Estoy varado en Marte. Los depósitos de combustible de mi nave de
retorno se han roto y no hay equipo de rescate que pueda llegar hasta mí
antes de que me quede sin comida (y, a diferencia de Matt Damon, no
tengo patatas). Por suerte, mi nave cuenta con un teletransportador. Es
un gadget bastante avanzado, pero la idea de base es de lo más simple:
la máquina escanea mi cuerpo y produce una copia cianográfica
increíblemente detallada, una foto definida de cada célula y neurona.
El archivo de esa copia se transmite a la Tierra, donde se construye un
nuevo yo utilizando materiales disponibles en el punto de destino. Todo
lo que tengo que hacer es entrar en la máquina, cerrar los ojos, y
apretar el botón rojo...
Pero hay una complicación: existe un conmutador que me permite elegir si quiero mantener mi viejo yo en Marte, o si prefiero que se destruya después de teletransportarme de vuelta a casa. Es una decisión que me hace dudar.
Por un lado, parece que lo que me hace ser yo es la forma particular
en la que encajan todos mis componentes. No creo que exista algo así
como el alma, simplemente soy el resultado de la actividad entre mis 100.000 neuronas y sus 100 billones de conexiones distintivas.
Y, más aún, esa actividad es la que es, independientemente del grupo de
neuronas en el que se genere. Si sustituyéramos esas neuronas una por
una, pero mantuviéramos las conexiones y la actividad, yo seguiría
siendo yo. Así que debería dar igual que las sustituyéramos todas de una
vez mientras los patrones distintivos se mantuvieran. Esto hace que
quiera apretar el botón para volver cuanto antes con mis seres amados,
así como a la abundancia de alimentos, agua y oxígeno de la Tierra, lo
cual me permitiría continuar reparando y sustituyendo las células de mi
cuerpo de forma más lenta, a la antigua.
Así que, si coloco el conmutador en la posición Destruir,
debería sobrevivir al transporte sin problemas. ¿Qué se perdería? Nada
fundamental en la construcción de mi yo, de mi propia conciencia de mí
mismo. Debería subirme a la máquina, apretar el botón y luego salir por
el recibidor en la tierra.
Por otro lado, ¿qué pasa si pongo el conmutador en la posición Guardar? Entonces, ¿dónde estaría yo? ¿Volvería a la Tierra y acabaría sintiéndome mal por el pobre tipo que se ha quedado en Marte (mi viejo yo),
que se enfrentaría a una muerte lenta por inanición? ¿Sentiría mi viejo
yo envidia del nuevo yo en la Tierra, viéndolo disfrutar de la compañía
de amigos y familia?
El artículo completo en: El Mundo Ciencia