En 2010, a Darek Fidyka le asestaron una puñalada que le
dejó paralizado de pecho para abajo. La hoja le había cortado parte de
la médula espinal. Cuatro años después, Fidyka ha logrado volver a
caminar con ayuda de un andador tras recibir un trasplante con células
olfativas extraídas de su propio cerebro.
El logro, publicado hoy en la revista científica Cell Transplantation,
supone un hito médico que se llevaba persiguiendo durante años y que
nadie había conseguido confirmar. Estos trasplantes han estado rodeados
de polémica, pues la falta de pruebas sobre su efectividad no evitó la
aparición del llamado turismo de células madre en el que pacientes
desesperados acuden a supuestas clínicas para recibir tratamientos que
no tienen ninguna validez clínica. La publicación del caso de Fidyka
aporta fiabilidad científica y esperanza hacia la posibilidad de que
estos trasplantes puedan usarse en un futuro como terapia, pero también podría originar un nuevo boom de falsas terapias sin pruebas en países como China, Rusia, Portugal o Alemania, advierten los expertos.
“Cuando no puedes sentir casi la mitad de tu cuerpo, te
desesperas, pero cuando empiezas a sentirlo de nuevo es como si
volvieses a nacer”, ha dicho Fidyka al programa de televisión Panorama
de la BBC, que ha seguido su caso. El paciente, tratado en Polonia,
también ha comenzado a sentir parte de sus sistema digestivo y su
aparato sexual. Antes del trasplante, Fidyka no tenía movilidad ni
sensibilidad por debajo del punto donde recibió la puñalada.
La operación a la que se sometió Fidyka no es sencilla. Se
basa en el uso de células extraídas de la glía envolvente del bulbo
olfativo, las que nos ayudan a tener sentido del olfato y que se
encuentran en dos bulbos del cerebro situados encima de la nariz. A
finales de los años noventa se comenzaron a publicar los primeros
estudios en animales que apuntaban a que un autotrasplante con estas
células podía reparar lesiones medulares. Científicos españoles fueron
pioneros en algunos de estos estudios. Pero replicar el hallazgo en
humanos no fue tarea fácil y hasta ahora ha llevado al descrédito a más de uno,
pues no lograban demostrar que funcionasen. En este sentido, el caso de
Fidyka es un hito por su validez científica, según los expertos.
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