20 de mayo de 2018
El reciclaje, la gran asignatura pendiente de Hong Kong
La ex colonia británica no tiene capacidad para dar salida a las toneladas de desperdicios que acumula tras la prohibición de China de importar ciertos residuos a su territorio.
Parece impensable que en una de las urbes 
más modernas del mundo, el ciudadano de a pie encuentre multitud de 
trabas a la hora de hacer algo tan común en sociedades desarrolladas 
como reciclar. En Hong Kong, una metrópoli con más de siete millones de 
habitantes, hay muy pocos puntos de reciclaje y, además, son minúsculos.
 Cuatro recipientes de colores -azul para el papel, naranja para el 
plástico, amarillo para las latas y plateado para el orgánico-, son el 
único refugio para la ingente cantidad de envases o latas que cada 
familia genera en un día. Peor aún lo tienen el vidrio, las pilas y 
baterías o los aceites, cuyo procesamiento apenas tiene cabida en un 
lugar en el que los cubos de desperdicios en cada casa son un poema de 
materiales entremezclados. Por si fuera poco, a esta insostenible 
situación hay que sumarle en este 2018 un nuevo reto: la prohibición por parte de China de importar a su territorio ciertos materiales para reciclar,
 principal salida de la ex colonia británica para deshacerse hasta ahora
 de lo poco que llegaba a estos contenedores multicolor.
Hasta el año pasado, Hong Kong exportaba 
más del 90 por ciento de sus desechos reciclables a China, además de 
servir como puente para reexportar al territorio chino continental los 
residuos que otras naciones enviaban hasta la ciudad de los rascacielos.
 Sin embargo, esto cambió a finales de 2017 cuando los efectos de la 
prohibición de Pekín, -que ya no permite importar 24 tipos de residuos 
sólidos bajo la premisa de proteger su medio ambiente- comenzaron a 
hacer mella en esta región administrativa especial. Desde entonces, las 
autoridades de la ciudad se han visto sobrepasadas y en los muelles se 
han acumulado montañas de periódicos, cartón y otros desechos de 
oficinas. Otros materiales como el plástico han corrido peor suerte y 
han acabado en los vertederos de la ciudad, echando por tierra el buen 
hacer de algunos hongkoneses.
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