Durante más de 10 mil años, las poblaciones de los Andes establecieron un modelo de vida basado en la agricultura y, a pesar de los enormes cambios sociales, económicos y poblacionales de los últimos siglos, los valores de desarrollo en armonía con el medio ambiente y de complementariedad y reciprocidad siguen siendo la base de la cultura andina, en la cual el agua juega un papel central.
Para las comunidades campesinas andinas el agua es un ser vivo y fuente de vida. Por ello viven en armonía con ella y la protegen. La Asociación Bartolomé Aripaylla (ABA) respalda activamente lo mencionado y trabaja en forma conjunta con las familias campesinas ubicadas en Quispillacta, entre 3500 y más de 4000 msnm, en la provincia de Cangallo, Ayacucho, Perú. ABA es una institución que se identifica con los problemas y necesidades cotidianas de la zona, pues se encuentra conformada por un equipo de profesionales originarios de Quispillacta y otras comunidades aledañas.
Desde hace más de 20 años trabajan juntos y con una sola visión: contar con agua para su consumo, riego de pastos y para la conservación de los pastos comunales. Las prácticas ancestrales aún vigentes han ayudado a estas comunidades a proveerse de agua durante todo el año.
¿En qué consiste la siembra y cosecha de agua?
En el marco de la cosmovisión local, el agua al igual que el suelo y otros componentes de la naturaleza, son considerados “personas” que tienen vida (kawsaqmi). Los pobladores mencionan que hay que “llamar”, “almacenar" y “llevar” al agua, a través de cantos ceremoniales.
La siembra y cosecha de agua de lluvia, consta de las siguientes actividades:
- Qucha ruway (almacenamiento de agua de lluvia en vasos naturales u hoyadas).
- Puquio waqaychay (protección y conservación de puquiales emergentes).
- Plantación de plantas que “llaman agua” o “madres del agua” en ojos emergentes y bofedales.
- Lliwas (formación de bofedales o humedales).
- Puquio laqay (mantenimiento festivo de los ojos de agua).
El Qucha ruway es una modalidad alternativa de almacenamiento del agua en ‘vasos’ impermeabilizados, por lo que la recuperación de la vegetación circundante para evitar el arrastre de sedimentos finos por la escorrentía superficial hacia el lecho de las lagunas, es otro de sus objetivos. Las lagunas se estabilizan después de varias temporadas de lluvia, lo cual ocurre por el nivel de reposición del agua en la napa freática.
Los nuevos puquios que aparecen como efecto del almacenamiento del agua de lluvia, así como los existentes, son “criados” con plantas que a su vez “crían agua”, y se conocen como yakupa maman (plantas madres del agua) o yaku qayaq (plantas que llaman agua), como son la putaqa (Rumex peruvianus) y otras plantas que tienen las cualidades de hacer brotar agua donde no hay e incrementar el volumen del manante. Se las protege del daño de los animales con pukutus o pukullus (infraestructuras de protección del manante) de piedra y, además, estas plantas, confieren energía a las lagunas y a los nuevos ojos de agua: “les hacen encanto”.
Las actividades que siguen son la formación y ampliación de los bofedales y el mantenimiento de los puquiales y lagunas en cada año agrícola, lo que significa la limpieza de sedimentos acumulados en los puquiales y la rehabilitación de conductos subterráneos que comunican al puquial madre (maman puquio) con los de uso (puquiales secundarios).
Este mito del uso y el cuidado del agua está vinculado a los rituales que se celebran en ceremonias y fiestas de gran amplitud como es el Yarqa Aspiy (limpieza de canales) donde la ceremonia central es la ofrenda al Puquio laqay (mantenimiento de puquiales), que se celebra entre mayo y septiembre. También se vincula con un alto nivel de organización comunal, protagonizada por los jóvenes y niños, quienes se encargan de la festividad y la limpieza de todos los puquiales.
Siembra y cosecha de agua de lluvia en las comunidades alto-andinas de Ayacucho. Perú de InfoAndina CONDESAN
La recuperación
de todo este conjunto de actividades basado en la cosmovisión propia de
los campesinos de Quispillacta, ha sido realizada con el acompañamiento
de ABA, pues los campesinos las estaban olvidando debido al consumo de
agua entubada y al abandono de las técnicas tradicionales especiales
para la regeneración del agua y la naturaleza.Los que paticipamos en la pasantía hemos constatado la fuerza que tiene la cultura para provocar cambios de actitud en las personas. Donde antes había abandono, desolación y lágrimas, hoy desborda el entusiasmo y respeto entre los comuneros y sus autoridades, traducido también en una mayor disponibilidad de agua para el cultivo, para el “buen vivir” (kausakuy). Los productores han visto que a partir de condiciones naturalmente más difíciles que las propias, se pueden lograr situaciones de bienestar, que las creencias que les transmitieron sus abuelos están vivas también en otros lugares, y que les dan la fuerza para vivir mejor. “En mi sitio no hay putaqa, es más frío, más húmedo, pero voy a buscar unas parecidas, probarlas, criarlas en silencio. Cuando resulten, recién voy a mostrar a los comuneros”.
Doris Romero
Asociación ETC Andes
Correo-e: romerodo@yahoo.es
Tomado de Leisa Agro Ecología