes preocupados, creo que con razón mucho más que nosotros por el futuro del mundo; nosotros tenemos -la mayoría de los que estamos aquí- ya el sol a la espalda, ellos tienen el sol al frente y están muy preocupados.

Uno pudiera decir señor Presidente que un fantasma recorre Copenhague, parafraseando a Carlos Marx, el gran Carlos Marx, un fantasma recorre las calles de Copenhague, y creo que ese fantasma anda en silencio por esta sala, por ahí anda, entre nosotros, se mete por los pasillos, sale por debajo, sube, ese fantasma es un fantasma espantoso casi nadie quiere nombrarlo: el capitalismo es el fantasma, casi nadie quiere nombrarlo.

Asistentes [Aplausos].

Es el capitalismo, ahí rugen los pueblos, allá afuera se oyen.

Yo venía leyendo algunas consignas que hay en las calles pintadas, y yo creo que esas consignas de estos jóvenes, algunas de ellas la oí cuando iba el joven allá y la joven, hay dos de las que tomé nota. Se oyen entre otras dos poderosas consignas. Una: No cambien el clima, cambien el sistema.

Asistentes [aplausos].

Y yo la tomo para nosotros.

No cambiemos el clima ¡Cambiemos el sistema!

Y en consecuencia comenzaremos a salvar el planeta. El capitalismo, el modelo de desarrollo destructivo está acabando con la vida, amenaza con acabar definitivamente con la especie humana.

Y el otro lema llama a la reflexión. Muy a tono con la crisis bancaria que recorrió al mundo y todavía lo golpea, y la forma cómo los países del norte rico auxiliaron a los banqueros y a los grandes bancos, sólo Estados Unidos, bueno, se perdió la cifra, es astronómica; para salvar bancos. Dicen en las calles lo siguiente: Si el clima fuera un banco ya lo habrían salvado.

Asistentes [aplausos].

Y creo que es verdad. Si el clima fuera un banco capitalista de los más grandes, ya lo habrían salvado los gobiernos ricos.

Creo que Obama no ha llegado, recibió el Premio Nóbel de la Paz casi el mismo día que mandaba 30 mil soldados más a matar inocentes en Afganistán, y viene ahora a presentarse aquí con el Premio Nóbel de la Paz, el Presidente de los Estados Unidos.

Pero Estados Unidos tiene la maquinita de hacer billetes, de hacer dólares, y ha salvado, bueno creen haber salvado los bancos y el sistema capitalista.

Bien, esto, comentario al margen, que yo quería hacerlo allá, estábamos levantando la mano para acompañar a Brasil, a India, a Bolivia, a China, en su interesante posición que Venezuela comparte y los países de la Alianza Bolivariana, con firmeza; pero bueno, no nos dieron la palabra, así que no me cuente estos minutos por favor Presidente.

Asistentes [aplausos].

Fíjense, por ahí conocí, tuve el gusto de conocer a este escritor francés Hervé Kempf, recomiendo este libro, lo recomiendo, se consigue en español –por ahí está Hervé- también en francés, en inglés seguramente, Cómo los ricos destruyen el planeta. Hervé Kempf: Cómo los ricos destruyen el planeta. Por eso fue que Cristo lo dijo: Más fácil será que un camello entre por el ojo de una aguja, a que un rico entre al Reino de los cielos. Eso lo dijo Cristo nuestro señor.

Asistentes [aplausos].

Los ricos están destruyendo el planeta.

¿Será que piensan irse para otro cuando destruyan este?

¿Tendrán planes para irse a otro planeta?

Hasta ahora no se ve ninguno en el horizonte de la galaxia.

Apenas este libro me ha llegado, me lo ha regalado Ignacio Ramonet que está por ahí también en esta sala; y terminando el prólogo o el preámbulo esta frase es muy importante, dice Kempf lo siguiente, leo: “No podremos reducir el consumo material a nivel global si no hacemos que los poderosos bajen varios escalones, y si no combatimos la desigualdad. Es necesario que al principio ecologista tan útil a la hora de tomar conciencia, pensar globalmente y actuar localmente, le sumemos el principio que impone la situación: consumir menos y repartir mejor”. Creo que es un buen consejo que nos da este escritor francés Hervé Kempf.

Asistentes [aplausos].

Lea el discurso completo en:

Rebelión

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