¿Alguna vez te has lamentado de tu mala suerte en el amor? ¿Crees que escoges mal a tus parejas? Y aún percatándote del mal atino con el que lanza las flechas ¿Sigues haciendo diana con el mismo tipo de personas? ¿Por qué tendemos a implicamos en el mismo tipo de relaciones?
La manera de estar en una relación amorosa no se improvisa, no parte de un kilómetro cero. Según los teóricos del apego, nuestra manera de estar en las relaciones amorosas depende de nuestra experiencia, desde la infancia y a lo largo de toda la vida, siendo especialmente importante la referida a la sexualidad y a los afectos de apego y amistad.
En estas experiencias aprendemos a
confiar y desconfiar de lo que pueden dar de sí las relaciones, a
intimar o permanecer emocionalmente aislados, a cuidar y ser cuidados o
a no ofrecer ni esperar los cuidados de los demás.
¿Qué es el apego?
El apego es el vínculo afectivo más primario.
Lo establecen los bebes durante el primer año de vida con la persona
que les cuida, con uno o varios cuidadores. Salvo situaciones muy
extremas, mantienen el apego hacia estas personas durante toda la vida.
Incluso cuando éstas mueren, pueden seguir siendo figuras muy
importantes.
Las figuras de apego son las personas que más influyen en la socialización de niñas y niños. De éstas se aprende el lenguaje de la intimidad que precisamente usamos en las relaciones de pareja.
Además, a través del apego cubrimos nuestra necesidad de seguridad emocional,
lo que incluye aceptación, estima, afecto y cuidados eficaces. Una
necesidad tan importante como la del alimento, para nuestra correcta
subsistencia.
La capacidad de establecer nuevos vínculos de apego permanece abierta toda la vida. El apego es un vínculo generoso: cuanto mejor este vinculado el niño al padre y/o a la madre, más probable es que se vincule a otras personas.
El desarrollo y crecimiento del individuo hace que los vínculos y figuras de apego cambien. Hazan y Zeifman afirman que la función del apego en la adultez sigue consistiendo en proporcionar apoyo y seguridad.
Sin embargo Weiss añade que esa seguridad se otorga “potenciando las capacidades de la propia persona para superar las situaciones que supongan un reto para su seguridad”, en lugar de protegiendo. La figura de apego suele ser la pareja, y los padres o la familia nuclear pasan a tener una posición secundaria.