Durante milenios, un minúsculo insecto ha levantado una de las
mayores estructuras jamás creadas por el ser vivo. Una especie de
termitas, considerada una plaga en la ciudad, ha excavado millones de
montículos en el nordeste de Brasil. Aunque conocidos por los lugareños,
su extensión real no se ha podido determinar hasta que la deforestación
y los satélites han desvelado su grandeza: más de 230.000 kilómetros
cuadrados salpicados de montones de tierra repartidos de forma regular,
casi matemática.
"Los montículos siempre estuvieron bien escondidos entre la vegetación de secano de la región (la catinga)
y en general apenas se pueden ver. Los de fuera solo los han podido
observar después de que alguna porción de tierra fuera deforestada para
pastos", dice el investigador de la Universidad Estatal de Feira de
Santana (Brasil) y coautor del estudio, Roy Funch. "Algunos locales
pensaban que los habían levantado termitas, hormigas u otra criatura
similar. Pero para muchos, simplemente estuvieron ahí, formaciones
naturales hechas por Dios que siempre habían existido", añade.
Siempre no, pero sí al menos desde hace más de 3.800 años. La datación de una muestra de murundus
(como se conoce a estos montículos en la zona) indica que muchos de
ellos llevan milenios ahí, lo que los convierte en una de las
estructuras de origen biológico más antiguas. Y tampoco son obra divina,
sino de la Syntermes dirus, una termita. Mejor dicho, de
colonias y colonias de ellas. Pero no son sus nidos. Es la tierra que
los insectos excavan mientras buscan hojas caídas con las que alimentar a
la colonia.
El artículo completo en: El País (España)